Lo que está en juego en las elecciones del 6-D en Venezuela

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Por Ignacio Ramírez Romero

Estoy muy de acuerdo con los compatriotas Juancho Núñez y Ovidio Delgado Ramírez. Lo que está en juego no es un cambio de un Gobierno y nada más. Y boto tierrita y no juego más, como acostumbramos a decir cuando éramos unos muchachos. No, queridos compatriotas, lo que está en juego es la patria en toda su inmensidad cósmica y concreción histórica. Lo que se traen entre manos estos detractores sin sangre en las venas y sin tabaco en la vejiga es desmantelar de nuestro ideario antropológico como sociedad, nuestra cultura, nuestra raíces aborígenes, nuestros valores populares, nuestro derecho a vivir en paz y en concordia con nuestros vecinos, pero también acabar con nuestra irreverencia, profundamente caribeña, racionalmente bolivariana y supremamente libertaria y soberana.

Lo que se proponen esa élite troglodita y apátrida es desmontar el Estado-nación y borrar de la mente de nuestro pueblo no solo todos los símbolos patrios que nos arraigan como pueblo venezolano, sino nada más y nada menos que nuestro sentido de vida y lucha por ser y hacer del país una nación libre y soberana de todo tutelaje y dominación imperial.

Una sola muestra de ese propósito desnaturalizado y vil de ese sector social desclazado y opositor a ultranza es el tristemente célebre Proyecto de Estatuto para la Transición que presentó, sin pudor ni vergüenza alguna, el mequetrefe líder de Voluntad Popular (VP), Juan Guaidó Márquez, ante la junta Directiva de la Asamblea Nacional (AN) apenas se autojuramentó como Presidente interino.

Ese documento, redactado por unos fósiles del Derecho Constitucional venezolano, dispuestos a vender sus almas al primer postor, es un tributo a la mayor de las «imposturas» que abogado alguno se haya atrevido a presentar para su aprobación como Ley, porque desmonta todos y cada uno de los principales paradigmas de nuestro Estado de Derecho y la legalidad.

Sobre ese adefesio jurídico se tejen insólitas, contradictorias y antagónicas propuestas para desmantelar de un solo plumazo la estructura suprema de nuestra Carta Magna y se abrogan por imperio de un poder inexiste y etéreo facultades que por reserva constitucional y legal son de la exclusiva competencia de los cinco Órganos del Poder Público Nacional y no de esa guarida de maleantes de la Ley que intentó fallidamente alzarse con el poder, como si se tratara del Parlamento inglés o el pseudogobierno español bajo tutela de un Rey Borbón.

Ese fétido Proyecto Estatutario para la Transición fue la más categórica y cínica demostración de lo que se traen entre manos esa desalmada, reducida y ahistórica generación vasalla de un poder imperial extranjero, como el que representa la supremacista administración de Donald Trump en los Estados Unidos.

Ese estupro leguleyo y maloliente del indeseable Proyecto de Estatuto para la Transición es la mejor prueba de las verdaderas pretensiones y es el mayor descaro que un liderazgo opositor sin moral, sin valores, sin patria ni madre por quien luchar podía ser capaz de elaborar.

La estulticia jurídica parecía no tener límites en ese frustrado intento de tomar las riendas de nuestro Estado bolivariano y forjador de libertades en las que nuestros grandes e insignes próceres lograron al mando de el más grande de todos los patriotas; nuestro gran Simón Bolívar.

De modo que cuando nos ataque la duda de qué es lo que está en juego si la oposición se impone por la fuerza de la violencia y el terrorismo por expresas órdenes de sus amos norteamericanos, no dudemos que lo que está en juego es nuestra gran e invaluable Patria Grande, donde nacimos y crecimos libres, con absoluta autonomía y soberanía popular.  

No permitamos que ese ADN de los Pedro Carujo y asociados en gavilla se impongan para destruir nuestra patria venezolana, como hace más de un siglo intentaron sacar al José María Vargas en su condición de presidente de nuestra nación recién independizada.

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Ignacio Ramírez Romero Master en Relaciones Internacionales

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