Calloni: “Permitimos que nos rapiñen la memoria histórica”

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Por Rudy López

La periodista y escritora Argentina, Stella Calloni, acreedora de innumerables reconocimientos regionales como pieza fundamental de la articulación comunicacional entre los pueblos, poseedora de una larga trayectoria como corresponsal de guerra y luchadora por la paz, concedió una entrevista a Correo del Alba, y se sentó junto a nosotros para compartir su análisis sobre la región.

Latinoamérica exhibe hoy una mayoría de gobiernos derechistas y, en el caso del Brasil, de extrema derecha. ¿Cómo se produjo este giro tan vertiginoso en la región?

En primer término, todos los gobiernos progresistas o populares surgidos desde principios de este siglo, especialmente con la aparición del comandante Hugo Chávez en el escenario, como presidente de Venezuela, fueron sometidos a una “guerra de baja intensidad”, de continua desestabilización y a prueba de la nueva arma clave en la guerra psicológica, que es que el poder imperial hegemónico se apoderó de la casi absoluta mayoría de los medios de comunicación, para precisamente sembrar la incomunicación y controlar “mentes y corazones”.

También se aplicó el control en la cultura, en la educación, en la Academia, para facilitar el proceso de recolonización de nuestra América, toda vez que ya el Documento de Santa Fe IV, pensado para los conflictos de los años 2000, se iniciaba bajo la advocación de las Doctrina Monroe.  

En reiteradas ocasiones Ud. ha denunciado la labor que cumplieron las fundaciones en la llegada de la derecha al poder, ¿podría detallarnos su posición?

Bueno, precisamente en los 80 se crea la National Endowgment Fundation (NED). Por supuesto existían ya otras fundaciones, como la Ford y tantas otras, con un vasto trabajo de caballo de Troya en nuestras poblaciones y otras similares, que actuaban para controlar intelectuales y diversos sectores sociales. 

Igualmente estaba la Fundación Heritage, que desarrolló los documentos de Santa Fe I, II, III y IV, destinados en un primer momento a preparar un esquema de política exterior, para explicar al presidente Ronald Reagan, que no entendía nada.

La invasión silenciosa de fundaciones y ONG hizo posible un trabajo de injerencia brutal, disfrazado de ayuda, que confundió a muchos y sirvió para comprar a otros. Algunos sectores de izquierda o supuesta izquierda fueron infiltrados o cooptados. Cualquier militante debe saber ahora que Estados Unidos, junto con Israel y Gran Bretaña, están detrás de todos los procesos electorales. Estuvieron en Brasil en 2018 y en Argentina en 2015, lo que se comprobó.

En sus escritos suele hablar de una “guerra contrainsurgente” y ha explicado la función del Comando Sur y las bases militares yanquis en la región. ¿Qué papel cumplen?

En principio, la salida del Comando Sur de la zona del canal de Panamá a fines de 1999, después de la invasión contra ese país por parte de Estados Unidos en 1989, además de ser una demanda en la larga lucha del pueblo contra la ocupación colonial, obedeció también al hecho de que resultaba obsoleto y peligroso mantener tantas bases estratégicas en territorio fuera de EE.UU. Las bases del Comando Sur eran objetivos posibles de retaliación, ante los muchos proyectos de guerras coloniales que preparaba el imperio cuando pensó que estaba solo y era el mayor poder del mundo.

De esta manera, decidió crear las fuerzas de Despliegue Rápido. Es decir, poder estar antes de comenzar el conflicto con algunos de los países de lo que consideran “su periferia”. Para esto se montó una siembra de bases y establecimientos afines a las necesidades militares en todos los países de América Latina, donde pudieran hacerlo.

Aquello es muy largo de contar, pero digamos que se diseminaron bases y otra cantidad de establecimientos llamados Centros de Operaciones Avanzadas o Forward Operayting Location (FOLs), creados a partir de 1990, cuando no pudieron construir en Panamá el Centro Multilateral Antidrogas. Los Fols son bases más pequeñas y pueden multiplicarse, pero son relevantes y de importancia clave. El tema de la militarización es muy extenso y algo de lo que se habla poco es la militarización israelí en América Latina, cada vez más trascendente y ocultada. 

Los Fols están ubicados estratégicamente. Por eso cuando se habla de más de 70 bases en América Latina, no son como la inmensa y estratégica de Palmerola en Honduras o las bases en Colombia.

En general, muchas de las bases estadunidense están encubiertas en cuarteles de las naciones que Estados Unidos ha ido ocupando activamente, como es el caso de Colombia, Perú o Paraguay. Son conocidas bases pequeñas FOL como en Aruba, Curaçao en las Antillas Holandesas, y en Comalapa, en El Salvador.

Con el pretexto de la invasión a Venezuela, la cobertura de bases y el establecimiento de tropas de aviones, helicóptero y equipos en los países que rodean a esa nación es asombrosa. La trampa es perfecta.

«Nos están aplicando la vieja contrainsurgencia y de repente inventamos nombres para esas conspiraciones vetustas, como si fueran nuevas»

¿Tienen alguna relación esas bases con la guerra contras las drogas? Es el pretexto que se suele esgrimir desde Washington.

En México, Estados Unidos logró que el Ejército, la Marina y la Aeronáutica, el conjunto de las fuerzas armadas de ese país, fueran puestas a su disposición para combatir el narcotráfico. El resultado es que entre 2006 y 2012 fueron asesinados más de 150 mil mexicanos y desaparecidos 40 mil, cifras que hoy se han disparado a 240 mil muertos y más de 40 mil desaparecidos. 

Pueblos enteros se han desplazado huyendo del terror y otros han desaparecido directamente. A esto se enfrenta hoy el nuevo presidente Manuel López Obrador, quien advirtió que la lucha contra el narcotráfico no es un tema militar, sino de seguridad.

Por supuesto que es imposible combatir el narcotráfico, que alimenta a las más grandes empresas transnacionales del mundo, con tanques, ametralladoras y demás, pero este cuento le ha servido a Washington para diseminar sus bases en el continente, ocupando países.

Como se sabe, donde hay bases de Estados Unidos, también están las agencias de inteligencia para “protegerlas” y el círculo de ocupación se extiende a todas las actividades cotidianas. El ejemplo típico es Colombia, que tiene el mayor ejército de la Doctrina de Seguridad Nacional (de Estados Unidos) en pleno siglo XXI y el mayor complejo paramilitar de la región. 

Los países con mayor ocupación militar son sin duda, Colombia (con 7 a 9 bases) Perú con bases y tropas en todo su territorio, Panamá, donde el expresidente Ricardo Martinelli firmó con Hillary Clinton en 2009 la instalación de por lo menos 9 bases sobre el Atlántico, el Pacífico, las fronteras norte y sur e islas adyacentes. 

Usted asimismo ha dicho que esta coyuntura no es de restauración conservadora, sino que se trataría de un proceso de recolonización ¿por qué?

Verdaderamente no es una restauración conservadora, desde el momento en que se menciona tomar el control absoluto de la región, enarbolando un discurso que menciona una especie de “sociedad de pueblos y países que tienen en común los mismos intereses democráticos”, como es el que estila el Comando Sur.

En realidad el proyecto de recolonización viene de los años 90, cuando se trazan planes dentro del esquema renovado de la guerra y los conflictos de baja intensidad y se propone mantener la mayor diseminación de las bases militares “sembrando” el Comando Sur en toda América. A la vez se menciona que manejando la absoluta mayoría de los medios de comunicación, infiltrando las estructuras judiciales en toda América Latina, los sectores empresariales, y los partidos y movimientos políticos “manejables”, opositores a todo gobierno que resista el control de Estados Unidos, no se necesitan exhibir tropas.

Por último, vemos cómo en la arena internacional se configura un escenario multipolar con actores como China, Rusia e India. ¿Qué papel y qué impacto tienen estos en Latinoamérica?

Se acabó el sueño de la expansión global del imperio, que tan bien describían los asesores más encumbrados del poder estadounidense. El sueño quedó detenido a las puertas de Damasco, Siria, ante la solicitud de ayuda del Gobierno de Bashar Al Assad a Rusia para apoyarlo en la trágica situación en que estaba ese país, asediado por los criminales mercenarios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), disfrazados de Ejército Islámico o de Ejércitos Libre de Siria, supuestos rebeldes, que nunca existieron como tales, dirigidos por Fuerzas Especiales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, Francia y otros.

Estamos en otro momento clave de la historia. Y Washington juega con fuegos de artificios. Nos están aplicando la vieja contrainsurgencia y de repente inventamos nombres para esas conspiraciones vetustas, como si fueran nuevas. El lawfare es muy antiguo. Esto ha sido así desde hace tiempo, como la guerra psicológica. Utilizar la justicia para armar causas falsas a nuestros dirigentes, viene desde el imperio romano y más. 

Esto nos pasa porque permitimos que nos rapiñen la memoria histórica, porque estamos colonizados hasta los tuétanos, porque no nos animamos a ser lo que somos, a decir lo que sentimos en nuestras propias palabras. Después de la verdad, solo está la verdad. Lo otro es un largo devenir filosófico que no nos lleva a ninguna parte. 

¿Restauración conservadora? ¿Es un conservador Bolsonaro? ¿Macri? ¿Duque? ¿La derecha italiana? ¿Por qué no nos atrevemos a pensar con nuestras propias ideas? Cuando el imperio está atrapado en sus propias reglas tecnológicas, lo mejor que tenemos para enfrentarlo es nuestra imaginación, las huellas del pasado: Sandino disparando a la aviación yanqui con escopeta de caza. Y derrotando al enemigo.

Los sobrevivientes del Granma, mojados, embarrados, desarmados, caminando hacia la Sierra Maestra y ganando la guerra de liberación solo tres años después. ¿Es milagro o es verdaderamente la imaginación al poder? Venezuela, resistiendo los 400 golpes de la potencia más grande del mundo, ¿es milagro o resistencia imaginativa?

Podemos citar miles de ejemplos. Pero solo digo esto para recordar que no ha existido un continente con una capacidad de resistencia como el nuestro, al menos siete siglos y estamos aún de pie.

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Rudy López Cientista político

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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