Por Miguel Tenía
La recesión de Estados Unidos
La economía estadounidense atraviesa una profunda crisis recesiva, agravada por la pandemia del Covid-19. Las causas principales de esta son: 1) La deslocalización o desindustrialización de Estados Unidos; 2) La profunda desigualdad en la distribución de los ingresos entre ricos y pobres; 3) El endeudamiento cada vez mayor por gastos de guerra; 4) El elevado déficit fiscal; y 5) El desequilibrio de las cuentas exteriores: balanza de pago.
Primer factor de la crisis: la élite Republicana-Demócrata y sus corporaciones transnacionales deslocalizaron su producción para producir a bajo costo, lo que generó un proceso de desindustrialización del país.
Segundo factor de la crisis: la creciente desigualdad de los ingresos agudizada por las políticas neoliberales de Ronald Reagan contra los sindicatos para reducir los salarios y las conquistas sociales de los trabajadores.
Tercer factor de la crisis: Estados Unidos para mantener su hegemonía imperial ha elevado en forma permanente sus gastos militares para guerras que, además de costosas, han perdido, como la de Viet Nam.
Cuarto factor de la crisis: mantener en pie la maquinaria de guerra imperial estadounidense acarrea gastos cada día más difíciles de cancelar, agravando el déficit fiscal del gobierno.
Quinto factor de la crisis: Estados Unidos se abastece en el extranjero en un porcentaje cada día más elevado, lo que ha desequilibrado su balanza comercial.
El estallido de las bolsas de valores
Esta crisis recesiva que vive la economía estadounidense tuvo una primera manifestación de gravedad en el año 2000, cuando colapsó la Nasdaq, la bolsa de valores de las nuevas empresas tecnológicas, el «corazón innovador» de dicha economía. Más tarde, en 2008, estalló la crisis de las hipotecas de alto riesgo, resultado directo de la política de Ronald Reagan y Bill Clinton, quienes promovieron la «liberalización de la banca». Esta agravó la crisis de crecimiento global de Estados Unidos, porque se originó en su propio territorio.
Después de ambas crisis, la economía estadounidense no ha podido alcanzar los niveles de crecimiento de los años 50 y 60 del siglo XX.
Desde aquellos estallidos, la superpotencia dejó de ser el motor del crecimiento económico mundial. Ya Japón y Alemania habían alcanzado importantes niveles de crecimiento y competitividad. Y China hoy pasó a representar un tercio del crecimiento mundial. Estados Unidos perdió su liderazgo económico, no es hoy el país que impulsa la economía global.
El dólar y la maquinaria de guerra: pilares de la dominación imperial
A pesar de esta profunda crisis recesiva, Estados Unidos sigue manteniendo una posición privilegiada en el Sistema-mundo capitalista, sustentada en el poder del dólar como divisa que mantiene unido el sistema económico global, y aún genera fe en su hegemonía, porque sigue siendo el refugio de los capitales a nivel planetario. Además, apoyándose en su potente industria militar, logró en 1975, en medio de la crisis del petróleo, que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) aceptara comercializar solo en dólares, bajo el compromiso secreto de armar a Arabia Saudita. Esta regla de los precios en dólar ningún país se atrevió a violarla hasta noviembre de 2000, cuando Irak, gobernado por Saddam Hussein, transó con Francia «petróleo por comida» en euros. En 2001, Rusia exportó petróleo y gas en euros. Irán, en 2002, también exportó petróleo en euros. Corea del Norte, ese mismo año, cambió sus reservas internacionales de dólares a euros.
Aunque el reinado del dólar se debilita, ninguna potencia aun hoy está interesada en su derrumbe, para que sus acciones no pierdan su valor. Sin embargo, Beijing y Moscú, en alianza con las grandes potencias del Sur: Brasil, la India y Sudáfrica, integradas en los Brics, han iniciado intercambios en sus monedas locales: yuan, rublo. China quiere reemplazar al dólar por una canasta de divisas distintas. Ya llegó y empieza a consolidarse el mundo nuevo multipolar.
El fin del mundo unipolar
A partir de 2011, los seis vetos en las Naciones Unidas de Moscú y Beijing, a favor del gobierno de Bashar al-Ásad en Siria, y la intercepción por el Ejercito ruso, el 3 de septiembre de 2013, de dos misiles estadounidense que salieron de España para atacar a Damasco, constituyeron la firma por parte de Rusia y China del fin del mundo unipolar. El Mundo se volvió multipolar.
Trump: el proteccionismo y la guerra
El proteccionismo como política capitalista, durante las crisis de 1918 y 1931, agudizó las contradicciones entre las potencias reinantes en ese momento y está entre las causas de la Primera y Segunda Guerra Mundial, porque al iniciar una potencia la guerra comercial, las otras se protegen con tasas o devaluaciones, y las burguesías solo tendrán un territorio, su mercado interior, para acumular riqueza, viéndose obligadas para acrecentar su proceso de acumulación a luchar por ampliar su mercado interior, el territorio que controlan, por lo que pasan de la guerra política a la guerra militar: invaden territorios y acaban con la paz.
Las divergencias en la élite estadounidense
Desde hace 30 años la elite tradicional estadounidense ha construido su hegemonía a partir de las empresas de punta: informática, aeronáutica y biotecnología, pero para el resto de sectores económicos se propuso abastecerse importando. Como consecuencia, Estados Unidos se convirtió en el principal importador neto mundial, absorbiendo los excedentes comerciales de Asia del Este, México y Europa (con Alemania a la cabeza).
Trump se propuso, apoyado por los sectores vinculados al mercado interno, carbón y energía fósil, construcción, mercado inmobiliario y armamento, invertir esa tendencia utilizando todos los instrumentos a su alcance, incluyendo el proteccionismo. Su propuesta contemplaba: 1) Bajar el cobro de impuesto a los más ricos; 2) La supresión de medidas reglamentarias contra la banca; 3) El desarrollo del proteccionismo: América First; 4) Relanzar proyectos de infraestructura: el muro en la frontera con México; y 5) Reformar la maquinaria de guerra.
Las consecuencia de estas medidas de Donald Trump han sido más déficit presupuestario, más deuda, más desigualdad social, porque al reducir los impuestos solo a los más ricos obtiene menos ingresos, y al relanzar proyectos de infraestructura tiene más gastos. Eso significa más déficit presupuestario y más deuda pública, la cual es hoy el 100% del PIB. Y América First fue una declaración de guerra comercial contra el resto del mundo que unificó a China con Rusia.
El fraude electoral: crisis de la élite
La crisis del fraude electoral que vive Estados Unidos hoy es una crisis del fracaso de sus élites Demócratas y Republicanas, en sus fracasados intentos por recomponer una hegemonía que se desmorona.
Estados Unidos es una potencia en decadencia. Ya no gana guerras: perdió en Viet Nam, quedó empatado en la guerra del golfo, y no ha podido salir victorioso, a pesar de la destrucción y la muerte causdas, en Afganistán, en Irak, Libia y Siria.
La ventaja económica que mantenía sobre Europa y Japón desapareció. Y la economía de China es hoy la de mayor crecimiento mundial, misma que, en alianza con Rusia, se ha propuesto construir la mayor zona económica del globo: Eurasia, incorporando a Turquía, India y Pakistán. Estados Unidos no es hoy el motor de la economía mundial; China es la gran superpotencia económica.
Estados Unidos es un país en crisis. Su élite Demócrata-Republicana, la cual en forma bipartidista se turna y se rota en el poder, los Clinton-Bush, los Trump-Biden, en los últimos 20 años han intentado salir de una crisis y entran en otra más aguda, más crítica, como la que viven actualmente con sus crímenes raciales millones de pobres afrodescendientes, en su mayoría fallecidos por Covid-19; la inmensa desigualdad social entre ricos y pobres, y su fraudulento sistema electoral que muestra al mundo su falsa democracia.
Estados Unidos es una potencia hegemónica en decadencia. Ya no define unilateralmente las reglas del juego geopolítico. Pero, internamente, la élite Demócrata-Republicana ha fragmentado socialmente a las clases y grupos sociales, especialmente ha dividido a los trabajadores por el color de su piel u otra diferencia de tipo cultural para impedir la lucha contra la explotación. Además utilizan el odio racial para desconectar las revueltas de los barrios pobres de la opresión social.
En Estados Unidos, para que hayan cambios estructurales, la gente que hoy toma las calles combatiendo el racismo, la xenofobia, debe también enfrentar las guerras imperialistas y la opresión social, combinando las luchas culturales, de identidad, con las de la clase trabajadora contra la explotación y por su liberación.
__________________________________________________________________
Miguel Tenía Docente
