Por Alberto Aranguibel
La conformación de las listas de candidatos (conocidas desde siempre como “las planchas electorales”) ha sido históricamente un proceso traumático para toda organización política, precisamente porque siempre hay menos cargos que militantes aspirando a ellos. De ahí que resulte cada vez más difícil ese proceso. Más aún cuando se trata de partidos de grandes dimensiones, como es el caso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que ha sido uno de los que ha estado sometido a esa tensión preelectoral en los últimos días.
En la derecha, la pugna intestina forma ya parte de su ADN organizacional, porque sus confrontaciones no son ideológicas sino acomodaticias. La búsqueda desesperada de un cargo en la lógica neoliberal es el leit motiv supremo por encima incluso del afán por el dinero.
Pero ahora en el seno de la izquierda algunas organizaciones han estado promoviendo una suerte de frente chavista alternativo al PSUV, por razones referidas (según han dicho ellos) a la forma de entender la construcción del modelo socialista que hoy impulsa la Revolución bolivariana, para lo cual están en su perfecto derecho (que, por cierto, nadie les ha negado) pero que ha puesto a la derecha a celebrar por anticipado, como solo ella sabe hacer, habituada como ha estado siempre a contar pollos antes de que nazcan los huevos.
Sería por supuesto un atentado contra el deseo del comandante Chávez a la hora de su última alocución al país, en la que le imploró a las venezolanas y los venezolanos que lucharan y preservaran la unidad de la Revolución, que las fuerzas revolucionarias entraran en una batalla de individualismos y mezquindades sectarias que dieran al traste con ese mandato postrero del Comandante Eterno y del cual depende la vida misma de la patria.
Lo que las venezolanas y los venezolanos se preguntan es, si es que en verdad hay un planteamiento autocrítico en esas organizaciones, ¿por qué quienes se ven siempre en las calles batallando junto al pueblo en su lucha cotidiana por la vida son solo los militantes del PSUV?
¿Por qué, si lo que hay, como dicen, es una razón ideológica, la misma aparece solamente cada vez que hay elecciones y no cuando se están realizando, por ejemplo, las Asambleas de Base Constituyente que el PSUV ha llevado a cabo en todo el país, o en la organización y distribución de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Claps), o en la lucha contra la pandemia del coronavirus, como lo hace hoy la juventud pesuvista?
Son preguntas que el pueblo tiene derecho de hacerse y que esos partidos debieran responder antes de amenazar con sectarismos que no conducen a nada positivo para la revolución. Sino más bien a todo lo contrario.
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Alberto Aranguibel Miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela (ANC)