¿Es la última curva o la recta final?

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Para los amantes de la hípica eso suena conocido. Los jinetes y sus caballos harán el último esfuerzo… ¿o es que queda carrera para conservar el aliento?

Al menos eso hemos vislumbrado sobre la elección presidencial de los Estados Unidos, cuyo resultado, sin embargo, no cambiará su rol estructural como país cabeza de un imperio político y económico, pero que ratificará o redefinirá el marco geoestratégico de su accionar geopolítico.

Así de simple. El mundo seguirá girando y otras crisis en sus respectivos planos se articularán con esos resultados, exigiendo nuestra atención.

No olvidemos que la crisis climática, bioambiental, del patriarcado, o las de los diverso niveles de la economía, la psiquis o la cultura seguirán desplegándose cualquiera sea el resultado de la elección en los Estados Unidos y sus efectos en la crisis de las clases y actuales hegemonías a nivel global.

Esta semana la banda de los cuatro, Estados Unidos-Inglaterra-Francia y Alemania, iban a realizar una cumbre para definir las lóneas rojas de las actuales y futuras guerras “inmediatas” (militares, políticas y económicas). Paralelamente (o a continuación 86 países aliados iban a ratificar su aquiescencia en la Base Norteamericana de Ramstein, en suelo alemán).

Sorpresivamente Biden ha suspendido dichas reuniones. La explicación que se ha dado ha sido que los temporales han sido muy fuertes en Florida y él desea monitorear la ayuda.

La verdad puede estar en otra parte.

Primero, independiente de las encuestas de CNN, y otras de su sector, la votación de Trump sigue siendo superior a la de Kamala.
No es un juicio de valor, sino la evidencia de otros hechos, encuestas o decisiones como la de suspender el encuentro de Ramstein.

Segundo, Trump ha manifestado su desacuerdo con la política aplicada por los demócratas en los casos de Ucrania e Israel. Lo cual significa que no tiene sentido fijar políticas y líneas rojas o azules en Ramstein, que no se van a respetar, lo quiera o no Borrel, von der Layen, Guterres y otros “tomadores de decisión”.

En esa situación las piezas del puzzle internacional mantendrán su autonomía relativa. Zelenski acelerará sus recorridos por Europa mendigando los últimos dineros y reclutando los últimos mercenarios, en tanto Putin consolidará su control al Este del río Dnieper y la región del Donbass. A su vez, Netanyahu preparará su respuesta dura y breve, según afirma, con mucha probabilidad sobre las instalaciones en las que Irán procura construir su bomba nuclear shiíta y propia.

Hagan juego señores, que las apuestas de atacar los pozos petroleros, recomendada como respuesta públicamente por Biden, han disminuido su probabilidad.

Para quienes olvidan el escenario global puede parecer desligado de lo anterior el derrumbe de la industria del automóvil alemana o el crecimiento en esa industria de los chinos, el ascenso de los antisistema en Alemania que rechazan la instalación de proyectiles que pudieran amenazar directamente a Rusia, pero en esta fase de la crisis se hace cada vez más evidente que todo está interconectado.

El aleteo de una mariposa en Tokio (o la autorización para rearmar su Ejercito y dotarlo con bombas nucleares) puede significar una tormenta en Nueva York (o algo peor).

Cada país con algo de “soberanía” mueve sus piezas para asegurar su supervivencia en los distintos escenarios que este derrumbe le impone.

Cada alianza y agente de alguna modalidad del proceso general de la Acumulación Global de Capital toma sus previsiones y actúa en consecuencia.

¿Detrás? Solo está el carácter de la crisis perfecta, sobre la que en algún momento cabe reflexionar para sacar las consecuencias.

Pero no se preocupen, en este giro de la ruleta y por violentas que sean las apuestas en Ucrania o Medio Oriente la eventualidad del inicio del uso de bombas nucleares tácticas ha sido postergada.

Ello se dice con eufemismos, pero ya ha sido anunciada con la renuncia de Biden a intentar ordenar su gallinero internacional en forma previa a la elección gringa.

Allá vienen corriendo los jinetes, señoras y señores, pero aún queda tiempo para las pequeñas apuestas en cash…

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Rafael Kries Chileno, economista

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