Por Javier Larraín
Alistado nuestro equipo periodístico, una tarde lluviosa en La Paz, enrumbamos hasta las oficinas centrales de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) a entrevistarnos con su gerente general, Luis Siles, para conocer de primera mano los orígenes de la estatal, así como su actual funcionamiento y proyectos por venir.
De entrada Siles nos confiesa que Emapa fue pensada como parte de un emprendimiento multinacional, con dirección centralizada, en el marco de las “empresas grannacionales” diseñadas por el presidente venezolano Hugo Chávez: “La idea era entrelazar a Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, y crear una sola empresa. Como nosotros tenemos virtud en algunos granos, por ejemplo, íbamos a darle grano a Venezuela, y ellos nos devolverían carne de ganado”. Por varios motivos el plan no prosperó, aunque la empresa boliviana continuó en su actividad.
El entrevistado nos solicita hacer un paréntesis para ahondar en la situación alimentaria de Bolivia antes de 2006 y cómo se inscribe Emapa en dicho contexto: “Obedece a una estrategia de soberanía productiva y seguridad alimentaria, ya que antes de 2006 éramos deficitarios en todos los granos, o sea todos los granos debían ser importados para en seguida ser transformados y posteriormente ser convertidos en un producto acabado”. Por estas razones, y por las particularidades del país, la empresa priorizó tres cuestiones: 1) Revertir la desfavorable balanza comercial de Bolivia en la materia, con el fin de asegurar una soberanía productiva y seguridad alimentaria; 2) Fortalecer la producción de cultivos estratégicos como el arroz, maíz, trigo y soya, al tiempo de incentivar la producción de carne de cara a alivianar los costos de la “canasta familiar”; 3) Mediar de forma adecuada y justa entre los pequeños productores privados, mayoristas, comerciantes y consumidores.
Al oír la didáctica y lúcida exposición del gerente, me asaltan interrogantes que no puedo guardar. ¿Cómo consiguen establecer precios justos? En términos prácticos, ¿cómo se relaciona el Estado con esos productores privados? Siles presuroso disipa mis dudas: “Nosotros tenemos –si vale el término– cuadriculado el país. Controlamos todo lo que pasa a nivel agro, por ejemplo, sabemos dónde se está cosechando arroz. Atributos, dicho sea de paso, que nos ha facilitado el empleo de tecnología aeroespacial y satelital. Pero aún antes ya teníamos contacto con asociaciones de productores reales, micro y pequeños, de ahí que nos acercábamos y veíamos sus necesidades, el que no tenían los insumos suficientes (fertilizante, semilla, etc.), lo cual les creaba dependencia ante quienes compraban sus producciones. Entonces, ¿qué hicimos? Una metodología de apoyo directa al productor: damos la semilla –sin costo y certificada; tradicional y sin transgénico– después de calcular sus hectáreas y áreas de cultivo, proporcionamos el fertilizante y el combustible para la mecanización de los procesos, facilitamos asistencia técnica y capacitación, y a cambio pedimos la entrega de la producción a Emapa como único y mejor comprador, lo que nos permite consensuar y establecer los precios de los productos en el mercado”.
Al revisar las cifras, tras una década de actividad, los resultados de Emapa se muestran notables, en palabras de Siles: “Se ha incrementado el rendimiento en más de un 100%; somos soberanos en arroz y maíz, al punto que pudiéramos cerrar las fronteras para que no entre ni un grano de estos productos y existe lo suficiente para nuestro consumo y hasta para exportar; se ha cumplido el objetivo como dinamizador económico, ya que los productores ahora acceden a casa, a la educación, mecanización, entre otras posibilidades”.
El crecimiento exponencial del sector agroindustrial en los últimos tres lustros es innegable y de hecho lo ha llevado a figurar como un renglón estratégico del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia. Y si Emapa comenzó con un modesto presupuesto de 20 millones de bs, hoy ese monto asciende a los 1.200 millones de bs.
Como pudiera suponerse, a mayor crecimiento aumentan los quehaceres del ente estatal. De esta manera, Siles nos explica que junto a las labores señaladas, contribuyen al dinamismo de otros subsectores de la cadena productiva con el arrendamiento de silos –más de 20 en la actualidad–, molinos y almacenes privados. Aunque de paso aclara que el Estado posee tres silos (Cabezas, San Julián y Santa Cruz) y ha proyectado contar con otros nueve para el segundo semestre de 2019: “Esperamos tener un silo en Ivirgarzama, en Caracollo –ya que en la parte norte de Oruro y de Potosí son grandes productores de trigo–; entonces hasta el 2019 vamos a tener nueve plantas, nueve silos y nueve industrias, las que nos permitirán almacenar y transformar los granos, sin alquilar”.
A poco de finalizar la entrevista, incurro en lo más “notorio” para cualquier ciudadano de a pie: los supermercados. Al respecto el entrevistado explica dichoso que es el soñado “cierre del círculo económico” que comprende producción-almacenamiento-industrialización-comercialización. Pasa a detallar: “Tenemos 46 tiendas de barrio pequeñas –de unos 20 m²–, donde se venden nuestros productos alimenticios de la canasta familiar, como harina, maíz o lo que requiera la zona, además de aceite, arroz, fideos y otros productos que no son necesariamente de Emapa. La idea es que la madre llegue y pueda recoger toda la canasta familiar en un solo lugar y se vaya a casa tranquila, con la satisfacción de comprar a un precio justo. También hacemos ferias en distintos municipios. Ahora, en cuanto a los Súper Emapas, tenemos dos en funcionamiento, uno en la calle Hamiraya de Cochabamba, y otro en las calles Camacho y Bueno, en el centro de La Paz. Pronto inauguraremos un tercero en El Alto”.
La finalidad social y la eficacia de Emapa nos ha resultado innegable, y para concluir la entrevista nos queda preguntar por los desafíos venideros, entonces Luis Siles nos interioriza en ellos: 1) Modernizar los sistemas de control y automatización de las plantas mediante la implementación tecnológica de punta; 2) Ampliación de la certificación productiva en cumplimiento con estándares internacionales (ISO 22000); 3) Sentar las bases para la exportación.