Cuáles son los desafíos del MAS

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La Revolución Democrática está en asedio. La recuperación del gobierno en 2020 no ha significado la certeza que se vaya por el mismo sendero. Más allá de las personas, los procesos tienen parámetros que los identifican. En nuestro caso, resolver los problemas prioritarios de la gente y la captación del excedente económico para una redistribución justa y que impulse el desarrollo vía industrialización, en el marco de un plan que surja del debate y la priorización estratégica. Hoy la disputa política se reduce a las formas y no a cuestiones de fondo, extravío nada nuevo en nuestra historia.

Analicemos lo ocurrido en 1952. La aventura se gestó como un golpe de mano, un grupo de militares y carabineros tomarían preso al Presidente y posesionarían al nuevo. La trama fue planeada por Siles Zuazo y el futuro presidente sería Víctor Paz; el plan se frustró por la declinación a último momento del Comandante del Ejército; la orden de Siles de volver a sus casas a una masa que había tomado la Plaza Murillo cayó al vacío, estas continuaron con la insurrección. En esas filas destacaba el dirigente Juan Lechín y la acción de los mineros que tomaron la Base Aérea de El Alto y la ciudad de Oruro, dejando la ciudad de La Paz en manos de los insurgentes. Rendido el Ejército, la situación política había cambiado. Los conspiradores habían sido desplazados por los insurrectos, quienes se ganaron su lugar; cuatro ministerios fueron concedidos a la flamante Central Obrera Boliviana (COB), que emergió de los combates callejeros de mineros, fabriles, gráficos, estudiantes, empleados públicos y la adhesión de los campesinos.

Al momento de su fundación, la COB agitó un programa diferente al del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR): la nacionalización de las minas y la revolución agraria. Así la conducción revolucionaria tenía tres tendencias; antes de la conclusión del año se frustró un golpe de Estado, dirigido por los fracasados de abril; la respuesta mostró el verdadero poder de las masas: las milicias obreras y campesinas; en el medio se encontraba Paz Estenssoro.

Los planteamientos de la COB fueron atendidos el 31 de octubre de 1952 y el 2 de agosto de 1953, con concesiones que mantenían nuestra condición de proveedor de materias primas al primer mundo. Por otro lado, alentaba la tenencia individual de la tierra en contra de la propiedad comunal y la hacienda productiva, además de promover el latifundio en las tierras vírgenes del Oriente.

El segundo gobierno del MNR, presidido por Hernán Siles Zuazo, puso las cosas en orden, la institucionalización buscó reponer el Ejército y se inició un plan para destruir las milicias; se golpeó a la población con la devaluación, el cierre de minas y el recorte de la pulpería que desde tiempos coloniales era parte del salario; se alentó el paralelismo sindical –Cobur–  interviniendo congresos, desconociendo las direcciones legitimas; se dio paso a las transnacionales del petróleo. La dirigencia sindical, con mayoría parlamentaria, fue chantajeada para apoyar sus medidas antipopulares a cambio de la dictación del Código de Seguridad Social; el ser parlamentario se convirtió en un campo de disputa interna, al igual que la distribución de los saldos de uniformes norteamericanos, mientras la aspiración de las fundiciones de estaño era contestada con estudios técnicos que señalaban su inviabilidad; la solicitud de inversión en la minería era respondida con la promesa de la ayuda americana.

Las elecciones de 1960 fueron el escenario para recuperar las banderas de Abril, el binomio Paz-Lechín daba esa esperanza, la ilusión se diluyó rápidamente. Lechín fue enviado al exilio dorado y con sucesivos estados de sitio el Gobierno desconoció el control obrero y puso a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) bajo la conducción del grupo asesor extranjero que centraba su restructuración en la reducción de la fuerza de trabajo, mientras que el grupo duro de dirigentes de Siglo XX fue encarcelado. La izquierda, en medio de una masa intuitivamente revolucionaria, se puso a construir el partido de vanguardia, cuando el sindicato ya jugaba ese rol. La resistencia continuó, la reelección de Víctor Paz fue el detonante para que la resistencia avance y no hubo otra manera de pararla sino con un golpe de Estado preventivo dado por el general René Barrientos. Se cerraba la democracia liberal y abría el ciclo dictatorial. Así fue horadada la simiente de la gesta de abril de 1952, se iniciaba el enfrentamiento de la empresa estatal contra sus trabajadores.

El capitalismo de Estado, con recursos de la minería, dio vida a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), desarrolló la agroindustria, vertebró el territorio nacional, creó la industria liviana de alimentos y ropa, pero nunca se animó a borrar nuestro carácter primario exportador, lazo de nuestra dependencia. Agotado el modelo del nacionalismo revolucionario devino el neoliberalismo, que destruyó las empresas estatales e impuso un sistema de partidos para marginar a los sindicatos de la política.

El modelo neoliberal se derrumbó cuando las promesas de crecimiento no se cumplieron y la expoliación penetró a la seguridad social y los servicios de agua; la pretensión de exportar el gas a los Estados Unidos, creando una planta de regasificación en Chile, colmó la paciencia y devino en crisis política. Es sobre esta ola que nace el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), como instrumento de las organizaciones campesinas, cuyos planteamientos políticos se aprobaron en ampliados y congresos. También su discusión irradió en los congresos de la COB.

El MAS-IPSP, nacido en 1995, tuvo que sortear batallas legales y escaramuzas internas para consolidarse como base de la unidad indígena popular y hacer de Evo Morales Ayma un líder nacional. El proceso avanzó nacionalizando los hidrocarburos y algunas minas, la renta petrolera le permitió emprender obras de envergadura como el sistema de carreteras a nivel nacional; obras monumentales como el Teleférico y la planta de urea. Sin embargo, no se superó el carácter primario exportador del país y los minerales y el gas siguen fluyendo al mercado mundial: la responsabilidad de su ejecución de los proyectos estaba dada a profesionales y empresas ganadoras de licitaciones. Los sujetos históricos –obreros y campesinos– dejaron de ser conductores y pasaron a ser beneficiarios. La ejecución del golpe de 2019 los sorprendió en un rol que no se les había asignado, la defensa del proceso.

La recuperación del Gobierno fue rápida, por el desastre de la gestión de Áñez y la memoria fresca de la de Evo; lo corto no dio paso a un balance crítico y autocrítico de la gestión y la urgencia obligó a la búsqueda del candidato aglutinador. El triunfo contundente de Arce, con la participación de las organizaciones sociales, lo llevó a un reconocimiento con la distribución  de cargos, por eso sus eventos sindicales se centraron en la elección de los dirigentes antes que elaborar programas de lucha en beneficio de los sectores a la vez que se construye la sociedad del Vivir Bien. Los campesinos, pequeños productores, en su lucha por la tierra, ¿ampliarán sus propiedades o consolidarán lo que tienen en una economía asociativa ecológicamente sustentables? ¿Los mineros pasarán de asalariados a productores independientes garantizando su bienestar y devolviendo la riqueza nacional al país, dejando de ser parte de la cadena del saqueo imperialista?

El problema fundamental del momento es reconstruir las organizaciones sociales, unirles y asumir  un norte político en el que todos los bolivianos estamos unidos: la construcción del Estado Plurinacional. En manos de Evo, único líder campesino, está el convocar a la “revolución en la revolución”, con un nuevo programa que incorpore a las bases en los procesos productivos y en las decisiones políticas; que expropie a los que lucran con los recursos naturales y la explotación de otros bolivianos. Al fin distribuyendo responsabilidades por la fidelidad al Proceso de Cambio y la comprensión de la sociedad que queremos construir.

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José Pimentel Boliviano, exministro de Minería y Metalurgia

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