El tribunal de la Historia

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Por Jorge Guerrero Veloz

Aunque sabemos que son pocos los pueblos y gobiernos libres, soberanos e independientes, quienes permanentemente acusan, demandan y condenan las prácticas oprobiosas, establecidas por  sistemas imperiales, cada vez más decadentes y viejos y –por supuesto– también los nuevos imperios. No significa que los otros pueblos y gobiernos que están bajo su yugo no vean, no sientan, que son prisioneros del  mismo colonialismo que espolió y explotó, con el fin de hacerse con los recursos naturales y minerales de los ajenos territorios, esclavizando y asesinando a los pueblos, civilizaciones y culturas originarias.

El tribunal de la Historia no es otro que la instancia que condena a los falsificadores de la misma y que reside en la memoria histórica y colectiva de los pueblos. La cual contó y cuenta con los más brillantes e indómitos jueces y juezas, que, con sus luchas y heroísmo, supieron defender hasta con sus vidas, la dignidad, valentía, soberanía, libertad e independencia de sus pueblos. 

Hoy día, por más que el viejo y nuevo colonialismo imperial se empeñe en continuar saqueando, esclavizando, invadiendo, asesinando y robando a los pueblos, imponiéndoles medidas coercitivas unilaterales, sanciones criminales y terroristas, junto con bloqueos genocidas, no hay manera de que escapen de ser juzgados por el tribunal de la Historia.

Los pueblos han tenido la suerte de contar y haber contado con estos indomables y rebeldes jueces, tanto personales, como colectivos, en ese justo tribunal, desde épocas inmemoriales, integrando a los innumerables guerreros y batalladores hombres y mujeres, que  con sus luchas en pie dejaron suficientes pruebas y elementos para que sus herederos utilicen esos recursos en defensa de la dignidad, soberanía, autodeterminación e independencia de sus pueblos en este ahora, donde el olvido pretende plagar la mayoría de los escenarios, convirtiéndose en desmemoria. Por ello, este tribunal de la Historia juzga para no seguir permitiendo aquellos atropellos del viejo y nuevo colonialismo imperial.

Desde el continente africano, en épocas de su invasión, secuestrando a millones de sus hijos e hijas, para luego venderlos en sus mercados, con el fin de esclavizarlos, sin olvidar, como ellos quisieran, lo que significó ser esclavizado, en toda la dimensión en que se dio, ese sistema  oprobioso. Ante tal magnitud de crimen salieron estos jueces en su defensa, desplegando  creatividad y estrategia política, como lo hicieron la combativa, guerrera y mujer,  Nzinga M’Bandi (1582-1663), Reina de Matamba, en el Congo, quien luchó y defendió su territorio contra la invasión del colonialismo portugués; dejándonos testimonios y pruebas de las barbaridades y atrocidades de estos criminales. Estas muestras nos han servido como expedientes que aún reposan en el tribunal de la historia, pidiendo cuentas. De la misma forma, lo hizo Shaka Zulu, (1787-1828) uno de los más grandes guerreros de la Historia, quien se enfrentó al ejército invasor del saqueador Imperio británico. Brillen con esa luz propia, estos dos buenos ejemplos, de nuestra madre y ancestral África.

Sin olvidar, a los hijos e hijas de las y los africanos, quienes también nos dejaron con sus dignidades convertidas en cimarronajes, muchos  jueces  y juezas, como Queen Nanny. Una valiente mujer de origen africano, quien se rebeló, recuperando su libertad perdida, y enfrentó al colonialismo británico en Jamaica (1686-1755). Como ella, tenemos a Toussaint  Louverture (1791), un magnífico guerrero de origen africano, que se enfrentó a los franceses, que contaba con el más grande y poderoso Ejército de la época, y él liberó a Haití, primer pueblo libre del colonialismo de América. 

Asimismo, nuestra memoria histórica y colectiva, cuenta con un número apreciable de jueces y juezas que, honrosamente, componen este tribunal de la Historia. En Brasil, Zumbi Dos Palmares (1675), quien se enfrentó al colonialismo portugués por muchos años, creó y mantuvo una red de Kilombos, los cuales eran espacios liberados, donde se vivía en libertad plena. De igual manera, José Leonardo Chirinos (1795) en la Sierra de Coro, Estado Falcón en Venezuela; conocida como la primera gesta preindependentista.

En este continente originalmente conocido como Abya Yala, también sumó jueces y juezas para este supremo tribunal de la Historia; como Túpac Amaru  (1780), gran líder indígena del Alto Perú, quien comandó la mayor rebelión anticolonial contra el imperio español. La jueza, Bartolina Sisa(1781), reina de los aymaras y mujer quechua, quien junto a su esposo Túpac Katari, de igual manera, lucharon y enfrentaron al imperio español. Otro que sumamos son el cacique Guaicaipuro (1562), quien enfrentó al colonialismo en español en Caracas, Venezuela, sumándose Apacuana y Urquia, mujeres indígenas guerreras y batalladoras que valientemente enfrentaron al colonialismo e imperialismo español.

En esta larga y honorable lista de jueces y juezas, que honran sus lugares en el tribunal de la Historia, incluiremos a Bolívar, que nos advirtió: “Los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”, y lo secundó Martí, afirmando: “He vivido en el monstruo y le conozco las entrañas”, quienes con sus hazañas y valentía nos han dejado un legado imborrable y completando nuestras memorias, con sus luchas en contra del colonialismo y el imperialismo homicida, con actuaciones meritorias que siguen siendo el faro de luz para las nuevas generaciones. Inspirando, además, a otros y otras para que también se convirtieran en juezas, como Juana Ramírez «La Avanzadora», mujer de descendencia africana que defendió a Maturín del Ejército de Domingo Monteverde, el 25 de mayo de 1813, cuando logró que este grupo de mujeres venciera al enemigo español.

«El tribunal de la Historia no es otro que la instancia que condena a los falsificadores de la misma y que reside en la memoria histórica y colectiva de los pueblos»

Ya cerrando esta larga lista de jueces y juezas, de este pasado lleno de ideas revolucionarias, emancipadoras y libertarias, colocaremos a Augusto César Sandino (1927), un líder de la resistencia nicaragüense contra el Ejército de ocupación estadounidense en su país. De igual manera a Emiliano Zapata, de México (1910), quien dirigió la Revolución mexicana y ha sido símbolo de la resistencia campesina. En el Caribe a Maurice Bishop (1979-1983) y la Revolución granadina, Marcus Garvey de Jamaica, Walter Rodney de Guyana, y su extraordinario libro Cómo Europa Subdesarrolló a África, convertido en un  expediente más. En la África, Samora Machel (1975-1985), en Mozambique Patricio Lumumba (1960), en el Congo Thomas Sankara, en Burkina Faso (1983-1987), y Julius Nyere en Tanzania (1964). En los Estados Unidos, Frederick  Douglass, quien dejó un expediente maravillosom cuestionando la celebración de la independencia de esa nación el 4 de julio. Martin Luther King Jr. y  Malcom X, líderes de los derechos civiles, quienes aportaron con sus esfuerzos a este tribunal, entre otros.

En estos tiempos de la contemporaneidad, un suceso quiso que nosotros y nuestros pueblos, atentando con la plaga de la desmemoria y el olvido, contra este tribunal de la Historia, cuando en abril de 2009, en el marco de la Quinta Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, planteara a los latinoamericanos que olvidemos la historia y miremos hacia adelante. En sus palabras: “No podemos permitirnos ser prisioneros de desacuerdos del pasado… Yo no vine a discutir sobre el pasado, sino para pensar en el futuro”. El expresidente de la nación más poderosa del planeta, a la fuerza extravagante y oprobiosamente impuesta, por su poderío militar y recursos económico, le dijo a todos los jefes de Estado, presidentes y primeros ministros presentes «que olvidaran la historia”. En mi opinión, él presagió que lo llevaríamos ante este tribunal de la Historia, como en efecto está ocurriendo, por las miles y miles de acusaciones contra su nefasto gobierno.

Evidentemente, Obama olvidó que los pueblos aún contábamos con uno de los más brillantes jueces que ha parido la historia, Fidel Castro Ruz, orador por naturaleza y de una memoria excepcional, quien hasta los últimos días de su muerte nos legó suficiente material para defendernos contra el imperialismo y el colonialismo. Legando a esta y a las futuras generaciones del mundo una escuela de jueces para este incorruptible e implacable tribunal de la Historia.

Cabe decir que uno de sus alumnos más sobresaliente fue el comandante Hugo Chávez. Hombre de estatura, visión estratégica e ideas políticas en defensa de los más pobres y vulnerables, donde quiera que estos estuviesen, quién también aportó otros elementos y contenidos, para que nuestros pueblos a la luz de nuestras victorias y compromisos con la independencia, pudiéramos defendernos y dar las batallas en esa instancia. A él y a ellos  se les sumaron en esa corriente de la defensa de la dignidad, soberanía, libertad e independencia, jueces como Evo Morales, Rafael Correa, Lula da Silva, Dilma Rousseff, Cristina Fernández y Daniel Ortega, entre otros. Todas y todos estos jueces y juezas nos han dejado suficiente material, que ha ido abultando los expedientes que los pueblos libres e independientes y soberanos, presentamos y presentaremos ante el tribunal de la Historia.

Hace algunos años atrás, uno de los más conspicuos defensores del imperialismo y colonialismo tuvo el atrevimiento –con  la arrogancia  que lo caracterizaba– a mandar a callar a uno de nuestros más honorables jueces, en una cumbre iberoamericana; porque con sus planteamientos le cuestionaba en su cara las prácticas coloniales. Más recientemente, sucedió otro hecho que debemos tomarlo como prueba contundente para ser llevada ante este incorruptible tribunal, como lo es el robo del oro venezolano por parte del Imperio británico.

De manera pues que así, como han judicializado a Correa y han conspirado con el golpe de Estado al compañero Evo Morales, tejiendo con el imperialismo y sus lacayos, viles expedientes que corrompan la historia de los liderazgos que nacen del seno de los pueblos, quedará entonces, de estos mismos pueblos, junto a sus  líderes y lideresas, continuar demandando justicia ante el tribunal de la Historia, de manera simbólica y activa, y portando de boca a oído y en todas las letras, su memoria histórica y colectiva.

No, no nos dejaremos borrar la memoria que ellos nos han querido pagar con sus conspiraciones. Les recordaremos a los dirigentes de esos pueblos entreguistas, que se han puesto al servicio del imperialismo y el neocolonialismo, que tienen una cita en este juzgado donde, sin escapatoria, tendrán que rendir cuentas a los pueblos y a esta larga lista de jueces y juezas; quienes han leído junto a sus pueblos, su cadena de traiciones y delitos. Sepan que desde esta conciencia y memoria, el  tribunal de la Historia no tendrá compasión alguna, ni dejará a razón del olvido la ejecución de sus sentencias.

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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático

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