Inició su jugada la derecha boliviana al pretender victimizar a Luis Fernando Camacho, detenido por implicaciones directas en el caso Golpe de Estado I, por el que cumple prisión preventiva en la cárcel de Chonchocoro, y a quien su círculo lo declara como “preso político” y así se define, en una misiva dirigida al presidente del Estado Plurinacional, Luis Arce Catacora.
Una imagen de víctima que está lejos de ser la suya, por algo será por lo que su apodo patriarcal es el de “macho Camacho”, del cual se ufanó siempre. Las pruebas de la Fiscalía evidencian que fue una de las principales figuras en los actos de sedición en contra el gobierno de Evo Morales en noviembre de 2019, lo que se investiga en el caso Golpe de Estado I. Causa, además, por la que la justicia boliviana ha detenido y está realizando juicios a los responsables a fin de que cumplan condena penal por los daños causados a la constitucionalidad y democracia del país.
Mientras incitó y jugó al héroe no se hizo pública ninguna afección del «Macho Camacho» pero apenas fue detenido apeló a su “malogrado” estado de salud, con informes médicos y demás. Otra de las tantas tácticas basadas en el dramatismo en el que la derecha es experta, creando escenarios de catástrofe, enfermedad y muerte para victimizar a los victimarios, un libreto que ya se conoce.
Camacho, que hace poco incitó a que se desataran hechos violentos que dejó al menos cuatro personas fallecidas, violación masiva a una mujer, decenas de heridos y daños a la propiedad pública y privada, durante el “paro cívico” que exigía la realización del censo en 2023 y que terminó pidiendo la renuncia del presidente Luis Arce, develando las intenciones reales detrás de la protesta. Hasta la fecha desde su detención, 28 de diciembre pasado, 23 instituciones han sido destruida por hordas que en su nombre, han quemado instituciones públicas y privadas entre ellas la casa del, Ministro de Economía, amenazado, secuestrado, un escenario dantesco provocado por personas que dicen defender la democracia.
Bajo un liderazgo que surgió por el golpismo ahora intenta auto erigirse como el salvador de la democracia y el más íntegro moralmente, lo que es absurdo conociendo sus acciones de calle con tan violento proceder. Además, su figura en lo personal ha sido cuestionada por corrupción, en el caso de Fernando Pacheco y las coimas en la Gobernación de Santa Cruz, aparte de otros dos escándalos más que también tocan a su familia: “Represento la lucha por la democracia, represento la indignación de millones de bolivianos con la corrupción y los abusos de su partido y de su gobierno, pero, además, represento la esperanza y la ilusión de una Bolivia distinta a la suya” escribió en la carta al presidente Arce.
El mismo discurso del que se ha valido la derecha latinoamericana, para justificar la violencia, supuestos defensores de “una democracia” basada en sus intereses económicos. La misma que les impulsó a incursionar en el ámbito político. En el camino queda demostrado que sus ambiciones pasan por encima de la vida de las personas, que buscan confrontar y finalmente llegar al poder para torcer a beneficio propio y de su entorno, el manejo de empresas y de leyes que les favorezcan. Ya hemos asistido a este tipo de espectáculos en figuras apoyadas por intereses foráneos, usadas, desgastadas y venidas a pique, es posible que Camacho, sea otra de estas, al igual que Juan Guaidó, con el que se le comparó en diferentes oportunidades.
El vocero presidencial Jorge Richter, denunció en rueda de prensa este 3 de enero, que la violencia, el intento de acorralar al Estado y presionar desde Santa Cruz por la liberación de Camacho, tiene como base razones de impunidad, un hecho que “no sucederá”.
La justicia seguirá su curso y es posible que la detención preventiva sea aumentada entre cuatro y seis meses, mientras se ordenan los expedientes para determinar la responsabilidad e implicaciones en este caso, que llenó de sangre y dolor al país en 2019.
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Nahir González Correo del Alba
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