Algunas claves para comprender el conflicto en Colombia

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Por María Fernanda Barreto

Analizar la realidad política de un país, implica manejar gran cantidad de información y un método que permita relacionarla, para intentar comprender la totalidad. Una comprensión compleja del conflicto social y armado que vive Colombia debe superar, primero que todo, el reto de romper el cerco mediático que procura invisibilizarlo o presentarlo fragmentado, con informaciones inconexas e imprecisas. Por eso la importancia de aportar algunos datos sobre las contradicciones de la realidad colombiana para facilitar el acercamiento al tema del cual por supuesto, hay mucho más que decir. Esta tarea debería ocupar a todo el continente porque mientras no haya una verdadera solución política negociada en Colombia, que abra paso a la paz con justicia social,  no habrá paz en la región latinoamericana y Caribeña. Como herramienta básica para ello, queremos compartir unas consideraciones mínimas que creemos fundamentales tener en cuenta:

  • Colombia es el único país de América del Sur que no ha vivido en paz en los últimos cinco siglos y continúa en guerra. Inició el siglo pasado con una guerra civil conocida en la historiografía como “la guerra de los mil días”, que dio oportunidad a los Estados Unidos para promover en 1903 la  secesión del istmo de Panamá. En dos ocasiones, 1911 y 1932, sostuvo confrontaciones armadas con Perú por asuntos limítrofes durante varios meses. Luego, en medio de la llamada “época de la violencia”, en la que las fuerzas conservadoras cometieron atroces actos de violencia política contra las mayorías populares vinculadas al liberalismo, es asesinado  el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y surgen entonces las primeras guerrillas liberales.
  • En 1964 nacen las más grandes organizaciones  guerrilleras de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). 
  • A los pájaros y chulavitas, primeros paramilitares al servicio del partido conservador, le sucedieron los grupos paramilitares de autodefensas.
  • Luego del ELN y las FARC, insurgieron más de una docena de organizaciones armadas revolucionarias entre ellas, el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Movimiento Armado Quintín Lame y el Movimiento 19 de abril (M-19).
  • Al final de la década de los ochenta y principio de los noventa, se firman varios acuerdos entre grupos insurgentes y el gobierno que conducen a la desmovilización del Quintín Lame y el M-19,  y algunos sectores minoritarios de otras organizaciones guerrilleras.
  • La última década del siglo pasado y la primera del siglo XXI marcaron el apogeo del paramilitarismo que fue consolidándose como brazo armado del narcotráfico, el latifundismo y el despojo de los recursos naturales renovables y minero energéticos.
  • Con el apoyo definitivo de Uribe y del “Plan Colombia”, el paramilitarismo se convirtió también en un brazo armado de los intereses de las corporaciones estadounidenses, europeas y sionistas en el país.
  • El narcotráfico ha penetrado todas las instituciones del estado colombiano. El papel que cumplieran los carteles mexicanos frente a los antiguos carteles colombianos como el de Medellín y el de Cali, transportando la droga de México a Estados Unidos, cambió a partir de la década de los 90 cuando el gobierno estadounidense en alianza con el colombiano persiguieron a los grandes capos como Pablo Escobar y desarticularon los carteles. Contrario a sus declaraciones públicas, esta arremetida no acabó con el negocio sino que lo atomizó y lo colocó en manos de grupos más pequeños. En enero de 2016 el entonces ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, declaró que los grandes carteles del narcotráfico de hace 20 ó 30 años mutaron hacia pequeñas organizaciones criminales que siguen controlando el mercado de la droga, pero que a su juicio no representan una amenaza para la democracia. La realidad es que paulatinamente estos pequeños grupos se han ido subordinando a los carteles del norte, es decir, los mexicanos y por supuesto el cartel estadounidense, mejor conocido como la DEA. El narcotráfico se ha imbricado con el aparato militar, la economía y, por supuesto, con la política por lo que se habla de paramilitarismo pero también de paraeconomía y parapolítica.
  • Desde Colombia se concretó la única agresión militar directa entre países de América del Sur del siglo XXI con el bombardeo a territorio ecuatoriano en el 2008, durante la presidencia de Álvaro Uribe y la gestión de Juan Manuel Santos al frente del Ministerio de Defensa.
  • En agosto del 2016 un sector mayoritario de las FARC-EP representado por su Secretariado, firmó un acuerdo de paz con el estado colombiano durante el gobierno del presidente Santos, este ha sido en gran medida incumplido por el gobierno colombiano. En consecuencia, además del grupo de militantes de esta organización que se negaron a negociar y se mantuvieron en armas, insurgió en agosto de este año un grupo liderado por Iván Márquez y Jesús Santrich quienes retomaron la lucha armada con el mismo nombre.
  • Actualmente el ELN es el grupo guerrillero más grande y antiguo de Colombia y América. La mesa de diálogo que se había constituido entre el ELN y el estado colombiano durante el gobierno de Juan Manuel Santos, fue abandonada por el actual presidente Iván Duque, por lo que el ELN continúa activo y su delegación de paz permanece en La Habana, lugar donde se estaban desarrollando las conversaciones, a la espera de que el estado colombiano cumpla los protocolos establecidos con los países garantes -entre ellos Noruega, Venezuela y Cuba- para el regreso a Colombia de la delegación.
  • Colombia participa del negocio internacional de la guerra a través de las contratistas militares privadas que hacen presencia en su territorio pero también, se ha convertido en el principal proveedor de mercenarios para las contratistas que actúan en medio oriente.
  • En pleno siglo XXI en el marco del relanzamiento de la doctrina Monroe, la OTAN ha sumado a Colombia en el 2018, como el primer estado latinoamericano que se incorpora a la organización con el status de “socio global”.
  • En Colombia está en marcha un genocidio contra líderes y lideresas sociales que ya ha generado más de 700 muertes en los últimos tres años. Son víctimas principales de este genocidio líderes indígenas, de negritudes, ex combatientes de FARC, defensores y defensoras de derechos humanos,  y líderes y lideresas sociales, sobretodo de comunidades rurales, que luchan contra la erradicación forzada de los cultivos ilícitos, exigen la restitución de tierras y/o se enfrentan al despojo y expoliación de los recursos del país por parte de trasnacionales, particularmente minero energéticas.
  • Algunas cifras pertinentes:
    • Según el Centro de la Memoria Histórica que es una institución del Estado colombiano, en las últimas seis décadas 82. 998 personas han sido víctimas de desaparición forzada, lo cual es superior a la suma de todas personas desaparecidas en las dictaduras del cono sur.
    • Desde 1 de enero de 2016 y 8 de septiembre de 2019, un total de 777 personas líderes sociales y defensoras de Derechos Humanos han sido asesinados en Colombia, según cifras publicadas por Indepaz.  268 desde la posesión del Presidente Iván Duque (7 de agosto de 2018) hasta el 8 de septiembre de 2019. Dolorosamente, la cifra continúa creciendo, solamente el día 29 de octubre fueron asesinadas 7 personas más, 4 guardias y una gobernadora indígena, 1 líder campesino y un excombatiente guerrillero.
    • 7.7 millones de personas han sido víctimas de desplazamiento forzado en Colombia según ACNUR. Pero esta cifra también continúa en aumento.
    • Alrededor de 8.000.000 ha. fueron expropiadas a familias campesinas por el paramilitarismo, según Amnistía Internacional.
    • Según la ONU, Colombia produce el 70% de la cocaína del mundo y más del 90% de la cocaína que se consume en Estados Unidos, según el propio gobierno estadounidense, quien señala además, que existe un aumento sostenido en la producción de esta droga en los últimos años.
    • Según el Banco Mundial, Colombia es el segundo país más desigual de América Latina con un índice de Gini de 50,8 sólo por debajo de Brasil.
Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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