“Lo nacional-popular en Bolivia”: prefigurando el Estado Plurinacional

-

 Lo nacional-popular en Bolivia es una destacada obra del sociólogo boliviano René Zavaleta (1935-1984), quien fue ministro de Minas y de Petróleo en el periodo del gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), tras la Revolución de 1952 y posteriormente director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). En ella, Zavaleta analiza la cuestión del espacio y el territorio en la formación de la identidad nacional, así como la exclusión histórica de los movimientos indígenas en Bolivia.

Obra póstuma, ya que el autor falleció dos años antes de su publicación, Lo nacional-popular en Bolivia es un ensayo en tres partes, que cubre de manera cronológica el periodo histórico entre la Guerra del Pacifico (1879-1893) y la Guerra del Chaco (1932-1935). En ella, Zavaleta aborda la problemática de la formación de la identidad nacional en Bolivia, destacando su especificidad como país de población mayoritariamente indígena, en contraste con la misma temática y periodo de otros países de la región, como Chile, Uruguay o Argentina. En la primera parte, “la querella del excedente”, Zavaleta aborda dos momentos decisivos de la historia boliviana: la Guerra del Pacífico por un lado y la Revolución Federal, o guerra civil boliviana de 1898, por el otro. En la segunda parte, “El mundo del terrible Willka”, se analizan las diferentes concepciones de la nación boliviana a través del pensamiento político de los dirigentes de la época, poniendo énfasis en la confrontación que tuvo lugar en la Revolución Federal entre las figuras históricas de Pando y Willka. En la tercera parte, “El Estupor de los siglos”, Zavaleta examina de manera crítica el papel de la oligarquía extractora de los recursos naturales, ofreciendo una compleja representación de la estrategia y la ideología de las élites dominantes.

A lo largo de la obra, el autor destaca el papel que tuvo para la formación de la identidad nacional la explotación de los recursos naturales y su integración en la economía mundial, mediante una oligarquía que pervive en el tiempo y cuyas preocupaciones son individualistas. Se trataba pues de líderes cuyo mayor interés fue el provecho personal, en lugar del bienestar de la mayoría, con el ejemplo de los barones del estaño y la figura representativa de Simón Iturri Patiño. “Durante todo el periodo no hubo un solo Presidente que no estuviese en un grado u otro vinculado a las empresas mineras, con excepción de Busch y Villarroel, que ya pertenecen a la fase de disolución y decadencia de ese Estado”.  Zavaleta plantea que, para existir, por un lado, el Estado necesitó una “ideología de legitimación o de emisión”, y, por el otro, una “ideología del mundo de identidad, o de autorreferencia”. Respecto a este último tipo de ideología estatal, Zavaleta defiende la idea de que era necesaria una “unanimidad en la autorrepresentación”, poniendo el ejemplo de Chile, cuyo espejo es el modelo europeo. Y afirma que la oligarquía boliviana, al no lograr imponer esa ideología de identidad, demostró el fracaso de su proyecto nacional.

La falta de visión nacional es lo que, según Zavaleta, explicaría en gran parte la poca preocupación de la oligarquía ante la pérdida de territorios durante las guerras, como el acceso al mar en la guerra contra Chile, y más tarde el fatalismo y derrota en la Guerra del Chaco. De tal modo, citando al presidente boliviano, “para Salamanca la soberanía era el Chaco, no la historia. Le parecía compatible en toda la idea minera del espacio”. El autor analiza la cuestión del espacio y el territorio en la formación de la identidad nacional y en relación con la ideología dominante basada en el libre cambio. Así, comenta que por “el desdén por el espacio (…) el amor por todo lo extranjero, los subestratos oligárquicos comenzaran a distinguirse como pro norteamericanos”. “Los indios selváticos están determinados en medio de la manigua, y por tanto no existen para Brasil como Estado, sino cuando lo obstruyen, porque se trata de una deformación técnica, no ética.”

Como lo indica su título, el otro lugar destacado en la obra lo ocupan las clases populares, que en el caso de Bolivia son mayoritariamente indígenas. Así, aparece la contradicción de una clase política que a finales del siglo XIX abordó la cuestión indígena de un modo similar al de las otras élites de países latinoamericanos, con la diferencia de que ese discurso racista y de sometimiento hacia los pueblos indígenas convivía ya con la sospecha de que “nada ocurre en Bolivia sin la participación de los indios” [1]. Pero estas palabras de Pando son engañosas, porque no revelaban un reconocimiento de la identidad cultural indígena, sino el intento de su instrumentalización. Efectivamente, según Zavaleta, Pando solo buscaba el apoyo de las masas indígenas en el bando federal de la guerra, para sus propios fines. En realidad, su idea de “participación de los indios” no revelaba una visión de la sociedad, sino el cinismo de la guerra, ya que su objetivo real era todo lo contrario, es decir, su posterior exclusión. Es así como la obra explora y desarrolla la cuestión de la exclusión histórica de los movimientos indígenas en la formación de la identidad nacional en Bolivia. Para ello, el autor cita las declaraciones de los principales lideres de la élite política de ese país. Se incide también en las contradicciones del “Estado oligárquico”, según la expresión del autor, en el que se dan cita un antiamericanismo (en el sentido de unidad regional), un antiindianismo (en un sentido racista) y un proeuropeísmo (en el de creencia en la superioridad de los valores occidentales), elementos que debían dar lugar a la formación de una identidad nacional. Pero el contexto favorecía un clima de discriminación y de exclusión de las capas populares, y en particular hacia los indígenas, que se exacerbó y alcanzó un clímax en la Revolución Federal, con aparentes contradicciones: “Las cosas pasaron a significar dos cosas (…) no se sabía si había que salvar o matar a los chuquisaqueños, si La Paz estaba protegida por los indios o cercada por ellos (…)». Zavaleta cita entonces a Pando: “la indiada inició (…) una guerra de exterminio de la raza blanca”, y luego destaca que “Pando, Montes y Saavedra, las tres máximas figuras paceñas de la era-liberal-republicana” coincidieran todos en que “Willka meditaba el alzamiento de la raza aymara de la República”.

Efectivamente, la oligarquía temía las revueltas o “algaradas de indios”, su participación en elecciones, y desarrollaba un imaginario basado en la interiorización. Finalmente, “no solo los hechos, sino las palabras hablan de dos patrias y no de una: hay la Bolivia de Fernández Alonso y Pando, y existe la patria india, la de Willka”. Así, el antiindigenismo de las élites criollas, representado en el discurso de Moreno o de Pando, se confrontaba a una realidad concreta, el intento de emancipación política de los indígenas, que con el ejército aymara del “temible Willka”, un militar bajo las órdenes de Pando, no tardaría mucho en imponerse como un componente fundamental y de pleno derecho de la identidad nacional, a través de ideologías milenaristas [2] basadas en la reivindicación cultural indígena. Casi un siglo después, esta corriente encontraría su reflejo en el katarismo.

En conclusión, Zavaleta pone de relieve una concepción original de la nación, prefigurando así la constitución de un Estado Plurinacional, que vería la luz en con el gobierno del sindicalista aymara Evo Morales a partir de 2006. “Lo bilingüe es identidad. Es una solución popular. Hay formas de vida económica en común que no son la mercantil”. 

El aporte de la obra es la idea fundamental de que la oligarquía exportadora no fue capaz de desarrollar una visión incluyente de la nación y que, de manera ineludible, solo las masas, frente a la explotación y el saqueo de las compañías mineras, podrían jugar un papel contra hegemónico, desarrollando una identidad nacional-popular. El periodo en que se inaugura esta nueva visión hegemónica irreversible sería la Revolución de 1952. Recordemos que el contexto en el que el autor concibe y escribe la obra, a principios de los 80, fue propenso, por un lado, a los debates en torno a la especificidad de los movimientos sociales indígenas como protagonistas ineludibles de las clases populares revolucionarias, y por el otro, a la crítica histórica sobre su inclusión por parte de los partidos tradicionales de izquierda en una categoría social reduccionista, la clase trabajadora. Efectivamente, en los años 70 se publicaron varios testimonios y ensayos acerca del papel de los movimientos indígenas. [3] Por lo tanto hay que tener muy presente el marco referencial de la obra, ya que su autor fue un protagonista del proceso histórico iniciado con la Revolución de 1952. De hecho, el objetivo de la obra era cubrir toda la historia desde el siglo XX hasta los años 80, pero el fallecimiento del autor le impidió completar la última parte de su trabajo. Al ser una edición póstuma, deberían haberse incluido numerosas notas que el autor no pudo finalizar y que hubiesen permitido a los lectores contemporáneos disponer de algunas referencias históricas necesarias.

________________________________________________________

Álex Anfruns Cientista político


[1]   René Zavaleta, Lo Nacional-Popular, Plural Editores, La Paz, 2008.

[2]   El milenarismo es una corriente universal de tipo místico, que se encuentra en diferentes visiones religiosas del mundo, en particular en sus aspectos escatológicos, es decir, en la creencia del fin del mundo y en el renacimiento de una nueva vida en otro mundo. En Bolivia como en América Latina, la corriente milenarista indígena presenta aspectos característicos de resistencia cultural ante el fenómeno de la aculturación. Ver «Milenarismo y Resistencia Cultural», de María Concepción Bravo Guerreira en Destiempos, n°18, Enero-Febrero 2009, México.

[3]   Por ejemplo, el ensayo Paysans écrasés, terres massacrés, del ecologista René Dumont, es representativo de la toma de conciencia y preocupaciones de la época, en particular con un capítulo en el que el autor aborda la miseria de los pueblos indígenas en Ecuador y sus luchas por la tierra. Fue publicado por Ed. Robert Laffont, París, en 1978.

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

Últimas noticias

Estados Unidos y la recolonización de Latinoamérica: denuncian alerta para Bolivia

Información filtrada de la Embajada de Estados Unidos en Bolivia, sistematizada, por el Centro de Estudios Geopolíticos Multidisciplinarios (CEGM),...

La palabra final

A finales de la década del 70, mi padre creó una revista para denunciar las dictaduras militares latinoamericanas. Llegó...

Jackson Jean: “Haití es actualmente la Palestina del Caribe”

Con el propósito de profundizar respecto a la coyuntura política en Haití entrevistamos al periodista haitiano residente en la...

Raisi: responderemos si Israel lanza un nuevo ataque

El presidente iraní Ebrahim Raisi afirmó durante una conversación con el emir de Catar el sheij Tamim bin Hamad...
- Publicidad -spot_imgspot_img

Narcotráfico y mano dura: la profecía autocumplida del neoconservadurismo

Ecuador y su explosión de violencia en las calles, El Salvador con el presidente Bukele a la cabeza de...

Videoteca Barbarroja: la utopía realizada

En este 24 aniversario de la Videoteca Barbarroja, en un momento de profunda reflexión y a modo de escribir...

Recomendados

La poeta venezolana Kris González presentará «Digo adiós a estos abismos» en Chile y Colombia

La poeta venezolana Kris González participó en el Festival...

Bolivia y la lucha popular hoy

ILas ideas articuladoras del último movimiento popular en impronta...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí