Sarai Amorós: entre la saya y las crónicas alteñas

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Por Javier Larraín

Fotografías: José Lazo

A segundos de habernos presentado, la conductora de televisión cubana Sarai Amorós Ramos, luego de degustar una limonada, da paso a una viva plática donde pareciera querer devorar y contar el mundo, de allí que indistintamente nos hable de Hegel, del estilo narrativo de William Faulkner, de los poemas homéricos, de Isidoro Belzu y hasta de la pintura impresionista y el valor de Le Corbusier para la arquitectura. Desea abarcar y agotar el máximo conocimiento posible.

Se disculpa de no poder presentarnos un libro, como le habíamos solicitado previamente, sino dos, pues nos confiesa que ese es su modus operandi como lectora: “En la Universidad de La Habana, donde estudié Filología, me obligaban a leer unos 15 libros a la vez, por asignatura. ¿Qué ocurre? Nos enseñaron a ir leyendo las primeras 40 páginas de cada texto, de modo que no te atrasaras y terminaras con mayor calma el que más te interesara. Desde esa experiencia no puedo estar con un sólo libro, me aburre y lo dejo. Por eso leo de dos, un día unas páginas de uno, al siguiente unas del otro”.

Sarai nos comparte su gusto por los cuentos al tiempo que reivindica el ensayo, género literario que desarrolla actualmente. Ante la interrogante de cuál es su autor preferido no duda en responder de nuevo de manera par: Julio Cortázar y Rufo Caballero. ¿Y su título predilecto? Aquí no hay equívocos, presurosa revela que es La tridestilación de la ventana (2013), del poeta Jaime Taborga, y se permite un espacio para hablar del autor: “Al cursar mi maestría en literatura en la UMSA me encontré con una persona que marcó mi vida intelectual, Mónica Velásquez, a quien le pedí fuera mi tutora y orientara en un tema boliviano cuyo autor trabaja la imagen. Así me encuentro con Taborga, que hace una poesía narrativa, muy conceptual y visual, quien me permitió además ver la imagen desde la literatura”.

“Aquí se analiza la realidad desde la literatura. Es bien lindo porque accedes a momentos y contextos que yo, al no ser boliviana, desconozco».

Se declara fan del escritor francés Gustave Flaubert y su Madame Bovary, novela que leyó de una página al día –para disfrutarla y prolongarla en el tiempo– y le abrió las puertas al feminismo, e inmediatamente nos convida a reflexionar de la primera lectura que recuerda haber realizado conscientemente, Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde: “Cuando pequeña tenía un problema grande con el tema de la negritud, no tenía la capacidad de aceptarme como negra, deseaba ser blanca, tener el pelo largo y lacio. Entonces mis padres no sabían cómo explicar que esa era mi línea y mi familia, y me dicen: ‘te vamos a comprar un libro que te va a encantar porque después te vamos a llevar a ver una obra de teatro donde van a representar el libro’, hablaban de la zarzuela Cecilia Valdés. Leí este texto durante dos semestres del colegio y me gustó porque aparecía la figura de la ‘mulata’, representada en un contexto de anti esclavismo en el siglo XIX, hasta que tropecé con otro problema, que yo no soy mulata sino negra. A lo que mi mamá me respondió: ‘No tiene importancia que seas multa o negra, sino que seas como el personaje, que se siente a sí misma propia y única, siendo una mezcla, no siendo ni negra ni blanca. Fue una gran lección”.

Con tal preámbulo la figura televisiva toma entre sus manos el primero de los libros que seleccionó para los lectores de La Correo: La política de la Saya. El movimiento afroboliviano, de George Komadina y Pablo Regalsky (Plural Editores, 2016). Continúa con su recomendación: “Es una investigación que ahonda en los orígenes del movimiento de la saya y el cómo a partir de éste se ha gestado una política desde y del afroboliviano en búsqueda de sus derechos, igualdad y reconocimientos. Resulta novedoso porque se ha estudiado desde la perspectiva de lo que ‘yo como afroboliviano’ voy a aportar al Proceso de Cambio, no como subyugado sino como actor activo. Quizás deba agregar que hay una cosa con la que no estoy de acuerdo –y se la comenté a uno de los autores cuando lo entrevisté–, y es que antes de definirme como ‘afro’ prefiero seguir llamándome ‘negra’. ¿Por qué soy afrodescendiente y no negra? Creo que soy negra no porque el opresor quiera sino porque en el mundo hay etnias, blancos, negros e indígenas. Estoy convencida de que el mejor paso de rebelión es usar la palabra del que te oprime para cambiar tu propia identidad, resignificarla, decirle que su palabra ya no te oprime”.

Por último, antes de despedirnos expuso su segunda lectura: No me jodas no te jodo. Crónicas escritas por y para El Alto, selección hecha por Alexis Argüello Sandoval (Sobras Selectas, 2018). Al respecto Sarai diserta: “Aquí se analiza la realidad desde la literatura. Es bien lindo porque accedes a momentos y contextos que yo, al no ser boliviana, desconozco. Por ejemplo, se habla de El Alto desde perspectivas históricas y de ficción, desde la cotidianeidad, una crónica narra un atropello, otra de la calle de las Brujas, etc. Es francamente bello este libro porque brinda lo justo: lees literatura, conoces el ámbito cultural y apoyas una producción nacional”.

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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