Trump y la segunda venida de Cristo

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Por Ruperto Concha

La pasada semana tuvo dos fechas fatídicas y misteriosas para Estados Unidos: el miércoles 11, con el atentado terrorista contra las Torres Gemelas y el Pentágono, y el viernes 13, que es la versión gringa de nuestro “Martes 13”.

Lo del viernes 13, por supuesto, es puro folklore. Pero el 11 de septiembre de 2001 provocó una lesión grave, casi invalidante, para la noción que la gente de EE.UU. tenía sobre su propia patria, sus leyes y sus valores.

Según varios y muy importantes analistas, las versiones oficiales sobre los atentados en Nueva York y Washington no son satisfactorias. Más aún, se ha denunciado que mucha información clave fue ocultada sospechosamente.

Nada menos que el exsenador republicano Ron Paul, de Texas, ha respaldado esas versiones, que sugieren que detrás de la acción terrorista existen antecedentes muy oscuros que justifican el surgimiento de teorías conspirativas que  apuntan mucho más allá de los terroristas acusados.

De hecho, la exsecretaria de Estado del Gobierno de George W. Bush, Condoleezza Rice, admite en sus Memorias que el propio presidente de Rusia, Vladímir Putin, llamó a Bush por teléfono para advertirle que sus servicios de inteligencia habían detectado que desde Afganistán estaba preparándose un inminente atentado catastrófico contra Estados Unidos.

Eso, el 9 de septiembre. O sea, dos días antes de los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono. Pero ella misma, Condoleezza Rice, reconoció que se había negado a creerle, ¿sabe por qué? Porque pensó que Putin estaba diciendo cosas “de puro resentido no más”.

Da para pensar, ¿no es cierto?… Y hay muchos más elementos que sugieren que detrás de ese terrible 11 de septiembre de 2001 se estaban jugando estrategias muy despiadadas que desembocaron en el comienzo de una guerra interminable de EE.UU. en el Asia occidental, esa zona que llamamos el Oriente Medio.

¿Cómo está el pueblo estadounidense encarando hoy día ese aniversario?

Vamos viendo.

Escenario electoral en EE.UU.

Faltando 14 meses para las elecciones en EE.UU., donde el actual presidente Donald Trump se juega su reelección, las encuestas coinciden en que cualquiera de los tres actuales precandidatos demócratas dominantes le ganará por un margen de hasta el 10%.

Sin embargo, ya antes las encuestas se equivocaron escandalosamente. A solo dos días de la elección de 2016, se afirmaba que Trump no tenía posibilidades de ganar. De hecho, aquí en Chile, únicamente nuestro análisis predijo que Trump sí iba a ganar.

Ahora la situación es todavía más inestable y confusa, Trump ha perdido alrededor del 3% de su apoyo popular. Las encuestas lo muestran en torno de un 37% de intención de voto, a la vez que una buena parte de esa pérdida se debe a la deserción de republicanos que ya no confían en él.

Sin embargo, en el seno del Partido Demócrata solo un 30% de la intención de voto apoya la candidatura de Joseph Biden, exvicepresidente de Barack Obama, mientras que un 44% apoya a los más izquierdistas Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Kamala Harris.

Es decir, existe la posibilidad de que, al igual que en 2016, en las primarias del Partido Demócrata se resuelva designar candidato a un personaje que es resistido por una mayoría de los militantes. Eso fue exactamente lo que ocurrió cuando el Partido Demócrata oficializó la candidatura de Hillary Clinton, provocando el resentimiento de la mayoría de las bases que apoyaban a Sanders.

De hecho, un análisis del periódico Business Insider llega a afirmar que si se impone a Joseph Biden sobre los otros tres candidatos izquierdistas con mayor apoyo, el resultado puede ser un perdedor. En otras palabras, que Donald Trump puede lograr su reelección para los próximos cuatro años.

Apoyo a Donald Trump

Pero, ¿quiénes son esos fieles y empeñosos republicanos que siguen firmes junto a Trump?

Sí. En su gran mayoría son blancos y sobre todo blancas. Pero no son escasos los latinos, los asiáticos y otros grupos raciales de minoría, que se mantienen apegados no a un programa de gobierno o una doctrina política, sino a una amalgama de juicios y prejuicios, miedos, resentimientos, y, en gran medida, al anhelo de una figura paternal, a medias mesiánica, que los guíe a través de un tiempo que no logran entender.

«Trump ha perdido alrededor del 3% de su apoyo popular. Las encuestas lo muestran en torno de un 37% de intención de voto»

En Estados Unidos, en estos momentos, existe un estimado de 50 millones de personas del llamado Movimiento Evangélico Sionista, que forman una disciplinada base militante de carácter ultraconservador o ultraderechista, y creen ciegamente que si su país deja de apoyar a Israel,  Dios se pondrá rabioso y los privará de su protección.

Más aún, creen que el deber de EE.UU. es colaborar para que Israel logre el dominio completo de todo el territorio que tenía durante el reinado del rey David.  O sea, sin dejar cabida para ningún palestino. Y eso para que pueda cumplirse la profecía de la segunda venida de Cristo, que ahora llegará espada en mano, para llevarse al cielo a sus creyentes y mandar al infierno a todos los demás.

Oiga, y según informaba el periodista Jon Ward, de Yahoo News, el 6 de septiembre, en un debate religioso conservador se afirmó ni más ni menos, que, si el 2020 llegaran a ganar los demócratas, vendría un exterminio, una matanza de cristianos encabezados por Sanders o Warren, más sus secuaces izquierdistas.

Incluso compararon a Bernie Sanders con el emperador romano Nerón, ese al que le endosan todas las matanzas de cristianos que en realidad ordenó Diocleciano, un emperador casi 20 años después del suicidio de Nerón.

Resurgimiento del neonazismo

Ese fenómeno de intensas movilizaciones combativas, de gente rabiosa de asustada y enceguecida ante una realidad de historia y evolución social que no logran entender, no solo se está produciendo en Estados Unidos. También en Europa hay un impresionante resurgimiento de la ultraderecha, incluyendo aquellos grupos abiertamente neonazis nostálgicos de Adolfo Hitler.

En Finlandia, en las elecciones de este año, el movimiento neonazi llamado “Los Verdaderos Finlandeses”, obtuvo el 17% de los votos, a solo dos décimas de derrotar a los socialdemócratas, que son de centro izquierda. La ultraderecha ya conquistó el gobierno en Polonia y Hungría, y en Suiza ya son mayoría parlamentaria.

En Francia, Italia, Dinamarca y Holanda, ya la ultraderecha es la segunda principal fuerza política. Y son una robusta tercera fuerza en Alemania, Suecia, Austria y Grecia.

Lo que une a esta marea ultraderechista es, ante todo, un rechazo furibundo a la llegada de inmigrantes. Pero, junto a ello, rechazan también los cambios valóricos a la vieja moralidad. Son violentamente homofóbicos, antifeministas, antiabortistas. Y junto a ello son ultranacionalistas, resienten la globalidad cultural y la organización internacional como la Unión Europea (UE) y las Naciones Unidas.

Y, en pro de su empeño en impedir la evolución y las transformaciones, tienden a la acción violenta, tanto a nivel de calle como en apoyo a las acciones militares sobre países desagradablemente distintos.

Sin embargo, curiosamente, esa ultra derecha es antagónica con la globalización neoliberal. En sus discursos llaman a la autodefensa militar y económica, centrada en los intereses estrictamente nacionales. Con ello, por cierto apoyan la postura que supuestamente orientaba al Gobierno de Trump bajo la fórmula de “Hacer a mi país grande de nuevo”.

Precisamente los países con mayor fuerza ultraderechista, como Hungría, Austria, Suecia y Finlandia, son los que tienen mejor disposición para restablecer las relaciones comerciales y políticas con la Rusia postsoviética, a la que ven igualmente como ultraconservadora y nacionalista.

Como fuere, esa marea ultraderechista, con su fuerte ingrediente neonazi, parece tener las fluctuaciones de un estado de angustia. Algo que puede intensificarse o debilitarse según los acontecimientos, según nos digan si hay  peligro de volver a ser pobres o peligro de recibir una bomba atómica, y ello se ve acentuado o debilitado por las versiones noticiosas que se reciben.

Aun teniendo la derecha una mayoría sustancial en el Parlamento Europeo, se ha mantenido fiel a las decisiones de la UE en los enfrentamientos con Estados Unidos. Por ejemplo, en lo referente a seguir apoyando al Gobierno de Cuba y al financiamiento de proyectos de desarrollo social en la isla, desafiando las furias de Trump y su Pompeo.

«Publicaciones especializadas de Estados Unidos han mencionado la llegada a Venezuela de importantes cargamentos de material de guerra, que podrían incluir los misiles Kalibr, que tienen un alcance de 2.500 kilómetros»

Igualmente, la ultraderecha europea no ha participado en las sanciones impuestas por Washington en contra de Venezuela e Irán. Más aún, la secretaria de Exteriores de la UE, Federica Mogherini, rechazó de plano la iniciativa de Washington de llamar a intervención militar en contra de Venezuela.

¿En el resto de la Tierra qué?

En tanto, en el resto del mundo, los hechos siguen concatenándose como piezas de un mecanismo dialéctico que funcionara sin hacer demasiado caso de los líderes políticos, los estrategas, los economistas, en fin…

En Irán, para furia de EE.UU., el enorme barco petrolero iraní liberado por la justicia en Gibraltar y asediado por buques de guerra estadounidenses, finalmente llegó al puerto de Tartús, en Siria, y vendió sus dos millones de barriles de petróleo a un precio razonable.

En Arabia Saudita, las fuerzas yemenitas lanzaron anteayer un contraataque con drones, en contra la principal y mayor refinería de petróleo, provocando la destrucción de gran parte de sus instalaciones, al extremo de que la producción saudita de petróleo refinado y gas quedó reducida a la  mitad.

En Hong Kong, las furiosas protestas antichinas han sido contestadas por furiosas protestas prochinas, de las cuales la prensa occidental no había informado prácticamente nada.

En los últimos días la policía se ha esforzado más bien en mantener separados a los grupos que se enfrentan en un tono de peligrosa agresividad.

Las principales grandes empresas radicadas en Hong Kong, y la multitud de trabajadores que dependen de ellas, están reaccionando con advertencias de trasladarse a otra parte, a Shanghai o a Singapur. Todavía en Hong Kong opera el 75% de todo el comercio internacional en moneda china, mientras que Singapur solo llega al 3%.

Es decir, la amenaza de destruir la normalidad operacional de  Hong Kong ya ha provocado que las protestas hayan  tenido que disminuir a muy bajo nivel, mientras que los cabecillas antichinos, que son varios miles, ya están tratando angustiadamente de obtener asilo en Singapur, en Taiwán o en Australia, ya que Estados Unidos solo recibirá a unos pocos activistas.

América Latina

En América Latina, el llamado de Donald Trump y su Pompeo a una acción bélica del Tratado de Asistencia Militar (TIAR) en contra de Venezuela, no ha encontrado ningún eco. Ni siquiera con el brasilero Bolsonaro.

En cambio, publicaciones especializadas de Estados Unidos han mencionado la llegada a Venezuela de importantes cargamentos de material de guerra, que podrían incluir los misiles Kalibr, que tienen un alcance de 2.500 kilómetros, y son similares a los Tomahawk estadounidenses.

Esos son los misiles que tiene desplegados Rusia en Kaliningrado, con capacidad de alcanzar cualquiera ciudad en toda Europa. Normalmente están dotados de cabezas explosivas de alto poder pero convencionales, y pueden ser dotadas rápidamente con cabezas nucleares.

Igualmente, se confirmó que ya está vigente un acuerdo para la llegada y permanencia de naves de guerra de Rusia, incluyendo submarinos, a determinadas bases navales en las costas venezolanas, sobre el Mar Caribe y el Océano Atlántico.

Por otra parte, también en América Latina se confirmó que la gran empresa brasilera Petrox puso en venta dos importantes yacimientos petroleros en plena Amazonía, y además se está elaborando un proyecto de ley que permitirá vender hasta un 25% de todo el territorio brasilero a empresas capitalistas extranjeras.

Como podemos ver, la historia sigue su curso con la imperturbable dialéctica del universo.

Decían los hippies que “la vida es lo que pasa”. Y lo que pasa nunca es exactamente igual a lo que habíamos planificado.

¿Con qué facha nos llegará el futuro?

¿Será que de veras Jesús va a regresar muy enojado y con ganas de masacrar a los paganos?

¿O será que hay un Dios muchísimo más bondadoso que ese jefazo que describen en la Biblia?

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Hay peligro… pero eso ya lo sabemos.

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Ruperto Concha Analista internacional



Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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