Por Diego Itusarry
Hay un fenómeno que se dio estos últimos años –y que es digno de una tesis de carreras como psicología, sociología, politología e incluso antropología–. El fenómeno del que hablo son las migraciones venezolanas. Sin embargo, casi nadie habla del fenómeno inverso, porque desde hace un buen tiempo miles de venezolanos piden desesperadamente al Presidente ser repatriados. De hecho hay una enorme cantidad de testimonios al respecto. Hace unos años que de manera silenciosa gran cantidad de están volviendo a través de aviones que manda el Gobierno venezolano por medio de un plan llamado “Vuelta a la Patria”, y vale recalcar que son vuelos de carácter humanitario, o sea gratuitos.
Pero vamos un poco más atrás, antes de analizar este regreso masivo (y silenciado a nivel mediático) hagámonos algunas unas preguntas: ¿Qué hay de cierto en ese relato de venezolanos que dicen escapar de una dictadura que los persigue? ¿Hasta dónde se puede considerar cierto que en Venezuela hace años se vive una crisis humanitaria?
La respuesta a los que hablan de dictadura se podría contestar con preguntas: ¿Qué tipo de dictadura permite que la mayoría de medios sean opositores –como ocurre en Venezuela–? ¿Qué dictadura permite que alguien se autoproclame Presidente en una plaza pública y luego camine como si nada por Caracas (yo mismo me crucé a Juan Guaidó en la hermosa zona capitalina)? ¿Qué dictadura les envía aviones gratis a sus ciudadanos para que se vuelvan a su país? ¿Qué dictadura es elegida por el 67% de los votos, y permitiendo la asistencia de cientos de observadores internacionales a los comicios y utilizando un sistema electoral definido por el centro Jimmy Carter como el más seguro del mundo?
Con respecto al término “crisis humanitaria”, es absolutamente ridículo comparar la crisis que atraviesa Venezuela con países donde caen bombas, sufren grandes hambrunas o catástrofes naturales, lugares donde sí se vive un estado terminal. Basta ir a Caracas para ver la normalidad que se vive en cualquier país; restaurantes abiertos; centros comerciales funcionando como aquí en Buenos Aires; Mc Donald’s; discotecas; parques; tiendas; cines; supermercados; farmacias, etc. Todo esto teniendo en cuenta que existen bloqueos y sanciones fenomenales al país bolivariano. La guerra económica a Venezuela no tiene presentes en la historia contemporánea –y ciertamente requiere un profundo análisis–-.
El contexto político económico de Venezuela a partir del fallecimiento del expresidente Hugo Chávez, ha estado caracterizado por acaparamiento; inflación inducida; ataque a la moneda; bloqueos y sanciones financieras internacionales; robo de miles de millones de dólares en activos (dinero y oro venezolano en el exterior) por parte de Estados Unidos y países de Europa; intentos de magnicidio; sabotajes eléctricos; intentos de incursiones terroristas y un largo etc. A pesar de este increíble asedio, la presencia estatal es tan grande, que la vida que uno puede ver tanto en barrios populares como de clase media es totalmente normal. Esta presencia estatal se puede comprobar actualmente con el gran manejo de la cuarentena, siendo uno de los países con menos casos y menos muertes.
Volvamos al tema de los migrantes venezolanos –tema del cual es imposible separar el nefasto rol que han jugado las corporaciones mediáticas y los gobiernos de derecha en el mundo–. Hubo un bombardeo mediático sin precedentes al ciudadano venezolano, con mensajes como: “este país no sirve”; “aquí no hay esperanza”; “en otros países vas a estar mejor”; “afuera te van a ayudar”; “Venezuela es el peor país del mundo”; “aquí se vive la peor crisis humanitaria del mundo”, etc. Esto me hace recordar las promesas de Macri antes de ganar las elecciones en Argentina, en las cuales se prometía una mejor vida y mucha gente le creyó.
Al grupo de migrantes venezolano hay que analizarlo, porque no todos son personas sin recursos económicos, dentro de este grupo están los que tienen mucho dinero y se fueron a invertir a otro país; además están los que sin tener tanto dinero, sí les alcanzaba para comprar boletos aéreos de 800 dólares; y están los que vendieron a muy bajo precio su departamento para irse a otro país a «probar suerte».
Conozco un caso de un señor que vendió su departamento a 25 mil dólares (una locura) y pasó por Colombia, Ecuador, Perú, Chile y terminó en Argentina sin un centavo, para tomar un vuelo de vuelta a su país. ¿Se entiende el nivel de manipulación a la cual fueron sometidos? Se van a otros países a vivir sin siquiera saber realmente en qué condiciones está ese país. En Caracas actualmente con 25 mil dólares se puede montar un negocio en una zona clase media y ganar en dólares físicos, ya que las personas están comprando en dólares físicos. Este tema del dólar en Venezuela da para un artículo más.
El caso concreto es que estos venezolanos son en su mayoría opositores –con un gran odio hacia el gobierno de Nicolás Maduro– y por eso las barbaridades que dicen cuando salen de su país, pero se chocaron con una pared muy dura llamada realidad. Acá no intento negar que hay una crisis que bajó el poder adquisitivo de la población, pero de ninguna manera es el caos que nos intentan vender. Si bien bajó el poder adquisitivo, no es válido quedarse con ese repetido argumento de ¿cuánto es el salario mínimo en Venezuela? ¿Por qué no? simple, porque existen bonos del Gobierno, porque la luz, el gas, el agua, la gasolina e internet son casi gratis, porque a las familias venezolanas les llega a su domicilio una caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) con alimentos; porque en Venezuela hay un proyecto habitacional llamado «Misión Vivienda» que lleva construido tres millones 200 mil viviendas sociales y con todo lo que significa a favor del bolsillo de una persona tener su propia vivienda y no pagar alquiler.
Todo esto no se puede negar, se trata de un salario indirecto para el bolsillo del venezolano: ¿Se imaginan si en Argentina nos salieran gratis los servicios, la gasolina, internet, parte de los alimentos y tuviéramos construidas millones de viviendas sociales?
Hay un término médico llamado disociación psicótica (vivir una realidad distinta a la real) que está muy en boga en Venezuela. A través de esta patología se puede explicar el fenómeno de manipulación mediática sobre las personas y cómo estas actúan en consecuencia de esa realidad que creen que viven. Alunas actitudes que se desprenden de ese comportamiento es que los opositores pidan a gritos que Estados Unidos invada militarmente su propio país (lo que implicaría efectivamente una crisis humanitaria con millones de muertos y una destrucción casi total del país)
Para finalizar este artículo, quiero decirle al lector que Venezuela cuenta con las reservas de petróleo más grandes del mundo, una de las reservas más grandes de oro, coltan y thorium. Posee grandes reservas de diamante y es la cuarta reserva de gas. Por si fuera poco, todos esos recursos quedan a solo cuatro o cinco días en barco hasta las costas de Estados Unidos –a diferencia de los 45 días que duran los saudíes–.
Recordemos que Estados Unidos tiende a ver dictadores solo en aquellos países con recursos naturales y cuyos gobiernos no ceden a sus mandatos. Es necesario resaltar que si hay una razón por la cual aún no se han aventurado a una incursión militar al país bolivariano, es porque hay una gran unidad cívico-militar, existen no solo unas Fuerzas Armadas muy bien equipadas, sino también cuatro millones de milicianos (personas voluntarias) entrenados y dispuestos a dar su vida por su patria. Además de alianzas estratégicas con Irán, Rusia y China.
En diciembre hay elecciones legislativas en Venezuela, por lo tanto se viene una campaña gigante a través de los medios para deslegitimarlas.
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Diego Itusarry Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política por la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan San Bosco”