Homenaje a Roque Dalton. “Yo sabía que al fin iba a quedarme desnudo en la ribera de la risa”

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Por Cris González

Correo del Alba rinde homenaje al insigne poeta, periodista, político y guerrillero Roque Dalton, considerado el mayor representante de las letras salvadoreñas y uno de los más destacados de la literatura centroamericana, lo que lo convierte además en un referente intelectual latinoamericano y caribeño, no solo por su trabajo como poeta escritor y ensayista, sino también como militante y combatiente por la liberación de El Salvador, amante de la Revolución cubana y activo en la solidaridad con los procesos en lucha antihegemónica.

Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.

Roque Dalton nació en San Salvador el 14 de mayo de 1935. Estudió en universidades en Chile, México y El Salvador, en carreras de derecho y antropología, las que no logró culminar. La intensa actividad política de izquierda en la Universidad de Chile, en 1953, ejerció su influencia en el intelectual que venía de estudiar en colegio católico, donde –señaló el mismo Roque– “perdió la fe” y comenzó a simpatizar con las ideas socialdemócratas, para más tarde interesarse de lleno en el marxismo. Al parecer, el muralista mexicano Diego Rivera tuvo alguna influencia en aquel paso del joven Roque al interpelarlo para que estudiara a Marx. De sus memorias en Chile está el poema “Yo estudiaba en el extranjero”:

Era la época en que yo juraba
que la Coca Cola uruguaya era mejor que la Coca Cola chilena
y que la nacionalidad era una cólera llameante
como cuando una tipa de la calle Bandera
no me quiso vender otra cerveza
porque dijo que estaba demasiado borracho
y que la prueba era que yo hablaba harto raro
haciéndome el extranjero
cuando evidentemente era más chileno que los porotos.

A la par que crecía el hombre político, se transformaba el poeta, cuya madurez se plasmó en las distintas etapas de su historia literaria. Mantuvo estrechas relaciones con políticos e intelectuales, quienes como parte del tiempo histórico compartido logran tener algún tipo de acercamiento con Roque, tanto en el ámbito político como cultural: Mario Benedetti, Julio Cortázar, Eduardo Galeano, Juan Gelman y Miguel Ángel Asturias, y en un viaje a la Unión Soviética, conoció al líder sandinista Carlos Fonseca Amador. Quizá la más entrañable de las relaciones fraternales y políticas las tuvo con Fidel Castro, a quien le unió una amistad sincera por él y por el pueblo cubano, al que dedicó parte importante de su trabajo.

Entre las piedras y el fuego,
frente a la tempestad
o en medio de la sequía,
por sobre las banderas
del odio necesario
y el hermosísimo empuje
de la cólera,
la flor de mi poesía busca siempre
el aire,
el humus,
la savia,
el sol,
de la ternura
.

A los 19 años se casó con Aída Cañas, con quien tuvo tres hijos: Roque, Juan José y Jorge.

Aquí, hoy, digo:
siempre recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
pero ya no habrá tiempo de llorar.
Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.
Hace frío sin ti,
pero se vive.

La década del 60 fue vertiginosa para el joven poeta, se tradujo en idas y venidas en cárceles, protestas y exilios entre México, Checoslovaquia, la Unión Soviética y Cuba, donde ganó el Premio de Poesía Casa de las Américas 1969, con el libro Taberna y otros lugares.

Pensaba que la mejor gente debía militar en los partidos comunistas, sin embargo, con el tiempo interpeló a estos por haberse ubicado a la derecha del movimiento revolucionario.

En una de sus respuestas a la entrevista hecha por Mario Benedetti al ganar el premio Casa de las Américas, resumió la esencia del poeta y militante salvadoreño: “Me parece que para nosotros latinoamericanos ha llegado el momento de estructurar lo mejor posible el problema del compromiso. En mi caso particular, considero que todo lo que escribo está comprometido con una manera de ver la literatura y la vida a partir de nuestra más importante labor como hombres: la lucha por la liberación de nuestros pueblos. Sin embargo, no debemos dejar que este concepto se convierta en algo abstracto. Yo creo que está ligado con una vía concreta de la revolución, y que esa vía es la lucha armada. A este nivel, entiendo que nuestro compromiso es irreductible, y que todos los otros niveles del compromiso teórico y metodológico de la literatura con el marxismo, con el humanismo, con el futuro, con la dignidad del hombre, etc., deben discutirse y ampliarse, a fin de aclararlos para quienes van a realizar prácticamente ese compromiso en su obra y en su vida; pero en nosotros, escritores latinoamericanos que pretendemos ser revolucionarios, el problema del compromiso de nuestra literatura debe concretarse hacia una determinada forma de lucha”.

Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

Después de su trabajo en Casa de las Américas, su exilio en Cuba, el recorrido por distintos países del mundo, una obra literaria agrupada en varios libros, artículos y una serie de ideas aún por explorar, en 1973 regresó a El Salvador para incorporarse al Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), una organización que planteaba la operatividad de la lucha armada, a contramano de la propuesta de Dalton, basada en un trabajo de masas y una lucha prolongada. 

La situación de divisiones al interior del movimiento sobrepasó a propia la organización, se produjeron escisiones, acusaciones infundadas, entre las que se hallan las esgrimidas contra el poeta. Se le imputó el falso cargo de ser agente de la CIA, amparándose en un personaje de su libro Pobrecito poeta que era yo; asimismo, se mantuvo la creencia de que él formaba parte del burocratismo pequeñoburgués, típico de una parte de la izquierda de aquellos años.

Se le atribuyó igual ser agente cubano, infiltrado en el movimiento, como parte del denominado “revisionismo internacional”, infamia de la cual es necesario extraer aprendizajes que permitan corregir desviaciones en las organizaciones actuales de izquierda.

Finalmente, la dirigencia apresó a Dalton y su compañero José Armando Arteaga («Pancho»); previamente pudieron haber huido, escapado ante lo que parecía inminente a los ojos de otros de sus compañeros más leales, sin embargo, Dalton restó importancia a las sospechas y apeló a su plena confianza en la dirigencia, la cual días más tarde tomó la fatal decisión de ejecutarlos el 10 de mayo de 1975. En su lecho de preso de sus propios compañeros, mientras dormía “recibió un tiro en la cabeza, por decisión de tres de los cuatro miembros de la Comisión Militar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP): Joaquín Villalobos, Alejandro Rivas Mira y Vladimir Rogel Umaña. Ellos mismos se encargaron de la ejecución”.  (En «Quien mató a Roque Dalton» http://www.cubadebate.cu/especiales/2010/01/19/quien-mato-a-roque-dalton/#.XrXS861Dnwc)

El trágico acontecimiento generó conmoción en la intelectualidad nacional e internacional que a su vez rechazó el comunicado del ERP de aquella ocasión: “La ejecución de Dalton desencadenó una furiosa campaña de parte de la ‘intelectualidad’ pequeño burguesa… piensan colocarse ellos como sector a través de la bandera de Dalton, poeta y escritor, ya que es esto lo que vuelve importante su muerte y lo convierte en el héroe cuando la verdad es que fue víctima y hechor de su propia muerte”.

Roque Dalton García murió cuatro días antes de cumplir los 40 años, hace extactamente 45 años. Más de dos décadas de un trabajo incansable en el mundo de las letras y la política activa lo llevaron a convertirse en el referente político-intelectual más trascendente de la historia contemporánea de El Salvador y nos hace reforzar el compromiso con sus valores culturales y políticos y la necesidad de difundir y defender ese como parte del legado fundamental de la izquierda para las nuevas y futuras generaciones.

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscando por mi niebla.

Homenaje a Roque Dalton por los estudiantes salvadoreños en la Plaza de la Cultura de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad de El Salvador.

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Cris González Directora

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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