Argelia amenaza con cortar el suministro de gas a España, en el marco de su rivalidad con Marruecos. De llegar a concretarse esta amenaza sería sumamente peligroso para la estabilidad energética de la península ibérica, pero, además, echaría por tierra los planes de convertir a España en un centro de aprovisionamiento energético de la Unión Europea.
Gas argelino
Argelia suministra casi el 90% del gas que consume España, a través de un gasoducto que pasa por Marruecos, el Magreb-Europa. Marruecos, a cambio del permiso de tránsito, se llevaba gran parte del gas que necesita. Sin embargo, el 1 de noviembre Argelia cerró el gasoducto en un momento en que las relaciones con Rabat estaban en su punto más bajo.
Esta decisión ha desencadenado esta última crisis, en la que Madrid anunció que utilizaría el gasoducto en dirección contraria para suministrar gas natural a Marruecos. Ahora Argelia amenaza con cortar el suministro de gas a España, si Madrid “entrega” parte del mismo a Marruecos. Las autoridades españolas aseguran que el gas que llegará a Marruecos no es gas argelino, sino que procede de importaciones de gas natural licuado. Por supuesto, los argelinos no confían en que sea cierto lo que declara España.
Viejas rivalidades
Más allá de los aspectos técnicos, el asunto es claramente político. Como en el caso de Rusia, este conflicto confirma la facilidad con que el suministro de energía puede convertirse en un instrumento de chantaje. La crisis entre España y Argelia es más profunda y se presta a diferentes interpretaciones.
La historia comenzó en 1975, con la independencia del Sáhara del colonialismo español. Desde entonces, el territorio está en el centro de un conflicto latente entre Argelia, partidario del Frente Polisario y partidario de la autodeterminación del Sáhara Occidental, y Rabat, quien arbitrariamente ha tomado el control hace cuarenta y siete años.
El pasado 18 de marzo, España cedió a las presiones y optó por apoyar la posición marroquí en la cuestión del Sáhara, aún abierta. En ese momento, las relaciones entre Argelia y Madrid se deterioraron, con intercambios poco amistosos al más alto nivel y la retirada del embajador argelino en España.
Por otra parte, está la vieja rivalidad entre Argelia y Marruecos, cuya frontera terrestre está cerrada desde hace treinta años y cuyas relaciones diplomáticas se interrumpieron en agosto de 2021.
Pero, también hay que tener en cuenta la reconstitución de las alianzas en la región del Mediterráneo-Medio Oriente, con el “Acuerdo de Abraham” firmado por Israel con varios países del Golfo, incluyendo a Marruecos. Las relaciones entre Israel y Marruecos se están desarrollando rápidamente, también en materia de seguridad, otro tema de confrontación con Argelia.
España se encuentra entre dos fuegos: Marruecos ha explotado la carta de la presión migratoria en el enclave de Ceuta y al final ha obligado a Madrid a ceder, pero Argelia no pretende convertirse en la gran perdedora de esta fase de recomposición y está contraatacando con el arma del gas.
Centro de aprovisionamiento energético UE
España tiene una enorme capacidad de almacenamiento y regasificación de gas, calificada como la más destacada de Europa. Según datos de Gas Infrastructure Europe (GIE), la asociación de operadores europeos de infraestructuras de gas, el país tiene algo más de un tercio (35%) de la capacidad de almacenamiento de GNL en la Unión Europea. De hecho, esto podría ayudar sustancialmente a llenar el vacío de gas que está dejando el conflicto en Ucrania.
Los datos del GIE indican que España, con una capacidad de almacenamiento de 3.31 millones de metros cúbicos, está a la cabeza, seguida de Francia, con 1.35 millones de metros cúbicos, Bélgica (0.56) e Italia (0.54) (Euractiv, 8 de marzo de 2022). Al mismo tiempo, al ser el líder europeo en capacidad de regasificación, España puede afrontar la actual crisis provocada por el conflicto ruso-ucraniano con más garantías que sus socios europeos, al menos en términos de seguridad de suministro. Pero, el problema es que España no es productor de gas y, como ya señalamos anteriormente, un altísimo porcentaje de su gas proviene de Argelia. Pero, además, a esto se suman los graves problemas de interconexión. De hecho, no existe ninguna conexión de infraestructuras entre la Península Ibérica y el sistema de gas centroeuropeo. El conflicto en Ucrania como una caja de pandora ha hecho aflorar la dependencia energética, las rivalidades y todos los males del mundo, la guerra del gas sigue tomando forma y cuerpo en todas las direcciones.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
