COP26: ¿éxito o fracaso?

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La 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP26), que finalizó en Glasgow el 14 de noviembre, fue descrita por sus organizadores como “un enorme paso adelante” en la lucha contra el cambio climático. El acuerdo final alcanzado después de más de dos semanas de negociaciones y firmado por casi doscientos países, menciona explícitamente por primera vez la necesidad de limitar el uso de combustibles fósiles, aunque en el último momento China e India forzaron un cambio en el texto sustituyendo “eliminación progresiva” del carbón por “reducción progresiva”, una definición más general que limita el compromiso para la erradicación de este combustible fósil. Se espera que otro acuerdo firmado en Glasgow regule el mercado internacional de créditos de emisión esbozado en 2015 en el artículo 6 del Acuerdo de París, cerrando las principales lagunas que corrían el riesgo de hacer inútil o incluso contraproducente este instrumento.

Acuerdos sectoriales por el clima

Durante la conferencia, también se alcanzaron varios acuerdos “sectoriales”, es decir, acuerdos sobre aspectos concretos de la lucha contra el calentamiento global que no fueron unánimes, sino que fueron realizados por varios grupos de países. Más de cien países acordaron detener la deforestación para el 2030; ciento ocho naciones  firmaron un documento para la reducción  en un 30% de las emisiones de metano para el año 2030. Otro acuerdo firmado por veintidós  países estipula que entre 2035 y 2040 todos los automóviles nuevos que se vendan serán eléctricos; sin embargo, los principales países productores de vehículos, como Alemania, Japón, Estados Unidos y China, no lo firmaron. Dos  de las naciones con mayores emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, China y Estados Unidos, se comprometieron a  cooperar en la lucha contra el cambio climático.

Crítica desde el ecologismo

Las organizaciones ecologistas calificaron el acuerdo de endeble, y varios de los protagonistas de la cumbre, incluido el propio presidente de la COP26 Alok Sharma, no ocultaron su decepción por  los cambios del texto final. Los representantes de los países más expuestos a los efectos del cambio climático denunciaron la no aprobación de un sistema de compensación de los daños causados por el cambio climático, al que se oponen decididamente los países industrializados, responsables, en gran medida, de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero. Hasta ahora no se ha cumplido el compromiso fijado en 2009  de los países en desarrollo de aportar cien mil millones de dólares anuales para financiar la transición energética. Este fue sustituido por la promesa de movilizar unos quinientos mil millones de dólares para 2025, una cifra calificada de insuficiente por las partes interesadas.

El peligroso aumento de la temperatura global

Para algunos observadores, el hecho de que las conclusiones de la conferencia incluyan por primera vez una referencia explícita a la reducción del carbón es un hecho positivo. Para otros críticos, sin embargo, el acuerdo fue muy decepcionante en muchos aspectos, por ejemplo, porque no contempla medidas para limitar la extracción de petróleo y otros hidrocarburos. Por otra parte, si  tomamos como referencia el objetivo declarado de la COP26 de evitar que la temperatura media mundial aumente más de 1,5 grados en comparación con la era preindustrial para finales de siglo, no queda duda que esta cumbre debe considerarse un fracaso. Según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), si todos los países se ciñen a los planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que presentaron en Glasgow (las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, CDN), el calentamiento global alcanzará 1,8 grados en 2100.  Podría pensarse que el objetivo se incumplirá por un pequeño margen, pero a esta cifra se ha llegado teniendo en cuenta los compromisos a largo plazo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero, un objetivo que la Unión Europea y Estados Unidos han fijado en 2050, China en 2060 e India incluso en 2070. Muchos científicos y activistas consideran que estos objetivos son demasiado vagos e imposibles de alcanzar sin estrategias a medio plazo, y prefieren centrarse en los planes para 2030. Pero esto supone, por supuesto, que los compromisos se cumplan al pie de la letra; de no ser así con las políticas actuales, en la opinión de los expertos el calentamiento alcanzaría los 2,7 grados. En este particular el propio presidente de la COP26 Alok  Sharma manifestó su malestar en cuanto a los resultados de la cumbre, definiéndola “una victoria frágil”.  Sharma  señaló “hemos mantenido 1,5 grados, pero el impulso es débil y sólo sobrevivirá si mantenemos nuestros compromisos.

Una frágil victoria, pero un importante paso

En comparación con las cumbres anteriores, el panorama dentro de la COP26 cambió notablemente. Posiblemente, marcó la pauta la fuerza que han cobrado, a nivel mundial, los movimientos ecologistas a favor de salvar el planeta, además  del enorme impacto de los desastres naturales producto del cambio climático que están afectando al mundo en su totalidad. Tras un retraso de al menos veinte años, la emergencia climática se ha convertido por fin en una prioridad mundial. La COP26 de Glasgow lo certificó y este es, probablemente, uno de los resultados más importantes que se ha podido conseguir.

A pesar de las rimbombantes declaraciones, en palabras de Greta Thunberg “blá blá blá”, que precedieron y acompañaron al evento, la realidad es que la crisis climática no se resolverá en las cumbres de la ONU. Los acuerdos alcanzados en estos foros, incluso los más ambiciosos, no son vinculantes; esto quiere decir que  no hay forma de obligar a los Estados que los han firmado a respetarlos en la práctica. Los objetivos y los plazos son útiles para que los políticos y la ciudadanía comprendan la urgencia de la acción, pero no deben confundirse con un fin en sí mismos. «. El resultado de la COP26 es un compromiso que refleja los intereses, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo actual. La lucha contra el cambio climático no es un juego que terminará con un resultado preciso en 2030, 2050 o 2100. Por el contrario, es un reto que se  deberá  continuar asumiendo si -como afirmaba el presidente Chávez- queremos “preservar la vida en el planeta”.

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Yoselina Guevara Corresponsal venezolana de Correo del Alba en Italia

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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