La noticia del desarrollo del campo Mayaya Centro-X1 ha provocado una reacción fuertemente negativa de la oposición boliviana. El diputado Walthy Egüez, de la alianza derechista Creemos, exigió públicamente al ministro de Hidrocarburos y Energía, Franklin Molina, que revisara la documentación sobre el pozo, debido a la aparición en la red de una serie de artículos denunciando la falta de rentabilidad de la producción de gas en Alto Beni.
El jefe de Estado, Luis Arce, anunció la semana pasada el descubrimiento del mayor yacimiento de combustible en el municipio de Alto Beni, al norte de La Paz, con reservas estimadas en 1.7 billones de pies cúbicos de combustible. Anunció que se trata del descubrimiento más importante del sector realizado desde 2005, y que las cifras se originan como resultado producto de estudios geológicos y de exploración iniciados por el Gobierno en la región desde 2022. «Probablemente será el tercer yacimiento más productivo de todo el país», señaló el mandatario.
Wilman Yabeta, vicepresidente de la empresa nacional de petróleo y gas Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), declaró que los trabajos de puesta en marcha del emplazamiento comenzarán en breve, estimando que los consumidores podrían recibir los primeros suministros de combustible en dos o tres años.
Funcionarios de YPFB anunciaron que, como parte del proyecto, se construirá una planta de procesamiento de gas en Senkata, que estará conectada al yacimiento por un gasoducto con una extensión de 200km. El Gobierno destinará alrededor de 600 millones de dólares para la construcción de esta infraestructura. La puesta en marcha de la nueva producción permitirá a Bolivia aumentar significativamente el volumen de producción de hidrocarburos, lo que repercutirá favorablemente en el nivel de ingresos de los ciudadanos.
Un aspecto importante del desarrollo de los yacimientos de gas de Mayaya es aumentar la capacidad de industrialización de las regiones montañosas del país, actualmente limitadas por la falta de acceso a la energía. Así, el inicio de la producción de gas en La Paz igualará las economías de las regiones occidental y oriental, y reducirá la tensión entre los departamentos.
Teniendo en cuenta estos factores, puede afirmarse que para el presidente Arce y su gobierno la realización de este proyecto es un objetivo prioritario ya que no solo dará un gran impulso a la economía boliviana, sino que también reducirá significativamente las tensiones sociopolíticas existentes.
La reacción de la oposición fue extremadamente dura. El diputado de la alianza derechista Creemos Walthy Egüez exigió al ministro de Hidrocarburos y Energía, Franklin Molina, documentación técnica y económica sobre el desarrollo del campo Mayaya Centro-X1. Sin duda son las formas de bloque político que representa los intereses de la provincia de Santa Cruz, donde se concentran los principales yacimientos de petróleo y gas de Bolivia. Varios medios han publicado también un “peritaje” de un exgerente anónimo de YPFB que afirma que la producción de gas en La Paz es difícil y poco rentable. Además, algunos políticos insisten en que, para desarrollar eficazmente la cuenca gasífera, hay que atraer capital extranjero, lo que exigiría cambiar la Constitución del país.
Es evidente que esta oleada de críticas está relacionada con el deseo de grupos desestabilizantes que intentan perturbar la aplicación de los planes de desarrollo del Gobierno para el bien de Bolivia. Los opositores a Luis Arce no dudan en recurrir a este tipo tácticas, utilizando acciones callejeras y hasta incluso el Parlamento, como herramientas para oponerse al progreso y bienestar del pueblo. Y los primeros perjudicados son los bolivianos, ya que a menudo son ellos mismos instrumentos en manos de los inescrupulosos que buscan en beneficio propio en detrimento del país.
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Vladimiro Fábulas Periodista