Por Mariadela Villanueva
Sin ABA hace años y ahora con internet Movistar cortado, creo haber leído hace días en las redes que Gedeón, nombre de un juez y guerrero del antiguo Israel, utilizado por conspiradores y mercenarios para identificar sus ataques terroristas contra nuestro país, significa «destructor» y también «guerrero poderoso».
Escogido, supongo yo, por la primera acepción, ilustra los negocios que conllevan la destrucción, la reconstrucción y la posterior apropiación de nuestro país. Similar a la ensayada astutamente por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial y a la puesta en práctica con toda saña a partir del dudoso atentado contra las Torres Gemelas.
En Venezuela, parte importante de ese Gedeón multifacético, practicado desde hace rato por los amos del gran capital, lo constituye eso que aquí llamamos “precios”, tan lejanos a cualquier parecido con la realidad, como lo está el Gedeón “guerrero poderoso” de los mercenarios cantantes que acaban de incursionar en nuestro país.
En mi condición de ama de casa y consumidora, soy una víctima más de los comerciantes y los funcionarios que militan activamente y, sin ningún escrúpulo, en la destrucción de nuestra economía, personal y nacional, utilizando como armas de guerra el “dólar”, las “importaciones” y el “rechazo” a cualquier política pública que obstaculice su causa.
«Terroristas comerciales de todo tamaños y ralea apuestan diaria y descaradamente a la destrucción socioeconómica y cultural del país»
Así, pese a los gigantescos esfuerzos que está haciendo el Presidente y el gobierno en general para incrementar la producción nacional y proteger al pueblo, por enésima vez se han “acordado” los precios de unos productos (más relacionados con la oferta de la Polar que con nuestras necesidades reales) en rangos absurdos e inalcanzables para gran parte del pueblo. Sobreviviente gracias a las cajas CLAP, que con su micro ingreso tiene que pagar también productos no regulados, transporte y otros servicios.
En cuanto a los productos con precios no acordados, cancelables tanto en bolívares como en divisas, la situación es más dantesca aún. Terroristas comerciales de todo tamaños y ralea apuestan diaria y descaradamente a la destrucción socioeconómica y cultural del país, especulando hasta con verduras y frutas libres de componentes importados.
Así, lamentablemente han logrado:
- Empobrecer peligrosamente la dieta de los venezolanos;
- Reducir el nivel de habitabilidad digna en los sectores populares, agravado por la falta de agua y las fallas de otros servicios (provocadas o no);
- Sacar a “las masas” de súpermercados, cadenas farmacéuticas, centros comerciales y demás locales, construidos para la burguesía e invadidos temporalmente por la plebe;
- E incrementar la práctica del rebusque, la minicorrupción y la delincuencia económica entre los más desposeídos.
Lo que sí no han logrado hasta ahora es que el pueblo salga enfurecido a la calle. Estoy segura que si algún día lo hace, no va a ser contra el Gobierno, sino contra quienes traicionando a la patria o a su propia clase, le niegan el disfrute de sus derechos y de la vida.
Definitivamente hay que «acordar» una nueva metodología realmente transparente para fijar precios. Y sancionar a quienes desde el sector privado y público están jugando con el hambre del pueblo.
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Mariadela Villanueva Socióloga