Gran Misión Decolonización I

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La conmemoración de Carabobo, la juramentación de Castillo, las declaraciones de AMLO, los intentos de desestabilizar a Cuba, el asesinato de Jovenel Moïse, el descaro de las autoridades colombianas, el desarrollo de las primarias del PSUV, la exitosa participación de nuestros atletas en las olimpiadas, la proliferación y magnificación de desastre naturales,  por solo nombrar algunos de los acontecimientos recientes, me mantuvieron conectada al televisor y las redes muchas más horas de las recomendadas para la salud mental. Tiempo que me sirvió para convencerme, una vez más, de la necesidad urgente de iniciar una Gran Misión de Decolonización, indispensable para repensarnos desde Venezuela y “desde América Latina”, Juan José Bautista dixit.

Tarea que debería empezar por entender que, antes para su expansión y hoy para su supervivencia, el poder dominante del imperio estadounidense  ha convertido a los seres humanos, y obviamente a nosotros sus vecinos muy cercanos y ricos, en consumidores compulsivos de  información/desinformante. Situación no muy distinta a vivida en otros momentos trascendentales de la historia, pero sí cuantitativa y cualitativamente mucho más abarcante debido al desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), a la multiplicación de las “redes”, así como la adopción y adaptación al mundo civil del efectivísimo “modo oración” creado por los líderes religiosos para estimular la repetición y grabación inconsciente de afirmaciones convenientes a sus intereses.  

Tecnologías y estrategias utilizadas para distraer nuestra atención de cuestiones (crisis ambiental, clasismo, racismo, la concentración de poder y riqueza) esenciales para la supervivencia y el buen vivir de nuestra especie, a través del acaparamiento de información, de la selección de los temas y los materiales a difundir, y de la transformación del conocimiento y la información en mercancía publicitaria. Lo cual, afortunadamente, no ha podido impedir que entre las falacias y el oropel que copan gran parte del mundo virtual se cuelen contrainformaciones y elementos contraculturales inquietantes para el status  por su contribución al desprestigio del poder dominante, pero interesantes y aprovechables para la creación y operatividad de la Misión. 

Misión que domésticamente podría empezar por reconocernos, apreciarnos y alinearnos para vencer. Por identificar la multiplicidad de discursos vacíos de contenido o llenos  de contradicciones, los disparates, las apreciaciones temporales, los patrones, modas y  gestos reflejos de nuestra colonización, transmitidos por personajes y comunicadores profesionales formadores de nuestra opinión pública.  Y regionalmente, por repasar la etnohistoria común con el fin de identificarnos sin filtros ajenos y proponer a gobernantes y pueblos hermanos la adopción de un nombre más vernáculo e incluyente para nuestra grande, maravillosa y riquísima nación continental – insular, saqueada, balcanizada  y bautizada por invasores europeos.

¡Venceremos!

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Mariadela Villanueva Socióloga y comunicadora venezolana

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