La baja tolerancia a la frustración que desencadenaría en feminicidios

34

“La violencia es el miedo a los ideales de los demás” (Mahatma Gandhi)

Los casos de violencia contra la mujer siguen en aumento en Bolivia. Durante el primer semestre, el Ministerio Público informó que se registraron 45 feminicidios, y la violencia de género persiste a diario. La administración pública no ha logrado frenar ni la violencia ni los feminicidios.

Al analizar las cifras y las circunstancias en las que las víctimas perdieron la vida a manos de sus agresores, se puede inferir que una de las razones que llevan a estos extremos es la baja tolerancia a la frustración que caracteriza al feminicida. Esta falta de tolerancia proviene de su escasa habilidad para resolver conflictos o aceptar las decisiones de su pareja, así como de no obtener lo que espera de la otra persona. Además, el machismo profundamente arraigado en nuestra sociedad limita la capacidad de estas personas para resolver conflictos de pareja o familiares de manera razonable y adecuada. En su lugar, se activan sus ideas irracionales o actúan conforme a lo aprendido en su entorno familiar y social.

En muchos casos, el agresor puede mostrar una gran dependencia emocional hacia su pareja, desarrollando una obsesión por la víctima que le impide aceptar una ruptura. Cuando la mujer intenta separarse o rebelarse, especialmente tras haber sufrido violencia física, psicológica, sexual o económica, el agresor enfrenta un incremento en los conflictos en el hogar, agravado por el consumo de alcohol, drogas y celos enfermizos.

En este contexto, el feminicida puede experimentar un profundo dolor y frustración que desencadena en su mente ideas obsesivas de abandono, infidelidad, mentiras y amenazas, como la privación de ver a sus hijos. Esta percepción lo lleva a sentirse agredido y atacado, interpretando la situación como una injusticia. Al sentirse humillado e incapaz de gestionar la situación de manera racional, busca venganza, lo que lo lleva a agredir físicamente a la víctima, incluso llegando a quitarle la vida.

Sin embargo, para que el agresor llegue al extremo de asesinar a la víctima, debe existir una posesión extrema y una tendencia a despersonalizar a la mujer, viéndola como un objeto que le pertenece o como una criatura sin personalidad propia. En su mente, cree que puede poseerla a su antojo y que su existencia depende de él, lo que lleva a los agresores a pronunciar frases como:

  • Le he disciplinado
  • Le he puesto en su lugar
  • No me obedecía
  • Se lo merecía
  • Quien manda soy yo
  • Si no está conmigo no estará con nadie, etc.

La violencia que se ejerce contra la mujer hasta llegar a quitarle la vida, son un indicador de poder sobre ella, es una muestra de que existe una inmensa necesidad de control sobre las mujeres, y poca comprensión de parte del agresor de la independencia que tiene y deben tener todas las personas, la misma que señala baja autoestima y poca seguridad en el feminicida, por lo que al sentirse  desbordado por la situación crítica, se muestra incapaz de articular algún tipo de solución y se genera un desequilibrio profundo y surge la convicción de poner fin a la vida de la pareja.

__________________________

Reyna Georgina Cazas Boliviana, psicóloga y abogada

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí