¿Quién fue Henry Reeve? (+ documental)

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Por Orlando Rincones

En 2005 Estados Unidos fue estremecido por el efecto devastador del Huracán Katrina. Desde las costas de Florida hasta Texas, el impacto de este fenómeno natural  fue realmente dramático y abrumador. Ciudades enteras –como New Orleans– quedaron bajo las aguas, dos mil personas perdieron la vida y los daños materiales sobrepasaron los 100 mil millones de dólares.

Ante esta tragedia, el gobierno de Cuba conformó una brigada de mil 500 médicos para ir a brindar su apoyo incondicional a las víctimas del Huracán, el nombre que adoptó este nuevo contingente de médicos internacionalistas cubanos fue el de “Brigada Henry Reeve”.  Como era de esperarse, la administración Bush desestimó el apoyo brindado por Cuba, los médicos no viajaron, pero la Brigada quedó activada y lista para prestar su concurso en cualquier lugar del mundo, tanto en situaciones de desastres como ante graves epidemias.

Pero la gran pregunta es, ¿quién fue Henry Reeve? Contrario a lo que se pudiera pensar, Henry Reeve no tiene ninguna relación con el campo de la medicina o la ciencia y, además, como deja entrever su apellido, no es cubano de nacimiento.

Henry Reeve fue un joven militar e idealista estadounidense nacido el 4 de abril de 1850 en el Brooklyn-Nueva York. Desde muy joven Reeve abrazó la carrera de las armas y siendo apenas un adolescente sirvió en los Ejércitos de la Unión (en la Guerra de Secesión), desempeñando la función de tamborilero.

Transcurrida la primera mitad del siglo XIX, aún quedaban en América territorios sumidos bajo el oprobioso yugo de la dominación colonial, uno de estos territorios, la cercana isla de Cuba, en octubre de 1868 había dado inicio a su largo proceso de luchas independentistas con el célebre «Grito de Yara» de Carlos Manuel de Céspedes en el oriente cubano. Anoticiado Reeve de esta nueva y desigual confrontación entre el pueblo cubano y el obstinado imperialismo español, decide enrolarse en una expedición, junto a un pequeño grupo de compañeros, para ir a apoyar a los independentistas cubanos.

El grupo de expedicionarios norteamericanos llegó a Cuba en 1869, desafortunadamente, al momento de su desembarco, son sorprendidos por los españoles y capturados. Todos los prisioneros fueron puestos frente a un pelotón de fusilamiento y abatidos, entre ellos Henry Reeve, quien recibió cuatro impactos de bala. Los españoles, en un acto de arrogancia y desprecio por la dignidad humana, no sepultan los cadáveres y los dejan a la intemperie, un desplante que más temprano que tarde les pasará elevada factura. Pese a las cuatro heridas recibidas Reeve no murió, despertó y con el impulso de un postrero aliento se esfuerza por salir de aquel lugar, aparta como puede los cadáveres de sus compañeros y se arrastra en busca de oxígeno, de una nueva oportunidad, es la lucha del hombre contra su destino, un rasgo que caracterizará por siempre su personalidad. Avanzando hasta donde le acompañaron sus fuerzas, el joven norteamericano queda tendido sobre el camino, para su fortuna una patrulla de independentistas cubanos lo encuentra y lo llevan a su campamento, donde curaran sus heridas.

Esta fue la carta de presentación de Reeve en el Ejército Libertador cubano. Recuperado de sus dolencias el nobel militar se incorpora en las filas revolucionarias y sirve bajo las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte, en una primera instancia, y luego bajo el mando del Mayor General Máximo Gómez. Junto a ambos próceres cubanos Reeve va a disputar 400 combates a lo largo de siete años. El joven estadounidense va a distinguirse rápidamente por su arrojo y valor sin igual. Producto de esta bizarría desmedida, en 1871, en un desigual combate que perdían los cubanos ante una fuerza cuádrupla del enemigo, Reeve, que servía en el arma de caballería, se abalanza sobre una batería realista y logra reducirla, esta sola acción eleva el ánimo de los cubanos, quienes se reincorporan con mayor brío a la lucha y logran voltear a su favor el resultado de la batalla. Por esta heroica acción Reeve es ascendido a General de Brigada, sin embargo, no todo son buenas noticias para el flamante general. Henry Reeve ha sido herido gravemente en sus piernas y el parte médico es para nada halagador, los médicos pronostican que no volverá a caminar y mucho menos a cabalgar.

«Reeve va a disputar 400 combates a lo largo de siete años. El joven estadounidense va a distinguirse rápidamente por su arrojo y valor sin igual»

Apenas comenzaba Reeve a forjarse una brillante carrera en las filas de la revolución y se encuentra de nuevo frente un destino fatal; no obstante, en los planes del joven general no está el subordinarse a esa adversidad. Con la ayuda de tirantes metálicos, y luego de muchos esfuerzos, Reeve recupera la motricidad en sus piernas y puede caminar. No satisfecho con esto, el perseverante Reeve logra adaptar un mecanismo a su cabalgadura que lo mantiene “literalmente” atado a la misma, de esta manera vuelve a montar y a dirigir sus tropas, así combatirá durante casi cinco años.

Finalmente, en 1876, la muerte reclamará su apreciado y esquivo trofeo con Reeve. En el marco de la fracasada expedición de Oriente a Occidente, las tropas de Reeve se encontraban en campaña en Las Villas y ante la noticia de que en el poblado de  Yaguaramas se encontraban los españoles decide atacar esa localidad el 4 de agosto. El ataque de caballería  fue repelido enérgicamente por los realistas y Reeve retira sus tropas para evitar una debacle mayor. Sin embargo, en la retirada, Reeve y su pequeña escolta son sorprendidos y reducidos por los españoles. El joven oficial resiste como un león pero, al verse solo, herido, sin cabalgadura, rodeado de enemigos y casi sin municiones, Reeve prefiere utilizar el último cartucho de su pistola para acabar él mismo con su vida. Hasta el último momento de su existencia Reeve no se rindió ante la adversidad y prefirió la inmolación a la deshonra de la servidumbre.

Bajo este legado de perseverancia, valor y heroísmo la “Brigada Henry Reeve” había desplegado hasta 2019 un total de 36 misiones internacionalistas en 21 países del mundo, brindando asistencia de emergencia a 3.5 millones de personas en el marco de diversos desastres naturales y epidemias, como los terremotos de Irán, Armenia, Pakistán, Chile, Haití, Perú, México y China, los huracanes en Guatemala y Honduras, los tsunamis de Indonesia y Sri Lanka y las epidemias desatadas en El Salvador, Ecuador, Nicaragua y Honduras.

Cuando en 2014 el continente africano fue sacudido por la pandemia del Ébola, no dudó el gobierno cubano en extender su mano solidaria. La Brigada Henry Reeve fue desplegada en Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Guinea. Su trabajo fue tan extraordinario que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2017 distinguió a la Brigada con el Premio LEE Jong-Wook y 100 mil dólares en efectivo.  

En la actualidad (2020), en el marco de la lucha mundial contra la terrible pandemia del coronavirus, la Brigada Henry Reeve se encuentra desplegada por todo el mundo, en la primera línea de batalla contra la mortal enfermedad, a solicitud expresa de los gobiernos de España, Italia, Andorra, Francia, Nicaragua, Venezuela, China, Jamaica, Barbados, Belice, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Angola, Qatar y en más de la mitad de los 66 países que mantienen acuerdos de cooperación en materia de salud con Cuba.

Sin lugar a dudas, ante las dificultades y obstáculos que puedan amenazar el desempeño de la Brigada Henry Reeve en contextos tan disímiles y complejos como los señalados, la voz del joven general Reeve volverá a resonar en el campo de batalla, como en África, América, Asia, Oceanía, Medio y Lejano Oriente, llamando de nuevo al combate a sus tropas de batas blancas, mostrando con su propio ejemplo de valor y desprendimiento lo que un verdadero internacionalista está dispuesto hacer por vencer la adversidad y torcer su destino.

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Orlando Rincones Historiador

VIDEO Documental “Henry Reeve… de allí donde se muere”

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