Presupuesto cultural

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«Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos»

Eduardo Galeano

¿Por qué las instituciones públicas regionales y locales tienen un presupuesto tan bajo para la cultura? En el campo político se habla del área cultural como una referencia para la sociedad, pero se sigue tratando como un objeto inanimado e irrelevante a la hora de enumerar objetivos y planes políticos desde los entes públicos.

Nos referimos a las instituciones del Estado, donde aspiramos encontrar, a la par del Ministerio de las Culturas, lugares naturales acordes con el proyecto político propuesto por la revolución. El comandante Chávez dijo en varias ocasiones que «la revolución debe ser cultural».  Sabemos lo que implica, rodea y encierra la palabra cultura.

Aquí, ahora mismo, en teoría, se enmarca el arte como un eje central donde se forjará nuestra cultura colectiva. Aunque no podemos negar algunos aportes de instituciones privadas en pro del arte. El Estado subsidia la electricidad, el agua y hay dos terrenos que van en el camino de la creación artística en pro de los pueblos, son la salud y la educación, áreas que con justicia también son subvencionadas como el arte.

La situación es que hemos visto y oído rendiciones de cuentas de alcaldías, gobernaciones y consejos legislativos de meses y años donde no se menciona los logros, aportes, proyectos o actividades hacia el área artística-cultural, de ningún tipo, desde sus respectivas direcciones de cultura.  Hasta el 2019, antes de la pandemia, los carnavales ostentaban desde las alcaldías, como fiesta o celebración, mayor presupuesto que el destinado a la formación, producción, fomento, creación, publicación y promoción del arte.

Donde además los aportes a los comparseros y carroceros se situaban fuera de nuestras tradiciones y costumbres, resaltando la sexualización y hasta lo vulgar de manera pública.

En la gran mayoría de nuestras las alcaldías, gobernaciones y consejos legislativos no existen, coros, danzas, cineclubes o agrupaciones teatrales. Sin mencionar la ausencia de concursos o festivales de alguna rama literaria, visual o escénica. Menos pensar en planes de reconocimiento artísticos como premios o reconocimiento  regionales, estatales o municipales a cualquiera de las y los exponentes de las diferentes disciplinas del arte.

Lo más cercano al apoyo cultural, desde los consejos legislativos y algunas alcaldías y gobernaciones, es prestar espacios (locales), enviar sillas, sonidos, toldos y tarimas. Tal como un servicio de agencia de festejos, para apoyar eventos organizados por los cultores y comunidades, aporte importante, que estaría completo si estos servicios estuvieran a la par de los honorarios de los artistas locales que contratan para algunos eventos. Este servicio de prestación material, en numerosas ocasiones son suspendidos imposibilitando la realización de las actividades, que habían sido permisadas o acordadas con mucha antelación tras comunicación por escrito. Irrespetando las normas básicas de convivencia social, se da aviso que el lugar o los equipos no estarán disponibles. Acción tomada desde la institución e informada -cuando se corre con suerte- un día antes, aunque el aplazamiento ha ocurrido horas antes del día del evento. Causando daños morales y patrimoniales al público como a las y los cultores. Alegando cualquier reunión u otra actividad, sin ser urgente ni prioritaria.

Desde los entes gubernamentales regionales y locales, con regularidad no se hacen cálculos sobre lo qué significa aplazar una actividad, donde se han citado, planificado y organizado todos los detalles que implica un evento y el gran número de personas, seres pensantes, que son perjudicadas.

Porque el salón va a tener “una reunión de última hora”. Dejando muchos rostros de todas la edades en una interrogante que inquieta e incomoda, al sentir el menosprecio o falta de importancia y consideración en primera instancia con la gente del arte. 

Sin considerar que, en la actualidad por la situación económica, así como por la cuarentena, para la mayoría de la población el acceso a los centros de entretenimiento se hace muy difícil, no solo por los costos imposibles de pagar o porque están cerrados por cuarentena, sino que están distantes de las comunidades. Ante esta coyuntura, la activación de eventos culturales en lugares públicos, en sitios neurálgicos de cada sector, con las respectivas medidas de bioseguridad, representan una importante alternativa para los sectores populares. Solo necesitamos el apoyo real y continuo los doce meses del año. Bajo planificación y coordinación de las cultoras y cultores en sintonía con los consejos comunales y las instituciones gubernamentales.  Se plantea el reto social de la construcción de las ciudades comunales. ¿Qué espacio, físico o espiritual, ocupará el arte en las ciudades comunales? Sería importante saber si está contemplado un mapa cultural que visualice desde sus sectores a las y los cultores, como entes orgánicos parte del patrimonio intangible dentro del territorio de las futuras ciudades comunales. Para que la planificación entre en la frecuencia del entorno popular, donde nace y vive la cultura.

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Tony González Artista venezolano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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