La Inducida

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Hay miedo en el pueblo venezolano por la subida criminal y constante, que casi a diario está experimentando el valor del dólar estadounidense en relación con los bolívares soberanos. Con todo, y que en este país hemos aprendido que el hecho de tenerle miedo a la inflación puede ser tan perjudicial como la propia inflación, hoy debemos reconocerlo: hay miedo, y hay miedo porque hay agotamiento, hay incertidumbre.

En el estudio del curso del tiempo transcurrido estos últimos años, nos encontramos que mucha gente ha sufrido y padecido las consecuencias de la inflación, por eso anhelamos tener una moneda estable; pero también hemos visto como hay otros que aceptan ese morbo inflacionario disciplinadamente; claro, esa es una minoría, a la que el coste de esa «estabilidad», les permite aceptar los riesgos de la inflación, la cual conocemos en Venezuela como «la inducida».

La historia del dinero nos enseña que estos ciclos de inflación no son permanentes; esa es una verdad irrefutable, pero con nosotros, lamentable, esa verdad cíclica ha sido demasiado prolongada.

Nada hay en el dinero que no pueda ser comprendido por una persona razonablemente curiosa, activa e inteligente. Por eso basándonos en ese criterio, entendemos, muy bien, que el estudio del dinero es, de todos los campos de la economía, el único en que se emplea la complejidad para disfrazar o eludir la verdad, no para revelarla. Los economistas del gobierno no nos hablan claro. Es hora de que lo hagan. Toda esa historia reciente del dinero en Venezuela: inflación, desaparición del cono monetario, reconversiones; la renuncia tácita del Estado a emitir el dinero, a fijar el precio de las divisas, a no encarar con firmeza el tema de los salarios, viene a parar al dólar y, de momento, termina en el dólar.

El dinero, dicen los teóricos de la economía, es una conveniencia muy antigua, pero la idea de que es un objeto digno de confianza y que puede aceptarse sin examinarlo o ponerlo en tela de juicio es, en todos los aspectos, una cosa muy ocasional, principalmente una circunstancia del Siglo XIX.

Durante unos cuatro mil años, hubo el acuerdo de utilizar para los intercambios uno o más metales, entre tres que eran la plata, el cobre y el oro, si bien la plata y el oro se emplearon también durante un tiempo como la aleación natural llamada «electrum». Ese dato histórico nos permite entender de verdad el acto de piratería de los ingleses al apropiarse indebidamente del oro venezolano acreditado en los bancos de la Reina. De allí que el gobierno venezolano debe tenerlo bien claro: «la depreciación de la moneda fue la causa del derrumbamiento de Roma; nada más y nada menos, fue la causa de la caída del Imperio Romano.

¿Cómo pudo sucederle a la moneda venezolana lo que le sucedió? Esa es una pregunta que se hace la gente a diario. Bueno, aquí tienen esta perla de Cubagua para tratar de clarificarlo: la moneda mala expulsa siempre a la buena. Ésta es, quizá, la única ley económica que nunca ha sido discutida, y ello por la razón de que nunca ha tenido una excepción importante.

Todos sabemos en Venezuela que la inflación tiene un profundo efecto sobre la distribución de la renta, con una particular tendencia a castigar más a los que tienen menos. La pérdida de quienes cobran bajos salarios es una ganancia de los que pagan y se benefician con los precios continuamente en alza. De allí resultan grandes beneficios para una minoría y el capitalismo mismo sigue vivito y coleando.

La teoría cuantitativa del dinero sostiene, en su forma más elemental, que, en igualdad de todo lo demás, los precios varían en relación directa con la cantidad de dinero en circulación. Surgen preguntas generadas por esta categoría de las ciencias económicas:

1) ¿En manos de quién están los dólares en Venezuela?

2) ¿Cuál es la cantidad real de dólares que circulan en este país?

Que el pueblo aprenda desde hoy, que hay una relación entre el dinero que circula y los precios; que los precios altos y los salarios bajos significan grandes beneficios para unos pocos; que los precios en alza permanente hacen fácil el hecho de ganar mucho dinero a muy poca gente; que la habilidad de los mercaderes del templo está en vender la misma cosa por más dinero.

La única oportunidad de los hombres está en el devenir revolucionario; lo único que puede conjurar la vergüenza a la que estamos expuestos los venezolanos y venezolanas y darle respuesta a la intolerancia de los dueños del capital, es que la resistencia que hemos asumido se vuelva insurrección en el momento que sea necesario. Hay cortocircuitos que abren el presente hacia el futuro y que modifican las propias instituciones. Ahora o nunca. Acompañemos y respaldemos al gobierno en el anclaje del bolívar, démosle todo el apoyo necesario en el anclaje de nuestra moneda nacional al Petro.

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Isrrael Sotillo Economista venezolano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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