La reunión de alto nivel celebrada en Sochi entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, generó diversas expectativas debido a la agenda acordada. Uno de los puntos más destacados de la discusión era el nuevo acuerdo de granos, sobre el cual la Organización de las Naciones Unidas (ONU) incluso había establecido una línea de mediación estratégica en la que los rusos podrían participar.
Este mecanismo, como señaló Erdogan desde Turquía el 5 de septiembre, permitiría realizar transacciones en el Mar Negro sin una conexión directa de Rusia con el sistema financiero Swift, una de las solicitudes rusas que no se cumplió. Además, se discutió la apertura de este canal para el Banco Agrícola.
Erdogan también mencionó que la ONU estaba negociando seguros para las embarcaciones rusas, que han sido afectadas por las sanciones impuestas desde el inicio de la intervención militar en Ucrania.
Dimitri Peskov, el portavoz del Kremlin, afirmó que esta reunión estaba destinada a abordar asuntos bilaterales y que no se había planeado la firma de ningún memorando u otro documento. Se trató de un intercambio de ideas y un análisis del panorama regional, tal como lo llevaron a cabo ambos líderes.
Sin embargo, la reunión no condujo a un acuerdo concreto. Según Peskov, este estancamiento se debe a la presión y las acciones ejecutadas desde Occidente, así como al incumplimiento del primer Acuerdo de Granos.
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Correo del Alba