Engendros del capitalismo vs. murallas de solidaridad

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Por Stella Calloni

En estos momentos difíciles para la humanidad, que está siendo puesta a prueba ante el peligro de una constante acción depredadora por la avaricia y la ambición sin límites de los poderes hegemónicos en nombre del libre mercado, la libre empresa, el neoliberalismo salvaje, la destrucción de la naturaleza violentada a extremos nunca vistos por el capitalismo en decadencia, solo la solidaridad y la responsabilidad ilumina el hábitat del hombre.

Ante esta situación es importante rescatar los sucesos tan manipulados y transmitir la verdad, que emerge desenmascarando los rostros de la miseria humana y, en contraposición, los más hermosos ejemplos de solidaridad y resistencia que dejan al descubierto a los sembradores de odio.

En un escenario mundial estremecido y paralizado por los efectos de una pandemia provocada por la mutación del ya conocido coronavirus, se evidencia como pocas veces la deshumanización, crueldad e insensibilidad de los más poderosos.

Uno de los acontecimientos que se invisibilizó y que hubiera podido ser una voz de alerta es lo sucedido en Estados Unidos el 18 de octubre de 2019, en un encuentro del Johns Hopkins Center for Health Security Nueva York que se conoció como «Evento 201». Fue «una cuidada simulación de una epidemia tipo ‘coronavirus’, bajo el nombre CoV-2019», que analizó el sociólogo y antropólogo social, profesor de la Universidad Jaume I de España, Andrés Piqueras.

Con el título de «Crisis mundial, coronavirus y capitalismo moribundo: un cóctel mortal», Piqueras señala que en la «simulación 201» participaron además la Fundación Gates, el Foro Económico Mundial, así como las corporaciones Johnson & Johnson y Henry Schein (líder mundial en la producción de material médico), llegando a la conclusión, entre otros fuertes datos económicos, que «el 15% de los mercados financieros colapsaría y que alrededor de 65 millones de personas en el mundo perderían la vida». Curiosamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) nombró primero al coronavirus actual, como se lo hizo en el «evento 201», para finalmente llamarlo Covid-19.

Además, esta reunión se produjo en el mismo mes en que se celebraron los Juegos Mundiales Militares, del 18 al 27 de octubre en Wuhan, con amplia participación de militares estadounidenses, y en este punto destaca que «hoy, muertes que desde entonces se creyeron por influenza en EE.UU. están siendo revisadas como posibles decesos por coronavirus; pero ese país americano no encuentra a su paciente cero».

Advierte que lo que sí está claro es que muchos de los rasgos de la simulación han ocurrido en enero de 2020, y ese 15% de desplome bursátil –del que se habló entonces– es el que realmente se ha producido a finales de febrero de este año. En Wall Street se tuvo que intervenir la Bolsa para que no se hundiera.

Referido a otras claves que se enfrentan en estos momentos, más allá de cuál sea el origen real de este «oportuno» virus Covid-19, advierte sobre el «modo pánico» en que ha entrado el mercado mundial golpeando las cadenas de producción y suministros, afectando de plano el conjunto de las cadenas mundiales del valor y que «jamás, ni en los momentos de guerra, el consumo se ha visto sometido a tal disciplina de choque […] El círculo vicioso es el clásico: se detiene la actividad comercial, se frena la producción, se dispara el desempleo, se desploma el consumo», y si esto ya es catastrófico, se puede ir más lejos «y los indicadores sociales pueden ser peores, especialmente cuando el virus golpee con fuerza a países con escasos recursos sanitarios».

Hay otros datos, pero esto nos lleva a plantear que no podemos ignorar nada ni sobre el origen de este virus ni de su incidencia en el futuro de la humanidad, y en medio de la catástrofe podemos registrar las reacciones para entender de qué se tratan las formas de actuar de cada país en estas circunstancias.

«Uno de los acontecimientos que se invisibilizó y que hubiera podido ser una voz de alerta es lo sucedido en Estados Unidos el 18 de octubre de 2019, en un encuentro del Johns Hopkins Center for Health Security Nueva York»

El presidente Donald Trump, quien se dedicó a minimizar los efectos del nuevo coronavirus, ofreció pagar mil millones de dólares a un laboratorio de la compañía biofarmacéutica alemana CureVac, con sede en Tubeingen (estado de Baden-Wurtemberg, Alemania), que trabaja en la fabricación de esta vacuna, con la condición de que se elaborara exclusivamente para Estados Unidos.

Este laboratorio trabaja con el Instituto estatal Paul Ehrlich y fue el conocido periódico alemán Dei Welt am Sonntag el que informó sobre la oferta de Trump tratando de llevar la empresa alemana a Estados Unidos y asegurar los derechos exclusivos de la vacuna, como registra una publicación de Bussines Insider (traducido por Cubadebate, el pasado 15 de marzo).

Se sabe que existen una serie de negociaciones, pero con una visión alemana, para que las vacunas y las sustancias activas contra el nuevo coronavirus se desarrollen en Alemania y Europa. Las autoridades alemanas se oponen a la compra de esta vacuna con derechos exclusivos por parte de Estados Unidos o a condición de que este país acceda primero al esperado fármaco, y el ministro del Interior, Peter Altmaier, declaró a una televisión local que «Alemania no se vende».

La cara de la solidaridad

Desde otra mirada, el mundo no pudo ignorar lo actuado por el Gobierno de Cuba en estos momentos cruciales, tanto en el envío del Interferon Alfa 2B, utilizado en China, donde la nueva cepa del coronavirus apareció de improviso en la provincia central de Wuhan, como el de haber ofrecido profesionales y toda su colaboración recibiendo el agradecimiento del pueblo chino, cuando en estos días se anunció que se había controlado la epidemia en el lugar.

Fue lo contrario de lo sucedido en Italia, donde la continuidad de gobiernos neoliberales llevó a desmantelar buena parte del sistema de salud pública, pero también a la decisión similar a la de una guerra, eligiendo a quienes se «podía» dejar morir (los más ancianos), lo que marcará el futuro de ese país, sin duda alguna.

China envió a Italia un avión cargado de medicamentos y profesionales especializados para enfrentar la pandemia. Y también fueron solicitados médicos y medicamentos cubanos, no solo en Italia, sino en otros países de Europa.

Igual los solicitaron desde América Latina, incluyendo a Brasil, donde el gobierno de Jair Bolsonaro despidió destempladamente a los médicos cubanos que estaban en misiones de salud y en sitios lejanos donde la población nunca había recibido asistencia médica. Esos días en que fueron obligados a abandonar el país, se produjeron manifestaciones populares en rechazo de la decisión oficial y las imágenes de aquella despedida fueron dolorosas e inolvidables.

Lo mismo ocurrió en Bolivia, con la decisión de los golpistas que derrocaron al presidente Evo Morales en noviembre pasado, donde las misiones médicas cubanas habían realizado un trabajo extraordinario. Su salida en medio de violentas amenazas dejó a grandes sectores de la población sin asistencia médica. En ambos casos estas medidas se tomaron a instancias de Washington.

Los resultados son visibles en estas horas, tanto como la impiedad del sistema capitalista. La pequeña isla del Caribe, bloqueada, es decir, sitiada por Estados Unidos, se ha convertido por una voluntad increíble de resistencia en una potencia mundial en salud, educación, cultura y dignidad.

El pasado 17 de marzo, por solicitud del gobierno de Gran Bretaña, el crucero británico MS Braemar que transportaba 682 pasajeros y 381 tripulantes atracó en el puerto de Mariel, situado en el oeste de La Habana, con cinco pasajeros afectados por el coronavirus y otros bajo cuarentena, después de varios intentos por que algún país aceptara el desembarco.

«Los resultados son visibles en estas horas, tanto como la impiedad del sistema capitalista. La pequeña isla del Caribe, bloqueada, es decir, sitiada por Estados Unidos, se ha convertido por una voluntad increíble de resistencia en una potencia mundial en salud»

El presidente Miguel Díaz-Canel aceptó de inmediato la solicitud británica y se coordinó el envío de aviones para recoger a los pasajeros en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, estableciendo que los que estuvieran afectados serían atendidos en Cuba, como otros que pudieran quedar en observación, y el resto fue llevado a Gran Bretaña, en una sensible operación de rescate.

Esa fue otra escena emocionante grabada por muchos de los viajeros que, mientras desembarcaban, mostraron un cartel fabricado apresuradamente: «Te quiero Cuba». Lo que luego se transformaría en mensajes en las redes agradeciendo a este país por la generosidad y humanidad demostrada, como registraron los medios cubanos.

El embajador del Reino Unido, Antony Stoke, expresó su agradecimiento al Gobierno cubano, cuya actitud salvó muchas vidas. Solo vale imaginar lo que hubiera sucedido si el crucero continuaba a la deriva sin ser aceptado en ningún puerto.

En realidad no era fácil en medio de la situación que está viviendo Cuba, por la profundización del bloqueo mediante una cantidad de medidas criminales tomadas por el Gobierno de Trump para asfixiar al pueblo en una verdadera política de exterminio.

La contracara de esta solidaridad fue la respuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) a una solicitud del presidente Nicolás Maduro para que se otorgara a Venezuela un crédito por cinco mil millones de dólares para enfrentar la pandemia, habida cuenta de que el Gobierno de Estados Unidos retiene congelados en sus bancos más de 40 mil millones de dólares del Estado venezolano.

Además, se apropió de su empresa Citgo, entre otras, y mantiene un bloqueo contra ese país impidiendo la llegada de alimentos, medicamentos, productos de higiene, bloqueando el comercio en una guerra económica que ha alcanzado niveles de extrema criminalidad.

De hecho, la permanencia del bloqueo contra Cuba y Venezuela y los intentos golpistas contra Nicaragua profundizan el crimen de lesa humanidad que significa agravar esta situación en las circunstancias actuales. Que el FMI no reconozca un gobierno que está funcionando como tal y «dude» entre el mandatario real Nicolás Maduro y un supuesto «presidente interino» fantasma de Venezuela, que no tiene sede gubernamental en ningún lugar del mundo, como es Juan Guaidó, es uno de los escándalos más grandes en la historia diplomática y política del mundo.

Que el FMI negara a Venezuela este dinero claramente destinado a fines humanitarios, mientras «prestó» al exGobierno derechista de Mauricio Macri en Argentina 54 mil millones de dólares a sabiendas de que este mandatario había hundido al país y que el dinero iba a ser fugado hacia el exterior, como sucedió, muestra a las claras la característica criminal del sistema imperial-colonial y el terrorismo de Estado mundial que se nos aplica.

Esta realidad surge hoy despiadadamente sobre el dolor y la muerte, donde solo la verdad, la realidad y los ejemplos solidarios mantienen la esperanza de un mundo sometido a ensayos criminales.

Las denuncias y el estallido de la situación interna en el marco electoral en Estados Unidos, así como la solicitud de algunos países europeos, habría llevado a que finalmente suspendieran las maniobras con la Organización del Atlántico Norte (OTAN) «Europa Defender 20» en las últimas horas y después de trasladar soldados y equipos que han quedado atrapados en una región gravemente afectada por la pandemia.

Pero vale la pena, en esta serie de comparaciones o estos espejos astillados, tomar las fuerzas y la unidad necesarias para impedir que, como advierte el español Piqueras, se intente comenzar «un nuevo tiempo del capitalismo (¿su lenta y larga agonía?), que sería de barbarización generalizada» para la mayor parte de la humanidad.

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Stella Calloni Periodista y escritora

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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