La mañana del 24 de febrero de 2022, el pasado viernes se cumplió un año, Rusia anuncia e inicia la operación militar especial, destinada a desmilitarizar y desnazificar a Ucrania. Con el transcurso de los meses, todos los cálculos geopolíticos alrededor de la guerra entre Rusia y Ucrania, nos llevan a pensar que se ha convertido en un conflicto bélico en que está el surgimiento de un nuevo Mundo Pluripolar y Multicéntrico.
Con muchos rasgos de la historia reciente, asociada a la II Guerra Mundial, la guerra en Ucrania ha ido desnudando los intereses de muchos países y bloques de países. Como siempre, la retórica unipolar del poder global sataniza todo aquello que no tiene que ver con la cultura y modelo occidental.
La afirmación de autoridades europeas de que “hay que resolver la cuestión Rusa”, nos lleva a pensar que la Federación Rusa y el extenso territorio que abarca, 17 millones 125 mil 191,2 km², es demasiado grande y contiene recursos naturales que pueden ser aprovechados por Occidente como estaba pasando con el gas y el petróleo barato ruso del que se abastecía Europa y principalmente Alemania.
La OTAN convirtió a Ucrania en un escenario de experimentación de todo tipo. Más allá del legítimo interés de una parte de Ucrania de querer ser parte la Unión Europea y occidentalizarse para dejar atrás la influencia de Rusia.
La crisis política y el golpe de Estado en Ucrania en 2014, la recuperación de la península de Crimea, la guerra civil en Donetsk y Lugansk, crearon un escenario previo a la guerra que podía ser evitado por los Acuerdos de Minsk. Luego se vio que esos acuerdos de paz no eran de interés de la Unión Europea y los Estados Unidos. Sólo se habían firmado con los garantes y todo con el objetivo de darle tiempo a Ucrania de armarse con el apoyo de la OTAN.
En el caso de que esos acuerdos hubiesen servido para detener la guerra, eso habría sido posible antes de septiembre de 2022. Una vez que las Repúblicas Populares autoproclamadas independientes Donetsk y Luhansk, votaron en referéndums populares mayoritariamente por ser parte de la Federación Rusa, el escenario alcanzó un punto de no retorno en términos políticos y militares. No es previsible que Rusia traicione la decisión de esas repúblicas y las devuelva a Ucrania, menos en el caso de Crimea en el que está estacionada la flota naval rusa.
El carácter global del conflicto en Ucrania lo demuestra. Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de Occidente que no solo aprobaron y pusieron en marcha miles de sanciones en contra Rusia, sino que proveen de todo tipo de armamento al ejército ucraniano, sistemas avanzados de artillería como los obuses M777 y el sistema de lanzamiento múltiple de misiles HIMARS de Estados Unidos y municiones de todo tipo de todos los paises de la OTAN; a lo que se debe sumar los recursos financieros que han sido transferidos a Ucrania, lo que demuestra que la guerra no es de Rusia contra Ucrania sino de Rusia contra la OTAN y los países que la integran.
La guerra ha impactado en los precios del petróleo, el gas y los alimentos, en todo el mundo y una posible crisis alimentaria se advierte en el horizonte. Ambos países son los mayores exportadores de cereales, especialmente trigo y girasol, del mundo, lo que ha afectado los precios globales de los alimentos en un 21% de incremento (FAO).
Por otra parte, la seguridad nuclear de Europa y del resto del mundo está en riesgo. Más aún cuando el presidente ruso, Vladimir Putin anunció que su país se retira del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, anunciando que Rusia suspende su participación en el tratado sobre armas estratégicas ofensivas, lo que le permite probar armas nucleares si Estados Unidos lo hace primero.
Lo que a primera vista parecía una operación militar para eliminar la amenaza de las milicias de ultraderecha que estaban haciendo estragos entre la población civil de Donetsk y Lugansk, entre los que se encontraba el Batallón Azov, una milicia autoidentificada como Nazi, se convirtió en una guerra por el surgimiento de un Mundo Pluripolar y Multicéntrico en el que otras potencias no occidentales aparecen en el escenario geopolítico con su propio peso relativo y absoluto como son China, India, Rusia, Irán, Turquía, Indonesia, Sudáfrica, Arabia Saudita o Brasil entre otros.
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Ramiro Lizondo Díaz Boliviano, economista
