El diálogo y lo afirmativo venezolano

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El término “armisticio”, de origen latino, sirve para referirse a la suspensión de hostilidades que se pacta entre ejércitos en conflicto, aunque no implica el fin del conflicto y la consecución de la paz.

En Venezuela, hasta en la guerra convencional siempre existe espacio para la racionalidad y el encuentro, la construcción de acuerdos mínimos, como ocurrió hace 200 años con el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra de la independencia, firmados entre los representantes Patriotas y los representantes de las fuerzas extranjeras. “Si de nuestra historia no sacamos ninguna lección dinámica, no hay por qué suponer que la encontraremos en otra parte”, escribió Augusto Mijares en su obra Lo Afirmativo Venezolano.

El 13 de agosto del presente año, en México, las delegaciones del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y un sector de la oposición (la Plataforma Unitaria de Venezuela), pactaron un acuerdo de entendimiento para iniciar diálogo directo y negociación que tienen como agenda los siguientes puntos: 1) Derechos políticos para todos; 2) Garantías electorales para todos. Cronograma electoral para elecciones observables; 3) Levantamiento de las sanciones. Restauración de derecho a activos; 4) Respeto al Estado Constitucional de Derecho; 5) Convivencia política y social. Renuncia a la violencia. Reparación de las víctimas de la violencia; 6) Protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo venezolano; 7) Garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado.

En dicho dialogo estará como facilitador el Reino de Noruega y como  acompañantes el Reino de los Países Bajos y la Federación de Rusia. Igualmente, las partes firmaron el objetivo de llegar a un acuerdo, a través de una negociación intensa, integral y pacífica, para establecer reglas claras de convivencia política y social, con respeto absoluto a la Constitución Nacional. Como método la negociación se dará bajo el principio de que nada está acordado hasta que todo lo esté.

También se estableció que las partes podrán celebrar acuerdos parciales si consideran que los temas sobre los que versen han sido suficientemente discutidos y si su implementación es urgente, necesaria o al menos verificables antes del término de negociación. Los planes parciales tempranos serán incluidos en el acuerdo final y serán irreversibles desde su emisión, sin perjuicio de que exista la posibilidad de ajustarlos a las circunstancias o mejorarlos, atendiendo entre otros el principio de progresividad.

El dialogo, la negociación y la participación democrática en el marco constitucional siempre serán herramientas útiles para dirimir diferencias. Al respecto es importante destacar que el diálogo y la negociación no son sinónimos. El diálogo es la primera etapa que sirve para generar las condiciones para que los actores involucrados entren en contacto directo en un ambiente de seguridad y la negociación es una segunda etapa donde se presentan los resultados de la fase de diálogo a las contrapartes, se buscan los puntos en común y las áreas de oportunidad para flexibilizar las posiciones de cada uno; y se identifican los acuerdos potenciales.

El líder, abogado penalista y excandidato a la presidencia de Colombia, Jorge Eliécer Gaitán, señaló en relación con la paz: “Nada más cruel e inhumano que una guerra. Nada más deseable que la paz. Pero la paz tiene sus causas, es un efecto. El efecto del respeto a los mutuos derechos”. La paz es más que un concepto meramente antibélico, es también social, de unidad nacional para la convivencia. Sin duda la diversidad cultural, étnica, el sincretismo religioso y de ideas son parte de la venezolanidad. Sobre lo afirmativo venezolano Augusto Mijares puntualiza: “(…) Explorar, valorizar y defender esa dimensión espiritual de Venezuela es tan importante como cuidar de su integridad material o más”.

La aceptación de la existencia de los pensamientos diversos es fundamental para la convivencia de cualquier familia o sociedad y es muestra inequívoca del nivel elevado de conciencia de sus integrantes. La diferencia entre tolerar y aceptar tiene una gran importancia en las relaciones humanas, porque el hecho de tolerar a alguien y no aceptarlo actúa como un filtro sobre lo que percibimos de esa persona y, por lo tanto, nubla nuestra percepción de la realidad. Todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos, y deben comportarse fraternalmente como base de los Derechos Humanos.

Esa aceptación y el respeto mutuo en una sociedad diversa como la venezolana ocurre inicialmente por reconocer la existencia del otro como sujeto de derechos y deberes que puede tener diferencia y coincidencias en realidades y muchos otros aspectos. Ello entendiendo al otro como poseedor de pensamientos, ideas, reflexiones, sentimientos, totalmente distintos a los nuestros. El reconociendo también está íntimamente ligado al asumir y acatar las normas de convivencia, las leyes e instituciones.

Frente a lo que Augusto Mijares denominó “los sembradores de ceniza”, promotores permanentes de que nos sintamos avergonzados de ser venezolanos y venezolanas, debemos contraponer otra de sus tesis: “Aun en los peores momentos de nuestras crisis políticas, no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar por la Patria”. 

En distintas épocas, indiferentemente de la situación, si algo demuestran los ciudadanos de este país son la rebeldía, la resiliencia y el trabajo por la patria demostrando lo positivo y verdaderamente venezolano, como la mujer que salta 15,67 metros con el tricolor e impone el récord mundial y olímpico sin importar los obstáculos vividos. El heroísmo venezolano está sustentado en luchar por la soberanía y autodeterminación, en resistir cuando los otros ceden; el creer cuando los otros dudan, el dialogar por el futuro cuando otros amenazan. La escritora chilena Isabel Allende en el acto del 238º aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar, en México, se refirió al momento que vivimos en el mundo, a partir de la pandemia y otros males como la migración, la pobreza y el cambio climático. Las reflexiones e incógnitas realizadas por la escritora son muy propicias para todos los venezolanos en la búsqueda de la paz y la unidad nacional, y las expresó de la siguiente forma: “Crisis significa peligro y más oportunidad, ésta es una oportunidad única para la reflexión: ¿qué mundo queremos para el futuro? ¿Qué mundo queremos para nuestros hijos? Es la pregunta más importante de nuestro tiempo, la pregunta que cada hombre y mujer consciente debe plantearse y, sobre todo, la pregunta que las naciones deben responder”.

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Yonder Canchica Abogado venezolano experto en Derecho Internacional

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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