La vida cotidiana en un país de la OTAN

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Nada es lo que parece. Me despierto escuchando que los chinos quieren invadir Europa a medio plazo. Les debo mirar con recelo. Son muchos y mal intencionados. Vienen a imponer el totalitarismo comunista, y lo hacen sibilinamente, inundando el mercado con su tecnología. Hay que frenarlos. Debo hacer boicot a Huawei, Xiaomi, Meizu y sus mercancías. Poco a poco seremos sus esclavos. No es el único enemigo, ellos tienen aliados. Rusos, iraníes, hindúes. Además, cuentan con armamento nuclear, misiles de largo alcance, armas químicas, tecnología espacial de última generación. Nos están ganando esta guerra silenciosa.

Tengo miedo, mucho miedo. Me siento atacado por todos los flancos. Chinos, rusos, radicales, musulmanes terroristas, chavistas, comunistas. Inmigrantes ilegales provenientes de África, Asia y América Latina. Camino indefenso. Entro en pánico, en estado de shock. ¿Quién nos puede proteger de semejante enemigo? ¿Existe algún superpoder? Por suerte, los medios de comunicación me informan, tengo un amigo, un aliado al cual menospreciaba. Hoy, le debo mostrar pleitesía, es el guardián de la guerra, puedo sentirme seguro. Sin saberlo, reconozco sus siglas: OTAN. Puedo respirar tranquilo. No hay nada que temer.

Hoy paseo por la calles de Madrid sin peligro de ser atracado por rusos, chinos o bielorrusos. La OTAN se encarga de velar por nosotros. Sus responsables, me dicen que el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, es un demócrata consumado, un adalid de la libertad de expresión. Me señalan que el gobierno polaco, encabezado por Andrzej Duda, es un amante de las libertades. Un digno representante de los valores de Occidente que acoge a cientos de miles de refugiados ucranios, que huyen de la invasión rusa. Me informan que el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se suma a la lucha por defender la democracia y abre sus fronteras a los ucranios.

La OTAN está de regreso y Estados Unidos es su mascarón de proa. Nos protege del eje del mal. Ahora deben reunirse para diseñar el futuro. Madrid les acoge. Nuevos socios y cientos de millones de dólares en armamento a lo cual sumamos la propuesta de ampliar sus fronteras, cubriendo el Sahel en el flanco sur. Es decir, enviar tropas a Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea. Son las fuerzas de despliegue rápido de la OTAN, cuyos integrantes pasarán de 40 mil a 300 mil soldados. Ocupar el Sahel les permitirá adueñarse de materias primas, tierras raras, combustibles fósiles a la par que ser muro de contención a la inmigración ilegal. Todo este esfuerzo, nos recalcan, es por nuestra seguridad. Para ello, nos apuntan que Europa y Estados Unidos invertirán en dichos países una cantidad cercana a los mil millones de dólares para su desarrollo. Así, no saldrán de sus naciones. La felicidad me embarga. En Madrid, la OTAN muestra su poderío. 50 millones de euros en seguridad. 40 mil miembros de las fuerzas de seguridad desplegadas. Control de carreteras, radares, brigadas antiterroristas en las cloacas, francotiradores en los hoteles, drones, cierre de espacio aéreo, aviones de guerra surcando los cielos, zonas de exclusión. Todo por la paz y la seguridad.

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Marcos Roitman Rosenmann Chileno-español, sociólogo y escritor

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