VER PERO LEER │ ¿Libro o película? El Jardín de los Finzi-Contini

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Por Sebastián López y Jaume Domènech

*

Tercer libro

El Jardín de los Finzi-Contini

(Giorgio Bassani)

Bassani nació en 1916 en Bologna, pero su vida y sobre todo su obra tienen su origen en la ciudad de Ferrara, esa ciudad a la que amo aun sin conocerla pero que me resulta cercana gracias a la lectura cada cierto tiempo de El jardín de los Finzi-Contini, que me aporta reminiscencias de mi propio jardín, de mi infancia y adolescencia en la casa huerto de mis abuelos. Me reconozco jugando con Alberto y Micol, en la casona de Corso Ercole I d’Este, sensación que reviví con la hermosa y sensible película de Vittorio de Sica de 1970, que, siguiendo el hilo argumental del libro, narra las relaciones entre los jóvenes de la comunidad judía de Ferrara en los años del fascismo mussoliniano, que culmina con la aprobación de las «leyes raciales», promulgada entre 1938 y 1943 por el régimen fascista, para aplicar la discriminación racial en Italia, y dirigidas especialmente contra los judíos italianos cuya diáspora hacia los campos de concentración nazis llevará a la muerte a millares de ellos y, en la ficción de Bassani, a toda la familia de los Finzi-Contini: Micol, Alberto, el profesor Ermano, la signora Olga.. y tantos otros, toda una sociedad laboriosa, culta, entregada por sus propios compatriotas a la barbarie nazi.

Bassani no es un mero espectador de los acontecimientos, los vive en carne propia por su condición de intelectual judío ferrares y, apoyándose en una técnica casi proustiana, levantará un enorme monumento al pasado, una queja de soledad ante la inmisericorde y tal vez inevitable desaparición del recuerdo en el mar del olvido colectivo e individual. El tiempo de la inteligencia y la concordia desaparece y la historia se precipita hacia un infausto destino y se abre a un abismo bajo los pies de la familia de los Finzi-Contini.

Bassani regresa al pasado, a los días felices, hay esperanza y quizás regresen, aunque sea en forma distinta el fascismo y el nazismo han sido vencidos, la peste ha sido vencida si no fuera porque, como escribe Camus al final de La Peste: «…El bacilo de la peste nunca muere ni desaparece, puede estar aletargado durante décadas en los muebles y en la ropa, espera pacientemente en las habitaciones, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que quizás vendrá un día en que, para desgracia y enseñanza de los hombres, la peste despertará a sus ratas y las enviará a morir en una ciudad feliz».

Entretanto, quedémonos con la hermosa historia de amor y el drama moderno que, con técnica tan original, nos lega Bassani, no solo en Il Giardino dei Finzi-Contini, sino también en las restantes novelas de su ciclo Il Romanzo di Ferrara: Cinque storie ferrarese. Agradezcamos a Bassani que, como lector de la editorial Feltrinelli, en 1958, aconsejase con pasión la publicación de El Gatopardo, cuyo manuscrito había sido rechazado por otras editoriales. Lástima que Giuseppe Tomási di Lampedusa, su autor, falleciese ese mismo año, sin ver publicada su novela.

Y desde un punto de vista muy personal, agradecer a Vittorio de Sica, o al responsable del casting, el haber escogido para el papel de Micol en la película a la actriz Dominique Sanda, de la que siempre he estado enamorado. Me quedo con el recuerdo de su sonrisa.

Tapa libro.

*

La película

El jardín de los Finzi-Contini (1970)

Dirección: Vittorio de Sica.

Producción: Arthur Brauner, Arthur Cohn, Gianni Hecht Lucari.

Guion: Vittorio Bonicelli, Ugo Pirro.

Basada en la novela de Giorgio Bassani.

Música: Bill Conti, Manuel de Sica.

Fotografía: Ennio Guarnieri.

Montaje: Adriana Novelli.

Ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín de 1971.

Ganadora del Oscar a la Mejor película extranjera en 1972.

Nominada también en la categoría de Mejor guion adaptado.

Rodeada por un gran muro, se aísla del resto del mundo y su realidad la gran estancia de los Finzi-Contini.

Al ver cómo a muchos judíos italianos se les prohíbe la entrada a clubes deportivos, invitan a los miembros de la comunidad judía ferraresa a partidos de tenis en las canchas dispuestas en su propiedad.

Los Finzi-Contini son una familia de acaudalados, intelectuales y refinados judíos de Ferrara. Alberto y su hermana Micòl organizan un torneo de tenis, ignorantes de las amenazas que los rodean. El fascismo y los vientos de la guerra parecen no haber penetrado el alto muro que rodea la mansión de los Finzi-Contini.

Entre los invitados se encuentran Giorgio, amigo de la infancia, quien se siente atraído y con derecho a gobernar en el corazón de Micòl; y también Giampiero Malnate, un joven izquierdista, quien disfruta de una íntima amistad con Alberto, cuya salud se balancea en una fragilidad constante.

Micòl iniciaría un romance con Giampiero, a quien antes consideraba demasiado izquierdista para su gusto.

Otros judíos de Ferrara, como la familia de Giorgio, de clase media, consideran a los Finzi-Contini muy diferentes, al llegar incluso a no parecer judíos.

Toda esta comunidad de Ferrara se ve afectada y reacciona de formas distintas a las medidas racistas y antisemitas tomadas por Mussolini, sin embargo, los Finzi-Contini ignoran esto por completo o simplemente no les interesa.

Giorgio se vuelve un visitante frecuente de la villa de los Finzi-Contini, al permitírsele usar la biblioteca privada para avanzar en su tesis.

En el film, la historia prescinde de la primera parte del libro, enfocada en la niñez de los personajes, también deja a un lado el prólogo y el epílogo, que se centran 14 años después de los hechos principales.

Otro episodio que marcó controversia entre los lectores de Bassani, es que en el filme hicieron la relación de Micòl y Malnate como algo explícito. Esta alteración a lo escrito por Bassani cambió el tono de la obra y para algunos “mancilló” la imagen de Micòl. Muchos dicen que esto llevó a Giorgio Bassani a distanciarse de Vittorio de Sica, al menos respecto de esta película.

Impecable es el casting y destacables las actuaciones de Dominique Sanda (Micòl), que debutaría en esta obra como su primer largometraje italiano. Y Helmut Berger (Alberto), del cual sería su segundo largometraje luego de haber actuado en La caída de los dioses (1969) de Luchino Visconti.

Esta historia podría haber sido simplemente el relato de un amor de infancia no correspondido, un triángulo amoroso que se ve más endulzado por la presencia de ese verano, pero ese verano no durará mucho y vemos cómo todo toma el color gris, gris de los uniformes de los fascistas, gris de las tormentas que acompañan el ritmo de una guerra que estallará pronto, gris de un país que asesina a su pueblo. Pero sin importar lo desolador del paisaje y la falta de esperanzas en el futuro; el jardín que Giorgio vio en su infancia siempre se mantendrá verde y colmado de belleza, y aunque Micòl y el resto de su familia hayan sido capturados por los grilletes del fascismo, ella siempre estará ahí, mirándolo desde el alto muro, tras el cual hay un gran jardín al que ni el tiempo ni la desesperación logran cambiar.

Cartel filme.

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Sebastián López Cineasta

Jaume Domènech Ambientalista

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Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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