Por Yoselina Guevara López
Con la propagación de la pandemia del Covid-19, súbitamente hemos visto salir a flote todos los males del mundo, como si una mano invisible hubiese abierto una caja de Pandora. Día tras día, la magnitud y la omnipresencia de la crisis acorta la distancia de la relación que existe entre los conceptos de seguridad del Estado y seguridad de la sociedad. Entendida esta última como la salud y el bienestar del colectivo. En este contexto, la emergencia del corona virus abre, al menos en el poder, un espacio de acción política, a veces entendido erradamente sin límites, para proteger a la comunidad. De allí que observemos a nivel mundial que se cometan todo tipo de atropellos y vulneraciones de los derechos de los ciudadanos, bajo la premisa de proteger a la colectividad y a los más vulnerables.
Una mirada a nivel mundial
En Hungría, el Primer Ministro, Viktor Orban, pidió al Parlamento plenos poderes por un período de tiempo indefinido, decretando un estado de emergencia que prevé hasta cinco años de prisión para quienes difundan «información falsa» u «obstruyan la respuesta del Estado a la crisis». Lo cual puede ser definido, a todas luces, como una auténtica dictadura. Del mismo modo, en Sri Lanka, el presidente ultranacionalista Gotabaya Rajapaksa está utilizando las razones de salud pública para aumentar sus poderes, recientemente disolvió el Parlamento y, con la justificación de la pandemia, la fecha de las próximas elecciones es incierta.
El presidente filipino Rodrigo Duterte ha ordenado a la Policía que dispare a los ciudadanos que violen las normas de cuarentena impuestas para contener la propagación del virus. Esto es abiertamente una ley marcial que condena a quienes no tienen alimento en sus casas a morir de hambre.
Mientras tanto, en Afganistán, país que limita con dos de los epicentros de la epidemia, Irán y China, los dirigentes políticos Ashraf Ghani y Abdullah Abdullah están más comprometidos con la lucha por la presidencia que con las desastrosas consecuencias de la propagación del coronavirus, en un país en el que las instalaciones sanitarias son casi inexistentes. Sus oponentes, los talibanes, se limitan claramente a confiar en la ayuda de Dios, ya que no han encontrado nada mejor que hacer que atacar un templo Sij en Kabul, matando a docenas de personas culpables de profesar una religión distinta a la suya.
«Debe ponerse en práctica la acción y el protagonismo del pueblo como sujeto político garante de la salud y del bienestar colectivo»
En Kosovo, la proclamación del estado de emergencia coincidió con una maniobra de palacio que derrocó al Gobierno, de acuerdo con los deseos de la Casa Blanca.
Los decretos adoptados en Italia, Francia, Alemania y España confían un papel de seguridad pública a los militares, mientras que los ciudadanos experimentan controles moderados por las multas y sanciones por parte de las fuerzas policiales que vigilan las calles.
Venezuela: un modelo para frenar la pandemia
El escenario que tenemos ante nosotros no puede reducirse al simple esquema del sujeto inmóvil y el miedo individualizado, entre un distanciamento social coercitivo y la vigilancia por parte de las autoridades militares. Debe ponerse en práctica la acción y el protagonismo del pueblo como sujeto político garante de la salud y del bienestar colectivo.
Si bien la estructura sanitaria en Venezuela posiblemente tenga dificultades para afrontar una pandemia de las dimensiones que genera el Covid-19; dada la organización y disciplina de su población, este país petrolero puede ser visto, hasta ahora, como un modelo para frenar la expansión del virus. Esto de acuerdo a las cifras de contagiados y decesos que se han verificado en la nación caribeña. Al momento de escribir esta nota en Venezuela se verifican 146 contagiados y 5 fallecidos, en comparación con los Estados Unidos donde hay 245 mil 442 contagios y 6 mil 098 decesos.
El Gobierno venezolano, encabezado por el presidente Nicolás Maduro, que ha sido tildado de dictatorial por las fracciones de la extrema derecha y gobiernos imperiales, ha diseñado un exitoso plan estratégico para enfrentar la pandemia, en el cual se combina la acción del poder popular y las autoridades gubernamentales.
Desde el inicio de la propagación del virus y su irremediable llegada a Venezuela, el poder popular, representado en ese país por las Comunas, Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y movimientos sociales, respondieron al llamado de enfrentar el virus, en primer lugar, acatando las medidas gubernamentales, y bajo iniciativa propia elaborar de manera artesanal mascarillas para protegerse del contagio, además de difundir persona a persona materiales de información y comunicación popular acerca de los peligros y las formas de protección contra el virus.
«Entre los pilares fundamentales del empoderamiento del pueblo se encuentran la unidad, la organización y el valor de la solidaridad»
La respuesta del pueblo
En los países desarrollados la respuesta en colectivo de la población ha sido tardía; es decir, después que estalló la crisis se han registrado iniciativas de solidaridad en colectivo. Conformación de brigadas, la acción de organizaciones no gubernamentales, la solidaridad entre vecinos, estos son ejemplos importantes y valiosos en un momento de crisis, pero son como pequeñas islas, sin una articulación precisa para obtener resultados que sean contundentes.
Para poder entender el fenómeno de la respuesta en colectivo del pueblo venezolano debemos remontarnos a los inicios del proceso revolucionario, bajo la dirección del presidente Chávez. Como señala el sociólogo Pedro Sassone en su libro Tesis políticas del Comandante Hugo Chávez, entre los pilares fundamentales del empoderamiento del pueblo como sujeto colectivo que desarrolló Chávez, se encuentran la unidad del pueblo, la organización y el valor de la solidaridad. La unidad del pueblo sobre la cual radica la principal fuerza política y organizativa del colectivo. La organización que pasa por la unidad como primer estadio y la solidaridad como principio ético fundamental. Estos principios han sido determinantes y son la piedra angular para que las estrategias del Gobierno sean efectivas en su freno al Covid-19.
Posteriormente, las autoridades venezolana han implementado mayores restricciones para el cumplimiento de la cuarentena, convirtiéndola en un cubre fuego. Además de recibir la ayuda y el apoyo de naciones como Cuba, China y Rusia. La población venezolana, en su mayoría, ha respondido disciplinadamente al llamado de cuarentena y distanciamiento social. Este es el ejemplo que le da al mundo un pueblo bloqueado, sancionado injustamente por la Casa Blanca, pero que continúa en su afán de resistir y dispuestos a enfrentar todas las pruebas en su determinación a ser libres y soberanos.
Una vez que esta pandemia termine, nos quedará únicamente la esperanza, como en la caja de Pandora, para que los ciudadanos finalmente empecemos a reconocernos y construyamos en colectivo un mundo mejor.
__________________________________________________________________
Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
