EXCLUSIVO │ Fruto Vivas: “La ciudad es la simbiosis entre el ser humano y la obra que lo cobija”

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El arquitecto andino José Fructoso Vivas Vivas, mejor conocido como Fruto Vivas, es el precursor del  ecosocialismo en Venezuela y desde un hospital donde se encuentra internado junto a su esposarespondió las preguntas de Correo del Alba para el especial de ciudades. Cada consulta nuestra fue abordada con manuscritos extensos de una ingeniosa sabiduría.

Este creador urbano nació en La Grita, estado Táchira, el 21 de enero de 1928. En 1956 se graduó como Arquitecto en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y fue un cercano amigo del brasileño Oscar Niemeyer, uno de los arquitectos más reconocidos de Latinoamérica.

¿Cuál es su concepto de ciudad?

Cuando estudiaba en la UCV definí a la arquitectura como “el organismo exterior de un ser humano, creado por él mismo”, y le dí un carácter biológico, porque creamos y diseñamos basándonos en estructuras preexistentes en la “maestra naturaleza”.

El concepto de “ciudad” puede definirse como una forma de organización dinámica y cambiante, como el mismo ser humano, en constante interacción de su estructura social en su entorno natural. Las ciudades son dialécticas, mutan según varíen los intereses, necesidades y tecnologías generadas. En síntesis, la ciudad es la simbiosis entre el ser humano y la obra que lo cobija.

¿Qué hace a una ciudad habitable o humana?

La habitabilidad no está determinada por tener donde vivir, sino por generar condiciones para que la interacción humana pueda ser estable en tiempo y espacio y el desarrollo de un entramado cultural que haga posible y vivible el desarrollo social en ese espacio. Ello implica la total dotación de servicios (agua, luz, comunicación, vialidad, transporte) y funcionales infraestructuras que permitan la interacción y atención a las personas (escuelas, hospitales, mercados, iglesias, entre otros).

Así como la habitabilidad va ligada a la calidad de condiciones de vida en tiempo y espacio, lo humano está dado por el aporte cultural que conforma el tejido social, donde hoy los habitantes escriben su historia y la de su ciudad, gracias al poder protagónico que tienen como poder popular y que hace a las personas “sujetos de derecho” y no meros “sujetos”, como dice mi esposa, la Dra. Soraya Suárez. La vivienda no es el techo y paredes donde vivimos, está ligada a desarrollar la vida en familia, con los vecinos y mascotas, las vivencias laborales, es nuestro espacio biológico humano. La casa es más un objeto. Una vivienda vacía es una casa, porque la vivienda es la persona. Cuando una casa es habitada por seres humanos, mascotas e historia de relaciones se transforma en una vivienda. Por eso la ciudad es una gran vivienda.

Una ciudad será habitable y humana en la medida que disponga de servicios y de infraestructura de atención de calidad. Y que culturalmente un anciano, un árbol, un perro callejero,  un “tome mi asiento señora” o “abuelo ven y te cruzo la calle”, sean más importantes que ir al centro comercial de moda o a ver un auto último modelo. Más importante que crear ciudades hermosas es crear seres humanos libres.

¿Cómo ha observado la ciudad durante la pandemia y cómo la ve en esta etapa “post”?

El Covid-19 nos sorprendió así como la primera TV o el primer refrigerador, sabíamos qué hacían pero no cómo lo hacían, algo así es este virus; sabemos lo que es capaz de hacer a la humanidad pero no sabemos cómo mutará ni cuánto tiempo estará entre nosotros.

Durante la pandemia existe un doble peligro para las sociedades, uno causado por el coronavirus y el otro causado por los criminales capitalistas hambrientos por devorar los recursos de los debilitados, empobrecidos o enfermos países a los cuales los imperios han bloqueado el acceso a los alimentos, medicinas o de las fuentes de su economía, ¡hasta las vacunas!

La pandemia es una forma de guerra inducida y aparentemente pasiva, pero activa en desmontar la capacidad de respuesta a las necesidades de los países que geoestratégicamente representan un interés para las grandes economías.

Toda guerra deja aprendizajes y formas de enfrentarla, que lejos de debilitar fortalece, sobre todo a pueblos de histórica dignidad caribe, como Venezuela, que en esta crisis con el poder popular ha organizado sus capacidades en forma de “emprendimientos” y ha dado respuestas produciendo alimentos y con los médicos comunitarios nacionales y cubanos han llevado salud a todo el país. Acá debemos reconocer y agradecer por el apoyo a Rusia y China.

La proyección de la ciudad después de la pandemia será de producción e independencia, porque Venezuela al igual que el gran cacique yukpa Sabino Romero marcaron el “camino de la dignidad”.

¿Existe un sentido comunitario de la arquitectura?

La “arquitectura de masa” es creada por todo el pueblo asumiendo lo cambiante, con la fé en “venceremos”, porque haciendo acción esa palabra es que se justifica el deseo de hacer lo que pensamos en colectivo.

En el mundo existen zonas donde las personas viven en condiciones infrahumanas y de esa injusticia social muchos gobiernos deberían sentir vergüenza.

El problema de la vivienda no es tecnológico, es político y cultural. No existiría si la población se organizara en estructuras sociales productivas y autogestionarias. Pero estas comunidades organizadas y formadas según sus habilidades y capacidades deben administrar sus recursos y construir sus viviendas y espacios donde la familia satisfará sus necesidades.

Hay que transformar la mentalidad de lo individual a lo colectivo y productivo. Es posible producir insumos para la construcción (bloques, tejas, ventanas, puertas, rejas, sanitarios, entre otros) y entrar a un sistema competitivo en cada barrio, y las ganancias se usarán para el mantenimiento del propio barrio, su gente y estructuras.

El sueño de la vivienda comunitaria, aparte de la exitosa ejecución por la Gran Misión Vivienda Venezuela, enseña que también es posible la autogestión comunitaria, construir viviendas y espacios públicos es hacer ciudad, pero construir esa vivienda puede ser “tu” decisión, que si bien puede estar ligada al Estado pertenece a la comunidad o pueblo organizado.

Hay dos cosas claves con la autoconstrucción: abaratas el costo de la vivienda, porque se hace sin compañías constructoras; y lo otro es que quien la fabrica aprende un oficio que, una vez terminada la vivienda, le permitirá entrar al mercado de trabajo para mantener su nueva casa, y esto es importante porque morirse de hambre en una casa nueva también es morirse de hambre.

“Más importante que crear ciudades hermosas es crear seres humanos libres”

¿De qué se trata “crear una arquitectura para el servicio de los pobres o para superar la pobreza” y cómo puede ser esto posible?

La arquitectura adquiere relevancia cuando su objetivo es colectivo y una persona concientiza que es parte de una comunidad, que debe producir lo útil y necesario para mantenerse, de modo que opera en ella una transformación sociocultural que la lleva a técnicas sencillas para superar sus limitaciones, entendiendo que la solidaridad y el trabajo en equipo han de ser el hilo y la aguja que cosan su tejido social para salir de la pobreza. En su ambiente, cada comunidad debe organizarse en estructuras productivas.  Para superar la pobreza hay que organizar al poder popular y desarrollar la capacidad autogestionaria del pueblo.

El Estado venezolano responsablemente ha promulgado un cuerpo de leyes para el poder popular que le brinda mecanismos, instancias y garantías para sus formas asociativas, llámese Consejos Comunales, cooperativas u otras. Ha fomentado políticas de financiamiento para créditos, pero también a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela y en tiempos de bloqueo y pandemia ha entregado millones de viviendas al pueblo, soluciones habitacionales que incluso poseen locales socioproductivos en planta baja, que pueden ser operados por propietarios del urbanismo, debiendo corresponder con un aporte para el mantenimiento del urbanismo. Los viviendo aportan sus impresiones y eso permitió al Ministerio de la Vivienda saber que los viviendo necesitaban áreas de distracción, comerciales, estacionamiento, módulos de salud y policía y en esta medida de las posibilidades han sido dotados con estas exigencias.

En los actuales diseños el Ministerio de la Vivienda incorpora áreas verdes, de recreación y estacionamientos y conjuntamente con los locales ha construido infraestructuras para satisfacer necesidades comunitarias como kínder, capillas, plazas. Anteriormente las viviendas del Gobierno para las comunidades eran entregadas por malariología, con los cancerígenos techos de asbesto, y por el Banco Obrero, quedando pagando cuotas durante toda una vida. El número de viviendas de interés social era muy bajo, hoy en día es gigantesco. Todo individuo debe producir para mantener su vivienda, para terminar vendiéndola por inconsciencia o por hambre. Si él se forma en un oficio no vende su casa, porque tiene trabajo.

Para terminar, ¿cómo ha cambiado la ciudad y su gente a partir de la Revolución bolivariana?

La Revolución bolivariana ha sido un proceso transformador para la ciudad, su gente y me atrevo a afirmar que para un gran porcentaje de sociedades fuera de las fronteras de Venezuela.

No ha sido un proceso fácil ni pacífico, porque los acostumbrados amos del poder del Pacto de Punto Fijo aún exigen su retorno al mando de gobierno, que no han querido buscar por la vía pacífica electoral y solo se han dedicado a crear caos y desestabilizar.

Pero la vida siguió y la gente no encontró respuesta a sus necesidades en esos llamados a generar desorden, en cambio sintió apoyo al ver la eficiencia de la Gran Misión Vivienda Venezuela, llevando alegría y esperanza a sus vidas, a una Misión Venezuela Bella, rehabilitando sus deterioradas viviendas, canchas, escuelas, en fin, su ciudad; a unos médicos integrales comunitarios que no pudieron cursar Medicina en las elitescas universidades tradicionales, pero sí en la Universidad para las Ciencias de la Salud, y hoy llevan salud hasta tu casa a cualquier hora y atienden el Covid-19 en centros públicos; en la nivelación al sueldo mínimo para las pensiones, en un sistema de protección social con el Sistema Patria y los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP).

Lo dicho operado cambios positivos en la dinámica urbana y en su paisaje ahora con acertada vialidad, urbanismos socioproductivos de impecables y hermosos diseños arquitectónicos, rehabilitación de espacios urbanos con gimnasios biosaludables para todos, dotación de unidades de transporte acorde a la dinámica y densidad demográfica, implantando de esculturas en espacios públicos, reforestación de avenidas violentadas durante las guarimbas, construcción de centros educativos y de salud de óptimas condiciones y eficiencia. Vale recordar, todo esto en tiempos de bloqueo.

En lo individual la transformación cultural y educativa ha permitido a cada quien estudiar sin discriminación alguna y trabajar sin que la edad sea un límite. Vemos interesantes desarrollos de personas de la tercera edad, y cada quien conocedor de los derechos que le consagra la Constitución.

Ese crecimiento y formación personal ha incidido en la creación de diferentes formas organizativas comunitarias para conformar un real ejercicio del poder popular, haciéndose dueño ejecutante de la máxima: “Más poder para el pueblo”. Esto ha sido positivo, porque hoy se aborda como “sujeto de derecho”  al ser humano y a la ciudad, esa hermosa vasija que contiene la vida. Es necesario mencionar que ya hasta una persona privada de libertad puede estudiar, discute y conoce sus derechos garantizados constitucionalmente.

Algo urgente de decir es que, si revisamos bien, desde la Constitución se garantizan los Derechos Humanos de todos, y su práctica es obligatoria para toda institución.

El mundo atraviesa una crisis ambiental debido al cambio climático, elemento propio del clima y agravado por las improvisadas tecnologías que usamos los seres humanos y que cada día esclavizan más a personas y ciudades. Y es un error depender de tecnologías extranjeras, porque pasa en Venezuela, cuya dependencia tecnológica de Estados Unidos se ha sentido hasta en el suministro de combustible. Debemos avanzar a producir nuestra propia alternativa tecnológica y que esta no dañe al ambiente, como con las energías eólicas solar, hidráulica, mixtas.  La ciudad, Venezuela y su gente tiene dos tiempos: “antes y después de Chávez”.

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Cris González Directora de Correo del Alba

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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