Malembe, 24 de marzo de 1854 ¿abolición de la esclavitud?

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¡Malembe! Hoy arribamos nuevamente a otro año en el recuerdo de aquel fatídico e hipócrita día del 24 de marzo 1854. Por ley del Congreso de la época, a petición del general presidente José Gregorio Monagas, dónde en teoría se «abolió la  esclavitud» en Venezuela.

A la luz de aquel acontecimiento transcendental para la historia de la patria, cabe realizar un minucioso análisis, con el fin de colocar este importante hecho en su justa dimensión histórica. Ante todo, debemos responsablemente señalar, sin romanticismo y nostalgia, que quienes fueron sometidos por el oprobioso y conocido sistema esclavista colonial eran mujeres y hombres de origen africano, libres, y de distintos lugares y países de ese continente, quienes fueron cazados como animales, secuestrados y traídos en contra de sus voluntades, para ser vendidos en los mercados y factorías de los blancos colonialistas europeos, convirtiéndolos inhumanamente en esclavizados, para realizar trabajos forzados en las distintas unidades de producción como las haciendas, ingenios, plantaciones, casas, entre otros. Todavía nos preguntamos quién les otorgó ese derecho, carente de todo concepto o justificación científica, histórica, religiosa y divina que legitime sus ya atrasadas y racistas teorías moralmente condenables por la humanidad.

¡Malembe!  En la sesión parlamentaria del 23 de marzo de 1854 el presidente José Gregorio Monagas expresó, una vez sancionada la ley: «Yo os esfuerzo, pues a que no abandonéis el tratamiento de esta importante materia. Buscad el modo de abolir la esclavitud sin vulnerar los derechos de los poseedores de esclavos, y acabad de sancionar una ley justa, santa, digna de una política ilustrada y consecuente con los principios liberales que nos han guiado hasta aquí». Con esta ley se estaba asegurando que la misma no vulnerara los derechos de los esclavistas, cuyos intereses él representaba y defendía, en detrimento de las y los africanos y sus descendientes, reales víctimas del criminal, cruel y salvaje modelo colonial e imperial, impuesto por la corona española en territorio nacional.

La  ley contaba con 16 artículos. Algunos de los más polémicos fueron: El primero: Queda abolida para siempre la esclavitud en Venezuela. El segundo: Cesa la obligación legal de presentación de servicios manumisos, quedando en pleno goce de la libertad. El tercero: Se ratifica la prohibición de introducir esclavos en el territorio de la República y los que sean introducidos entrarán por el mismo hecho inmediatamente en el goce de su libertad. El cuarto: Se establecerá el derecho de los dueños de esclavos  a ser indemnizados del valor que por estos tengan por la tarifa, o a juicio facultativos en caso de enfermedad. El quinto: Señalaba los recursos destinados a crear el fondo de indemnización.

Como podemos constatar, fue una gran farsa y estafa. Dicha ley de abolición de esclavitud solo benefició a los esclavistas tanto criollos como peninsulares, tal como lo establece el artículo cuarto de la misma.

¡Malembe! Con razón al Libertador Simón Bolívar no lo escucharon cuando en 1816, después de  regresar de Haití, en la famosa expedición de los cayos, proclamaba la  abolición de  la esclavitud el 2 de junio de 1816 (en Carupano, estado Sucre), ratificándola  el 6 de julio de 1816 (en Ocumare de la Costa, estado Aragua). En dicha proclama afirmaba que  todos aquellos que se alistaran en su Ejército libertador serían libres.

Como esta promesa, cumpliría la hecha al general afrohaitiano Alexander Petion, quien contribuyo a su proyecto libertario bolivariano, dándole hombres libres, armas, municiones, barcos, entre otros tipos de ayudas  y apoyos para la liberación de Venezuela.

El 15 de febrero 1819 en su discurso de Angostura Bolívar dijo: “Yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos”. Y agregó: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte: que más bien es un compuesto de África y América que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma, deja de ser Europea por su sangre Africana, por sus instituciones y por su carácter.”

El 11 de enero de 1820, el Congreso de Angostura, a petición de el Libertador, decretó la abolición progresiva de la esclavitud en todo el territorio nacional.

¡Malembe! Llegamos al 24 de junio de  1821, fecha de  la batalla de Carabobo,  que selló la independencia de Venezuela pero que no  resolvió el problema de la esclavitud de hombres, mujeres, jóvenes, niños, niñas de origen africano y sus descendientes.

¡Malembe! ¿Por qué saltarse la historia y presentar la esclavitud como «hecho natural» en la sociedad venezolana de la época y hasta nuestros días? Pasaron 33 años desde 1821 hasta 1854, para «abolir la esclavitud» en Venezuela, con una ley que por sus artículos beneficiaba a los esclavistas con indemnizaciones monetarias. Nos preguntamos de qué valió el sacrificio, heroísmo, valentía y arrojo de Pedro Camejo  (Negro Primero), quien luchó y peleó del lado de las fuerzas patrióticas esclavistas.

Negro Primero no era un Cimarrón, por ello no luchó ni defendió a las y los africanos y sus descendientes, como tampoco se sumó a las luchas cimarronas y en ningún momento lideró algún cimarronaje liberador y emancipador. La respetada y reconocida valentía al lado de los patriotas es de heroísmo indiscutible, sin embargo, ninguna de sus acciones meritorias en diferentes campos de batallas fueron suficientes para contribuir con la abolición de la  esclavitud y la liberación de los africanos y sus descendientes esclavizados en Venezuela.

¡Malembe!! Después de Carabobo y la abolición de la esclavitud, la República no les garantizó a las y los africanos y sus descendientes una vida digna coherente a la libertad ofrecida.

La carga étnico social, manifestada en racismo, discriminación racial, exclusión y marginación de los programas y políticas públicas incluyentes, dio como resultado que muchos fueran a trabajar como peones y servidumbre, mal pagados y sin reconocimiento de los derechos laborales. En las antiguas unidades de producción de los  esclavistas indemnizados, quienes en el fondo nunca renunciaron a esa condición social de amos.

¡Malembe! Por la antes expuesto, ¿sería mucho exigir al Estado y sus instituciones un desagravio por más de 300 años de esclavitud de nuestros ancestros africanos y sus descendientes?

Desde la visión de esos más 300 años llenos de secuestros, violencia, crímenes, asesinatos, violaciones de Derechos Humanos,  tortura, privación de libertad que hasta hoy no da cuenta de desagravio y reparaciones históricas, ¿cómo es posible conmemorar o celebrar esta fatídica y dolorosa fecha? Más bien, debería ser un día de reflexión y pedir perdón al continente africano y a las y los africanos libres que fueron sometidos en este territorio venezolano como víctimas dolorosas de esa espantosa práctica de la esclavitud.  Eliminar de una vez y para siempre las consecuencias heredadas del sistema y la práctica de la trata de los europeos blancos, el colonialismo y la esclavitud, hoy considerados por las naciones unidas como crímenes de lesa humanidad.

¡Malembe! Para finalizar, es de exhortar al Estado venezolano y sus instrucciones al reconocimiento de los derechos sociales, políticos, económicos, culturales y espirituales, y constitucionales de las y los afrovenezolanos, cumpliendo así con lo establecido en el decenio de las y los afrodescendientes 2019-2025, suscrito con  las Naciones Unidas.

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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático

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