A 40 años de la Revolución popular de Granada (+ documental)

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Por Cris González

Granada es un país de habla inglesa de poco más de cien mil habitantes, ubicada geográficamente muy cerca de Trinidad y Tobago, al noreste de Venezuela y al sur de San Vicente y las Granadinas en el Caribe Oriental. Forma parte de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, Alba-Petrocaribe (ALBA-TCP).

Aquella isla de Barlovento fue protagonista entre 1979 y 1983 de una revolución que reivindicó al Black Power como movimiento de trasformaciones de la sociedad y que, como reacción, EE.UU. borró con inusitada violencia. Quizás la intervención norteamericana, ocurrida el 25 de octubre de 1983, fue el corolario de la ruptura sufrida por el proceso revolucionario que pudo haber empezado mucho antes del asesinato y desaparición de su líder y Primer Ministro, Maurice Bishop, junto a sus ministros y compañeros de causa.

A cuatro décadas de estos hechos Correo del Alba fue invitada a conocer la experiencia y descubrir un país pequeño en dimensiones geográficas, pero inmenso en el aporte a la historia del Caribe y América Latina.

Bahía de Saint George

Arribo a Saint George

Una cosa era verla en el mapa y otra fue el largo periplo para llegar hasta allá, lo que pone en evidencia la falta de conexión con el Caribe que tenemos en América del Sur. Desde La Paz tuvimos que sortear más de 30 horas para finalmente llegar una noche a mediados de febrero al Aeropuerto Internacional Maurice Bishop. Parecía un sueño el hallarse en el lugar que había sido la excusa principal de los ataques de la Casa Blanca contra la joven Revolución. Se decía desde un inicio que Cuba y la Unión Soviética construían una base de operaciones, un súper radar, y que se ponía en riesgo a los nacionales norteamericanos que se encontraban estudiando en la Universidad de St. George por esos años.

Una mezcla de sentimientos nos inundó cuando el avión de hélice abrió su puerta trasera y dejó salir a los casi 15 turistas y/o residentes que llegaban junto a nosotros a Saint George. La tibia noche con una inmensa luna nos trajo además la visión de un monumento en lo alto de una colina próxima a aquel lugar, dedicado a los 25 cubanos caídos que defendieron Granada contra la invasión yanqui, que apostó más de 7.300 soldados de tropas especiales

El equipo debía desarrollar un trabajo intenso en menos de cuatro días, así que iba a ser mucho el tiempo de caminar sus calles con temperaturas sobre los 35°, con cámaras y trípodes al hombro, sesiones de discusión y aprendizaje, para realizar entrevistas que permitieran conocer el curso de aquellas historias y dejar un documento para futuras generaciones. Con las ideas más o menos claras nos soltamos a la calle a recorrer esa dimensión desconocida.

Granada es también conocida como la isla de las especias y tiene como símbolo fundamental la nuez moscada, que la encuentras en todas las sazones de distintas maneras, incluyendo artículos de aseo y de belleza.

Nuestra primera aventura fue recorrer Saint George, la capital, ubicada al suroeste de la isla, que en su península alberga casas apiladas estilo inglés, repletas de color y de transeúntes nativos o extranjeros a la espera de grandes cruceros desde donde desembarcan miles de turistas cada día. Sorprende que el mar de la bahía de Saint George está a ras de suelo, que casi puedes tocar la quietud de su orilla con la punta del pie; parece una piscina, quieta y de color turquesa.

Mercado

Recorrimos el mercado popular donde se pueden encontrar una gran variedad de alimentos comunes a los países del Caribe, pero lo más asombroso son los collares de especias para sazonar, para curar dolencias, pero también para atraer la buena fortuna y espantar los malos espíritus.

Entre lo más curioso y extraordinario con que tropezamos cuando anduvimos en busca de gentes que hacen tareas fuera de lo común, está la historia de un vendedor de inmensas caracolas rosadas de tornasol, cual cerámica perfecta, ofrecidas en la otra orilla de la bahía, junto a los botes de pequeño y gran calado aparcados tan cerca de la vereda que se les puedes tocar.

Tras las huellas de Bishop

Claro, el inicio de las entrevistas en busca de Maurice Bishop no fue una tarea fácil, pero pronto comenzamos a conocer a aquel mítico líder que nos motivó llegar hasta Granada, nación cuyas luchas libertarias se remontan a los pueblos caribes, que dominaron la región hasta su exterminio a manos de los invasores europeos.

Fue el 13 de marzo de 1979 cuando surgió a la escena política la rebelión encabezada por Maurice Bishop junto a un grupo de jóvenes organizados en el partido New Jewel o Nueva Joya, quienes lograron derrocar al dictador Eric Gairy, quien a la sazón fungía como el Primer Ministro desde la independencia en 1974, pero que en realidad actuaba como un instrumento más de la dominación europea en el Caribe y mantuvo al pueblo fuertemente reprimido a lo largo de su mandato.

«Granada fue protagonista entre 1979 y 1983 de una poderosa revolución que reivindicó al Black Power como movimiento de trasformaciones de la sociedad»

Bishop y la New Jewel no sólo se plantearon la liberación de las y los granadinos del yugo pro-imperialista de Gairy, sino que además prometieron hacer una revolución con el pueblo y para el pueblo. Bishop era simpatizante del llamado Black Power, movimiento de raíz afrodescendiente nacido en EE.UU. en la década del 60 a 70, en respuesta a las duras condiciones de racismo y exclusión que enfrentaba dicha población. Este movimiento se extendió al Caribe y al continente africano, dando paso a figuras de la talla de los martiniqueños Frantz Fanon y Aimé Césaire, el trinitense C.L.R James, entre otros.

Maurice Bishop

De este modo, al llegar al poder, la Nueva Joya y Bishop plantearon en su primer discurso lo que sería la línea de acción principal de la Revolución: “Esta Revolución es para el trabajo, para la alimentación, para la vivienda decente y los servicios de salud, y para un futuro brillante para nuestros hijos y nietos. Los beneficios de la Revolución serán para todos, sin importar cuáles sean las opiniones políticas de cada cual o a qué partido apoyan. Unámonos todos como uno solo…”. Se delineaban con estas palabras los principios de una gesta destinada a la construcción de una sociedad justa, con mayor libertad y desarrollo, donde se ampliaran las posibilidades de crecimiento personal y colectivo en todos los ámbitos de la vida. Para ello se basaron en la promoción de la educación, vivienda, cultura, salud y trabajo digno. En el control soberano de los recursos naturales e independencia.

Al centro de la Guerra Fría

Bishop recurrió a la ayuda de Cuba y gobiernos progresistas de la región, así como al entonces bloque socialista encabezado por la Unión Soviética, con el objetivo de implementar un modelo económico granadino sustentado en cinco sectores estratégicos: agricultura, agroindustria, industria forestal, pesca y turismo.

Paralelamente, con los profundos procesos de alfabetización y reactivación económica se dio inicio a la construcción de un Aeropuerto Internacional, que potenciaría la principal fuente de divisas: el turismo.

A la par que el joven Maurice avanzaba en su propuesta de una patria libre y soberana, los EE.UU., sumergidos en plena Guerra Fría, vieron en él una amenaza, según contó el exmilitar de la Revolución granadina, Carlton Gibbs: “El temor era porque éste [Bishop] era un líder revolucionario afrodescendiente que además hablaba en inglés y cuyo mensaje liberador llegaba no sólo a los pueblos pobres de la América Latina, sino que de manera extraordinaria le hablaba a los pobres, a los migrantes y en especial a la sociedad afrodescendiente históricamente marginada de los EE.UU.”.

Todas las entrevistas hechas resultaron impactantes para nuestro equipo periodístico, por ejemplo, la que dio Peggy Nesfield, Jefa de Protocolo de Maurice Bishop, que en medio del diálogo no pudo contener el dolor. A ella le imaginábamos en su época, al lado del Presidente, como una joven afanosa y comprometida, construyendo un gobierno revolucionario.

Marines estadounidenses en Granada

Al recordar tiempos pasados indicó Nesfield: «Maurice era un hombre de ideología progresista, muy sensible a la situación de pobreza, muy comprometido con un plan que superara todos los problemas que enfrentaba el país”. Seguidamente, respecto a los gustos musicales del primer mandatario, sonríe y se alegra al recordar que Bishop era «un fanático del reggae, góspel, de toda la música en general; era un gran bailarín, amaba la cultura”.

De la misma manera, nos conmovió el testimonio de un primo mayor de Bishop, Bob Evans, de grandes ojos verdes que destacan sobre su piel morena y su barba blanca, quien en la época era ingeniero dedicado a la construcción del Aeropuerto de Point Salinas, actual Aeropuerto Maurice Bishop. Al principio Bob nos concedía respuestas cortas –entendimos que le era difícil hablar del tema–, pero a medida que transcurría la conversación se involucró con nuestra labor y narró pasajes inolvidables de su vida junto a su primo: “Con la muerte de Maurice la vida nos cambió, ya nada fue igual, nada nunca volvió a ser igual. Había que seguir, pero sin él, y eso se nos convirtió a toda la familia y amigos en un martirio”. 40 años después, no ha borrado la angustia de su memoria, la impotencia de haber sido testigo del ensañamiento contra quienes quisieron cambiar la historia de marginación a la que habían sometido al pueblo granadino.

«La división de las fuerzas gobernantes, la destitución y asesinato de Bishop, fueron el argumento necesitado por EE.UU. para continuar con su plan de intervención»

Un triste desenlace

Para todas las personas entrevistadas, la figura de Maurice es la de un líder genuino como no había existido hasta esos momentos y del que no han vuelto a encontrar en el correr de estas cuatro décadas. Era un hombre bueno de alma y acciones, algo ingenuo, y de verdad nunca pensó que correría la suerte que finalmente le deparó la vida. Él, junto a 15 de sus colaboradores, entre quienes se hallaba la ministra de Educación, Jacqueline Creft –quien además era su pareja y madre del hijo menor Vladimir Illich Bishop, acuchillado posteriormente en Canadá–, fueron asesinados y desaparecidos sus cuerpos en una demostración de que no sólo se trataba de una confrontación política para derrocarlo, sino de una conspiración para escarmentar a quienes se atrevieran a pensar como aquel grupo de jóvenes soñadores. Un plan de exterminio que acabó con su cuerpo físico, mas no con sus ideas, que hasta hoy prevalecen.

En el recorrido por libros, filmes, entre las conversaciones con amigos y colegas de Bishop nos enteramos de los pilares esenciales de la Revolución. Se trataba de cuatro revoluciones al unísono: revolución política, económica, cultural y científico-tecnológico. Al decir de Evans y el actual ministro de Relaciones Exteriores, el mayor y más latente legado de Maurice fue la revolución educativa, que ha permitido el avance de Granada.

En el ultimo día de nuestra estadía en Saint George, ya habíamos comido la típica del país, en busca del plato preferido de Bishop. Tomado una cerveza increíble, con poco grado alcohólico, llamada Caribe, escuchando la música de los Steel Band, interpretada magistralmente por una niña en pleno ensayo de su agrupación musical, y recorrido cada lugar por donde pasó aquel histórico líder.

En el trayecto a la casa donde fue detenido por parte de su compañero de partido, Bernard Coard, pensábamos en aquel concepto de traición que se impone a la lealtad y logra quebrar el curso de la historia. Fue Coard quien le propinó un golpe de Estado y ordenó su detención. Seis días después fue liberado por una poblada que acudió en su búsqueda en una improvisada cárcel donde otrora había vivido como Primer Ministro; posteriormente fue llevado con sus compañeros hasta el centro de Saint George, en cuyo mercado se aglomeraba la gente que quería escuchar un discurso suyo. Sin embargo, en instantes que se dirigía acompañado por las masas hasta el centro popular, el propio Maurice decidió no ir al mercado y encaminarse al Fuerte Rupert, una construcción colonial ubicada en una colina cuyo nombre original era Fort George, en honor a un rey inglés, pero que al triunfo de la Revolución se le bautizó como Fort Rupert en homenaje al padre de Maurice, quien por defender a un grupo de estudiantes de la represión de Gairy fue asesinado en el año 1974.

Steel Band

Aquel 19 de octubre de 1983 Bishop preparaba su discurso para dirigirse a las y los granadinos, mientras confiaba plenamente en que los militares jamás dispararían contra el pueblo. Pero la tarde de aquel fatídico día fue conmovida con detonaciones y ráfagas que anunciaban la muerte de aquella Revolución. Peggy presentía que algo muy malo estaba pasando desde antes de la llegada de Maurice, quien debía regresar la primera semana de octubre desde Cuba y Checoslovaquia. A ella le habían ordenado retirarse a su casa y descartaron el protocolo de aeropuerto. Sin embargo, no pudo determinar la magnitud de lo que se venía. Años más tarde, aún sin creer lo que había pasado, logró descubrir que se detenía un proceso que llenó de esperanza no sólo a su pueblo, sino que al mundo entero.

La división de las fuerzas gobernantes, la destitución y asesinato de Bishop, fueron el argumento necesitado por EE.UU. para continuar con su plan de intervención, la excusa perfecta para desatar la acción militar conjunta “Operación Furia Urgente». Bombardeos desde aviones y helicópteros, marines y una campaña mediática fenomenal terminaron con el último conflicto de la Guerra Fría.

Decenas de muertos y más de 500 heridos fue el saldo mortal de aquella jugada innecesaria de Reagan contra el pequeño país, quien señaló que gracias a su llegada a tiempo se pudo detener la cubanización de la isla, y por ende, la propagación de ese virus en la región. Esta afirmación la hizo sin ningún reparo, el mandatario estadounidense, al mundo a través de los medios de comunicación.

Atrás y desechas quedaron las mentiras que llevaron a la muerte a Maurice Bishop y sus colaboradores, al fin del proceso revolucionario y a la intervención yanqui. De Bishop dijeron que era autoritario y ejercía el culto a la personalidad, nada más alejado de la realidad, como supo confesarnos el honorable senador Chester Humphrey: “Al cabo de cuatro años todos cambiamos, pero Bishop siguió siendo el mismo”, un joven que se atrevió a soñar con un mundo mejor y contagió con sus anhelos a toda una generación, que dio su vida por Granada y que pagó un precio muy alto por aquel atrevimiento.

No podemos negar que fue en busca de Maurice Bishop que llegamos a aquel país tan cercano geográficamente y tan distante del común de la gente de Suramérica. Regresamos a casa con la promesa de volver pronto, fascinados con la posibilidad de descubrir un pueblo encantador, lleno de historia y que se construye y crece lejos de nuestro imaginario.

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VER DOCUMENTAL «Granada, pequeño país, gran revolución» (Víctor Casaús, 1980 – Cuba)

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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