A ya 12 días de haberse generado en Cali, Cololmbia, un estallido social en contra del paquetazo de reformas propuestas por el gobierno de Iván Duque y sin poder, pese a la militarización establecida en la zona y la represión, controlar la debacle, el mandatario ordenó el 9 de mayo en la noche: “En función de las facultades constitucionales que tengo como presidente de la República, para acompañar y dirigir las situaciones de orden público local, debe usted en este momento garantizar señor ministro, con todo el apoyo local como se ha hecho siempre, garantizar hoy el mayor despliegue que se tenga de capacidades de nuestra fuerza pública para brindar toda la tranquilidad en la ciudad de Cali”.
Hasta ahora, según la ONG Temblores, hasta el sábado la cifra de víctimas mortales ascendía a 47 personas asesinadas (35 en Cali), 278 víctimas de violencia física, 963 detenciones, 356 intervenciones violentas, 28 personas con agresiones oculares, 111 heridos con armas de fuego, 12 violaciones sexuales. Asimismo, diversas denuncias de violencia contra la llamada Minga Indígena, se hicieron virales, vídeos de civiles armados y fuerza pública disparando contra el despliegue de la marcha pacífica, ha sido la razón para que diferentes políticos y activistas sociales hagan denuncias en sus redes sociales para que se respete el derecho a la vida.
La Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y el Consejo Regional Indigena del Cauca (CRIC) realizaron ayer un boletín de Derechos Humanos “Tejido de defensa de la vida”, para hacer un corredor humanitario que les permita rescatar a nueve personas heridas de bala y a otras que quedaron atrapadas en el ataque, en el sector Cañas Gordas de Jamundi y la denuncia de que persisten los hostigamientos por parte de civiles y del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad). Los llamados a que los indígenas no se metan, que se devuelvan a sus zonas, a la par de los ataques directos, es una clara manifestación de que ha aflorado un odio, racismo y discriminación, que esperemos no siga exacerbando las ansias de venganza y sangre que por ahora riegan el suelo colombiano.